Capítulo IV: Inesperado

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Todo el hotel estaba silencioso. Eran alrededor de las dos de la mañana. Desde el pasillo próximo a las habitaciones de la cuarta planta se veía la zona de restaurantes del piso de abajo. No habían muchas personas, solo algunas pocas parejas que se quedaban conversando hasta tarde y escuchando al hombre que tocaba una suave composición en un piano Yamaha clásico de cola. Las luces que iluminaban los largos pasillos eran lámparas colgantes que producían una mezcla de colores entre los matices azules y los violetas, ofreciendo una combinación excelente con el resto de la decoración. Resaltaba una copia la escultura de un gran oso blanco de yeso (L'ours blanc) haciendo honor la obra de François Pompon. Los pequeños jardines de pasillo estaban clasificados por especies y había para todos los gustos, plantas grandes y pequeñas con olores muy específicos y sobresalientes, como el ciclamen que estaba en las zonas de más sombra, donde la luz no afectase y así también resaltaran sus espléndidos colores rojo y rosa. Tomando las escaleras hasta la planta baja y saliendo hacia los exteriores se encontraba la piscina infinita principal, era sorprendente ver el agua llegar a sus límites y no desbordarse; allí también había personas, algunas chapuleteando y otras alrededor del bar que quedaba justo en medio del agua. Se oía de fondo la canción "You're the inspiration", un tema famoso de Chicago. El hotel tenía carreteras interiores para que los autos tuvieran acceso fácil a toda la instalación, así como a los parqueos. Los demás caminos eran de piedras medianas y grandes que formaban algo parecido a un mosaico, así como los de la antigua Italia. Y lo más impresionante para contar estaba justo al otro lado de las puertas del elevador cuando este te dejaba en el piso más alto. La vista desde allí era magnífica, se podía ver toda la costa y el brillo de la luna sobre la superficie del mar, no habían paredes ni techo, sino solo una cúpula de cristal muy resistente. Ese lugar era permitido solo para la persona que lo reservara durante su estancia. Sí, alguien VIP con el suficiente dinero como para permitírselo. También contaba con un jacuzzi (hot tub) para los amantes del hidromasaje, un telescopio, una cabina de audio con sonido envolvente y otro bar más pequeño, además de unas luces tenues blancas y azules que adaptaban el lugar para hacerlo más acogedor durante la noche.

Había algo en común en cada zona del hotel y eran promociones constantes que aparecían, sobre el festival de playa del día 29 a las 5pm, o sea, la tarde del día siguiente. Todos los del hotel estaban enterados de eso, aunque a la mayoría de los de primera clase no se veían muy interesados en participar en una de esas "fiestecitas de arena", no iban a permitir que su reputación se viera forzada a caer por festejar junto a gente ilegal, sin techo e incluso sin moral. Así de retorcido es como algunos, y resalto que solo algunos, pensaban de los pobladores de las zonas vecinas.

Al día siguiente, en la tarde se preparaba Esteban para el festival. Como siempre algo retrasado con el tiempo. Sale del baño, con la toalla en la cintura. Acomoda su pelo frente al espejo. Revisa el closet, se pone una camisa blanca de mangas largas y tela muy fina, la abotona hasta solo unos centímetros por encima del pecho y se recoge las mangas. El pantalón que escogió era un gris fresco, que dejaba descubiertos los talones y los zapatos eran POLO, de color blanco. Toma el elevador hasta la planta baja y se dirige a los parqueos subterráneos del hotel, donde lo esperaba Frank, que iba a alquilar un descapotable plateado de la marca BMW.

- ¿Listo?- dice Esteban acercándose lento con las manos en los bolsillos.

- Nací listo. Vamos tarde, pero tú como siempre te lo tomas con calma, te toca conducir. Llevaré este coche, quiero impresionar.

-Okey- entra al coche- ¿algún motivo en especial al que se deba tu impaciencia? ¿Quedaste con alguien?

-¿Qué?- se asombra y le pone la mano en la cabeza a Esteban- hoy va a tocar James Blunt en el festival, por eso lo anuncian tanto en todas partes- Esteban abre los ojos impresionado- es algo sorpresivo nena!, nadie se lo espera, ahí está el asunto.

-¿Cómo es que lo sabes tú?- frustrado y extrañado

-¿Dudas de mi gran poder de intuición?

-Jaja seguro lo has leído en Internet. Si el mismo James Blunt viniera a cantar a Los Ángeles ya lo supiéramos.

-Di lo que quieras Steven, di que estoy loco, ya no me molesta que lo pienses. ¿Qué tal mi atuendo?

-Me gusta, es algo.... moderno- lo dice con cierta duda

-Mira, no me gusta el racismo tío, si no me queda según tú porque soy moreno me lo dices- apunta con el índice la cara de Esteban, retándolo. Frank andaba con una camisa azul muy claro, una pajarita, unos shorts azul oscuro y un sombrero playero.

-No! no quería insinuar eso- sonríe- Enserio está moderno ese estilo, es perfecto para la ocasión si tu objetivo es impresionar a Blunt y resaltar en el público- dice con sarcasmo entre risas.

El festival se hacía a solo unosmetros de la costa. Esteban sobre el BMW se abre paso entre la gente y parqueaen la arena. Clark y Marcos llegan luego. Había muchas personas, hasta genteque no hablaba inglés incluyendo a algunos brasileños que vieron los anuncios yse unieron. La fiesta era temática, se podría decir que al estilo de Hawái. Fácilmentese distinguían las chicas bailando hula al compás de los ukeleles. Vendíancomidas exóticas con ingredientes naturales y los cocineros usaban coronashechas con palmas. También había unos chinos que no se acomodaban a la temáticay ellos cocinaban gatos, insectos y bichos raros para venderlos. Había muchoscocos por todas partes y artistas que vendían sus pinturas abstractas,esculturas en bronce, jarrones de barro. Algunos otros anclaron sus faroles debambú a la arena y cuando llegó la noche los encendieron con fuego. Era unafiesta enorme y en la parte de atrás un guitarrista español dedicaba unacanción de Melendi para su bailarina.

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