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El chico caminaba hacia un hotel, hacia la habitación que arrendó. Sus manos temblaban, sudaba y miraba hacia todos lados, de vez en cuando se apoyaba en las paredes para no desmayarse, debía llegar a la cama que necesitaba.
Entró con desesperación a la habitación y dejó que los días pasaran en ese pequeño departamento.
Un jueves por la noche ocurrió algo distinto, el chico había sacado rápidamente una bolsita plastica de su mochila. Cualquiera, incluso el diría:"No son simples semillas de girasol".
Se tiró sobre su cama y comenzó a beber una pequeña botella de vino; cuando la terminó abrió la bolsa plastica, suspiró y comenzó a tragarse las semillas, una por una.
Rapidamente comenzó a tragarse las semillas de a dos, de a tres, de a cuatro, esa bolsa no tenía fin.

El joven siguió tragando aquellas semillas de girasol que tanto le hacían bien, tragaba y tragaba. Su cuerpo estaba lleno, su estomago necesitaba algo más, otra forma de semilla que ke deje la misma sensación de droga, eso le ayudaba a olvidar su realidad de colores borrosos.

Llegó a un punto en el que su mente perdio el control de su cuerpo y se desplomó crudamente en la cama de el hotel. 
¿Por qué nadie llegaba a su rescate?

Estaban tocando la puerta, pero nadie respondía, el recepcionista insistía en que el chico no había salido de la habitación desde que llegó, hace exactamente dos días y trece horas.
¿Quién lo buscaba?

Al despertar todavía estaba solo, rodeado de antidepresivos, su boca exausta de tragar tantos sabores cercanos pero todos amargos.

¿Donde se habían ido las semillas que tragó ansiosamente? ¿Por qué había sangre en sus brazos?
El dolor era punzante, directo, rigido y penoso, tal como era el mundo sin sus alucinógenos en caja que recetan en todo psiquiátrico.

El repetía la misma frase que todo el mundo en su día a día, estoy bien, estoy bien, estoy bien, estoy bien, estoy bien, estoy... 

¿Donde se encontraba el suave ronroneo de su felino hogareño para acompañarlo?
El hotel y su casa parecían igual de lejanos, pero ambos todavía estaba ahí, existiendo.

Se levantó de la cama gris llena de manchas café oscuro, el color de la sangre congelada y seca que salió de sus muñecas y piernas.
El sabía ocultar su dolor sin necesidad maquillaje.

Caminó hacia el baño de baldosas rotas, abrió la llave de la ducha, mientras el agua calentaba, comenzó a quitarse la ropa con lentitud, ya nada le importaba.
Solo tenía un sueño, y era desaparecer.

Con el alma rota, las manos tibias, las piernas fragiles y el cuerpo delgado se entró en la ducha.
No necesitaba shampoo, ni acondicionador.
Se quedó parado bajo el agua que corría.
Se había relajado, hasta que el agua se escurrió por sus brazos hasta sus muñecas, el dolor comenzó de nuevo.
No podía vivir sin recordar su sufrimiento.
¿Cuando iba a terminar todo esto?

Cerró la llave.
Salió del baño con el cuerpo goteando.
Buscó sus semillas, tragó unas tres al mismo tiempo.
Buscó un arma del fondo de su mochila.
La acercó a su boca.
Comenzó a tiritar.
No pudo continuar.
Tiró la pistola al piso.
Lloró desesperadamente.
¿Cuando iba a terminar ese ciclo?

Hasta que encuentren mi cuerpo, acostado en el suelo me preguntaré ¿qué no hice bien?
Ahora me siento bien.("Bien-Sous Sol")

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Song:
Bien-Sous sol
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Una Noche De CuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora