Sobre los verdes pastizales y el ojear de las páginas del libro de cuentos, Roger Taylor encontrará algo más que una simple fantasía, no se
tal vez un poco de magia...
Brian May, ha dejado de lado los juegos y ahora está listo para dejar de esconder...
Sus manos estaban juntas llevadas a su mandíbula. Pensaba y pensaba en que momento le dejo que tomara tanta autoridad sobre su vida, si bien se convertiría en una parte fundamental en su vida y persona, no sentía que fuera correcto las atribuciones que se estaba dando. Estaba enfadado y triste, no pudo despedirse, sentía que algo le faltaba, estaba claro que el también era importante, tal vez más de lo que debería, o eso era lo que siempre le habian dicho.
Tomo el papel en sus manos y volvió a leerlo. Era su despedida. Sin tan solo el hubiera estado ahí, si tan solo hubiera hablado, nada de eso hubiera ocurrido. Pero estaba hecho y ya nada podía devolverle a Jim.
Sus manos arrugaron con rabia el papel, pero no tuvieron el valor de romperlo. Quería atesorarlo, era lo único que ahora poseía de el.
Mientras se encontraba sumiso en sus pensamientos, alguien tocaba la puerta de la alcoba. La puerta chilló y detrás de ella apareció ella, hermosa como siempre, traía puesto un hermoso vestido en tonos cálidos y un recogido en el cabello. Se acercó sigilosa, tratando de sorprenderlo, pero el ya había notado su presencia desde que esperaba tocar la puerta.
- Hola cariño, te extrañe en la cena. Sus brazos rodearon su cuello, sentía su respiración caliente en su oreja. Se mantenía inerte en sí silla tapizada color rojo, siendo indiferente a la actitud melosa de su prometida. Con fastidio retiró sus brazos de el y se levantó dando pasos fuertes que resonaban en el piso de la habitación. Dio un par de vueltas ante la mirada confundida de Mary, siendo ella la que habló por segunda vez.
- Pasa algo querido? Has estado muy distante desde hace ya unos días. Su semblante cambio a uno mucho más serio y cruzó los brazos esperando la respuesta del príncipe.
Este continuaba dando vueltas por la habitación, hasta que paro en seco y finalmente la miró.
- Porque no me consultaste para echar a jim del palacio?
Esta pregunta tomo por sorpresa Mary que se limitó a mirarlo fijamente y abrir ligeramente la boca.
- Pero, cariño, no pensé que fuera relevante... - Si lo es! El repentino cambio en la voz del príncipe hizo sobresaltar a Mary, quien dio un pasó hacia atrás.
- No me levantes la voz Frederick. No puedo creer que le hables de ese modo, solo por un sirviente que para ti debe ser indiferente. Era un incompetente, por eso lo heche. - El siempre velo por tu bienestar. Estoy harto que hagas y tomes desiciones que no te corresponden, fui yo quién lo trajo al palacio, no tu. Por lo tanto yo debía decidir si se quedaba o no.
Sus ojos fulminarón al joven quien había enrojecido por la rabia y el disgusto. Caminó rápidamente hacia el y en el momento en que sus ojos se encontraron frente a frente, Mary soltó una bofetada en la mejilla del príncipe.
- Que está pasando contigo Frederick?
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