Primer día de Universidad; bueno, algo así. Lo único que sé por el momento es que voy dos minutos tarde a mis clases de francés, clases que Niki, por supuesto, no ha tenido que tomar. Mis pies se mueven tan rápido por los corredores de la enorme Universidad de Lyon. La antigua arquitectura se abre paso ante mis ojos, los miles de estudiantes caminando alrededor de mí. diciendo un montón de cosas que siento que nunca lograré entender; Ay, que me lleve la vida rápido. A veces me pregunto por qué tuvimos que venirnos tan lejos de donde estábamos, pero luego recuerdo que de vuelta en nuestro mundo nuestro amor es prácticamente un delito.
— ¿La sala A-76?— le pregunto a una niña que va tranquilamente caminando por los pasillos de la universidad. Ella frunce el ceño, obviamente sin entender nada de lo que digo.
Ruedo los ojos. Necesito con urgencia alguien que hable español, y por sobre todo, necesito una Vivian en este lugar. No me importa qué tan lindo y grande sea y que tan antiguas sean las paredes, no llevo ni un segundo aquí y ya me estoy comenzando a estresar. Me pregunto qué estará haciendo Niki en su primera clase; podría apostar todo mi dinero a que encontró la sala mucho más rápido que yo. Es más, podría apostar que ya se hizo al menos dos amigos.
Miro mi reloj un poco frustrada; ya estoy comenzando a sudar y en menos de cinco segundos desbordaré en llanto.
En el momento exacto en el que mi teléfono comienza a sonar lo contesto; quizás Niki no pueda resolverme la vida desde donde está, pero su voz siempre ayuda a que me calme un poco.
— ¿Qué tal va todo preciosa?— su voz suena al otro lado del teléfono y siento unas ganas incontrolables de abrazarla. — ¿Kate? ¿Estás bien?— Incluso estando del otro lado del teléfono puede saber que algo sucede.
— Es que no encuentro la sala— suelto en un suspiro.
— Voy para allá...
— No— la detengo antes de que pueda terminar su oración— Necesito hacerlo sola, Niki.
Sé que no la he convencido mucho, pero después de unos segundos, casi puedo visualizar en mi cabeza a una Niki asintiendo.
— ¿Cuál era el número de tu sala?
— A-76.
— Vale, vale... Pregunta por A-soixante-seize.
— Soixante-seize— saboreo en mis labios— Te amo— antes de que ella pueda decir algo más, corto el teléfono y repito la frase en mi cabeza para que no se me vaya a olvidar.
Soixante-seize, soixante-seize, soixante-seize....
— ¿Soixante-seize?— detengo a una chica que va dando vueltas una manzana. Ella se queda de pie y me echa un vistazo de pies a cabeza. Sus ojos medios verdosos son tan profundos que me estremezco un poco. Su cabello es corto pero puedo distinguir unos cuantos rulos desordenados por encima de su cabeza. Mis ojos bajan accidentalmente hasta el corte que tiene en una de sus cejas y luego a sus gruesos labios. Ella medio sonríe. — Soixante...— intento volver a preguntar, pero ya me he olvidado completamente de lo que venía después. — Mmm..— comienzo a hacer un siete y un seis con mi mano en un fallido intento de que ella me entienda.
La chica me extiende su tatuada mano y me demoro unos cuantos segundos en entender que me está pidiendo la hoja que tengo en las mías.
— Si, claro— se la entrego y me golpeo suavemente la frente. No me acostumbro a que nadie entienda lo que tengo para decir.
La chica observa la hoja durante unos cuantos segundos, como si estuviera mirando mi horario completo. Asiente con el rostro y comienza a caminar. Me quedo marcando ocupado durante unos instantes pero luego asumo que quiere que la siga así que comienzo a caminar detrás de ella, ¿Acaso no habla o qué? Bueno, da igual. Mientras me ayude a encontrar mi sala.
Le doy un vistazo a mi reloj; me he perdido un cuarto de la clase. Vale, quizás un poco menos. Nunca he sido muy buena para fraccionar el tiempo, lo único que sé es que me daré una vuelta a la universidad después de esta clase para no volver a estar perdida.
Mientras camino rápidamente por los pasillos de la universidad alzo la vista hasta dónde se encuentra la chica. Algo en ella me causa intriga, o quizá me gusta encontrar misteriosas a las personas. Es como si supiera que la estoy mirando porque automáticamente se da la vuelta a mirarme. Un color rojo intenso se apodera de mi rostro e inmediatamente bajo la vista hasta mi falda escocesa de color crema. Me aclaro la garganta como si fuera a decir algo pero no digo nada, simplemente suspiro. De la nada, todo se ha vuelto completamente incómodo.
Mi silenciosa acompañante se detiene en seco después de unos minutos de caminar buscando la puerta. Ella abre la puerta de golpe como si fuese dueña del lugar; el sonido de la puerta chocando con la pared hace que me sobresalte un poco, al igual que todas las personas que se encuentran al interior de la sala de clases. Nuevamente mis mejillas toman un color rojizo y mi mirada se desvía hacia el suelo por unos instantes.
— Le traje una estudiante— de una vez por todas puedo escuchar la voz de la chica, y para mi sorpresa, en español. La quedo mirando algo desconcertada y desde donde estoy puedo sentir como se ríe interiormente de mí.
— Gracias Olivia— una mujer de unos cincuenta años me señala una de las butacas para que tome asiento. Yo quedo mirando a la chica. A Olivia.
— Adiós Kate— leo sus labios antes de que desaparezca de la sala. No recuerdo haberle dicho mi nombre.
El estomago se me revuelve; algo en ella me recuerda a la antigua Niki, y no estoy segura si me gusta. Lo único que sé es que no me disgusta.

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NOSOTRAS (completa)
Ficção AdolescenteSEGUNDA PARTE DE LA NOVELA "ELLA" Nueva universidad. Nuevos amigos. Nueva vida...¿Nueva relación problemática? Niki y Kate acaban de llegar a Francia, y justo cuando pareciera que su relación no podría ir mejor, los fantasmas del pasado de Niki apar...