Prólogo

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No puedo estar a punto de perderla de nuevo—es lo primero que se me viene a la mente en cuanto abro mis ojos. Sus ojos están llenos de lágrimas, puedo ver sangre en el suelo pero no logro reconocer de quien es. Siento un dolor insoportable en el abdomen que inmediatamente hace que me lleve la mano derecha hacia la zona. La oscuridad del pequeño departamento al que irónicamente llamamos hogar hace que se me sea casi imposible distinguir las cosas con claridad. Algo aturdida, me giro hacía Kate para intentar sonreir, pero es como si todos mis sentidos estuvieran en mi contra. 

Mierda, la estoy cagando de nuevo. 

Kate grita algo que se me es indescifrable mientras agarra la botella de alcohol a mi lado y la tira con tanta fuerza que todos los pequeños pedazos que se golpean contra la pared quedan regados por el suelo. 

— ¡Niki, reacciona!— me pide Kate casi en un ruego. Mi cuerpo reacciona solamente cuando puedo notar la sangre deslizándose por los brazos de Kate. 

¿Qué mierda? 

Sacudo el rostro solamente para fijarme en sus piernas, también manchadas de sangre. Ahora la vista se me está haciendo un poco más clara; solamente para fijarme en su rostro manchado de tierra y... 

Mi corazón comienza a latir con tanta fuerza que apenas soy capaz de respirar. Trago saliva y me acomodo en mi asiento. Kate sigue rogándome casi a gritos que le diga algo... Cualquier cosa...

—Kate— es lo único que logra salir de mi boca. Ella estalla en llanto aún más y me agarra del brazo intentando tirarme hacia la salida; entonces mi rostro se vuelve a girar hacía donde estaba antes. Y ahí está. 

Ahí está el arma, justo a los pies de mi amada. Nada de lo que había ocurrido había sido un sueño. Todo era real, podía jurarlo. 

Lo había jodido todo. 

Y a pesar de saber que probablemente será el fin; a pesar de saber que nada de esto podría salir bien, el único pensamiento que se me viene a la mente es cuidar a Kate. Quiero que esté a salvo; quiero que esté bien. No puedo seguir ahogándola en mi mierda. No es justo para ella. No es lo que acordamos cuando nos vinimos; cuando decidimos seguir estando juntas. Una vez más, mi increíble habilidad para hacer de todo un desastre ha salido a flote, y ahora no soy yo quien está pagando una condena; es Kate. 

La tomo del brazo, en un impulso casi inconsciente por hacer algo por ella. La tomo del brazo intentando llevarla hasta donde está el baño. 

— ¡¿Qué estás haciendo, Niki?!— su tono de voz me resuena en la cabeza como si estuviera viviendo veinte resacas juntas. 

Ambas nos detenemos en seco cuando escuchamos la sirena de policía acercarse al departamento.

Trago saliva mientras giro lentamente mi rostro para encontrarme con los desesperanzados ojos de Kate mirándome fijamente. 

— Lo siento...— digo en un hilo de voz. 

— Niki..— su voz entre cortada se hace susurro.— ¿Cómo pude importarte tan poco?

NOSOTRAS (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora