Lyon

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Al sureste de Francia, la capital de la región Ródano-Alpes es la tercera ciudad más grande del país, con una población que ronda los 1 300 000 habitantes— me giro hacía Niki para asegurarme de que esté prestando atención a lo que estoy leyendo. Mis pies descansan sobre su regazo mientras los ojos de ella lentamente se van cerrando. Podemos sentir el cansancio hasta en el lugar mas recóndito de nuestro cuerpo; tres días de vuelo y una semana de recorrer la ciudad han sido suficientes para dejarnos completamente devastadas. 

Miro a mi alrededor mientras escucho a mi corazón latir con tanta fuerza que siento que en cualquier momento se saldrá de órbita; creo que son las cuatro paredes más pequeñas que he visto en toda mi vida.  La ventana hacía la  13 Rue d'Austerlitz nos indica que estamos en el centro de Lyon, y  lo que es más importante, a tan solo 3.7 kilómetros de la universidad de Lyon (veintidós minutos en bicicleta) y aunque parece no ser exactamente el lugar más cercano a nuestra próxima casa de estudios, este pequeño estudio sin ninguna habitación además del pequeño baño al fondo del lugar fue todo lo que pudimos encontrar. Nuestra cama en la esquina derecha del departamento se encuentra paralela al pequeño sillón gris en el que estamos recostadas ahora, ubicada en la esquina izquierda del lugar y justo en frente de la pequeña cocina. Al menos el enorme edificio cuenta con servicio de lavandería y secado y por qué no decirlo, también un reluciente gimnasio al que probablemente nunca iremos.  Hemos tenido que acomodar nuestra ropa en pequeños estantes que están casi pegados a la pared y en este momento agradezco haber escuchado a mi madre cuando recomendaba que  no traiga tantas cosas conmigo; ahora ni siquiera sé donde colorar mis cuadernos porque la mesita de centro ya está bastante ocupada con mi laptop. 

— Iremos encontrando el espacio— me dice Niki como si pudiera leer mis pensamientos. Giro mi rostro hacia ella solo para darme cuenta de que está haciendo un enorme esfuerzo por mantener un ojo abierto. 

Suelto una pequeña risa y deposito un suave beso en su mejilla mientras observo como lentamente se va quedando dormida. Su aroma a lavanda sigue ahí; incluso su chaqueta militar está colocada suavemente en el respaldo del sillón y un escalofríos me recorre el cuerpo al darme cuenta de la mía, depositada justo al lado. 

Es nuestro hogar. 

Iremos a la universidad. Iremos a ver a la hermana de Niki; conoceremos a su sobrina. Estudiaremos hasta tarde y dormiremos hasta más tarde. Pediremos pizza cada vez que tengamos dinero y saldremos a fiestas juntas.  Niki ya no se tiene que ir a ningún lugar; todo lo que necesitamos está justo aquí, en este pequeño departamento en Lyon.

Niki comienza a roncar tan despacio que apenas puedo escucharla, entonces me salgo lentamente del sillón para dejarla dormir durante un rato y miro por la ventana; ya se está haciendo de noche, los autos dejaron de pasar tan a menudo e incluso las personas están comenzando a desaparecer. Desde donde estoy yo, en el cuarto piso del edificio, puerta número 340, todo se va un poco más pequeño.  Y no puedo evitar pensar en aquellos días en los que yo me sentía pequeña estando al lado de Niki. Todo lo que tuvimos que pasar solamente para estar juntas. 

La llamada del WhatsApp de mi teléfono comienza a sonar tan escandalosamente que me veo obligada a correr hacía el pasillo para no molestar a Niki en su profundo sueño.

—¿Hola? 

— ¿Cuando vuelves?— ruedo los ojos mientras suelto una pequeña risita. El corredor está helado y una fuerte corriente de viento se atraviesa por donde estoy, así que simplemente me llevo mis manos hacia mis brazos intentando darme a mi misma un poco de calor.

— Acabo de llegar, Vivian.

—Lo sé— dice ella, dejando salir un enorme suspiro— Esta ciudad no es lo mismo sin ustedes. No es justo que cuando yo llegue tu ya te hayas ido. 

NOSOTRAS (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora