Al fin pude acariciar todo su cuerpo sin impedimento alguno. Estaba muy tensa y supuse que se debía a su propio orgasmo suplicando por ser liberado. En un movimiento rápido invertí nuestras posiciones y quité la venda de mis ojos.
Mis pupilas demoraron unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad y fue entonces cuando pude observarla debajo de mí, con sus labios separados y su pecho subiendo y bajando en señal de que ya se encontraba hiperventilando.
-Es mi turno de jugar...-
Taylor
Ya no podía aguantar más mi propio orgasmo. Necesitaba ser tocada y atendida por mi morena. Mis fluidos estaban mojando mis piernas hace ya varios minutos. Desde aquel momento donde la escuché suplicarme por más del fruto rojo en su entrada. Este juego estaba siendo muy placentero para ambas, y eso me tenía totalmente estimulada. Mis orejas ardían y mis mejillas quemaban. Mis manos ya no respondían con suavidad, puesto que mis dedos agarrotados ya no me obedecían. Laura se sentó sobre mí y pude sentir aquel calor en su entrepierna, efecto del orgasmo que había tenido y eso alborotó mis sentidos. Comencé a sacudirme debajo de ella y podía ver como su sonrisa iluminaba mi cuarto. Su piel relucía sobre la tenue luz que se filtraba por la ventana. Aquel sudor en su piel lo había probado ya un millón de veces, pero jamás había reparado en la manera tan exquisita en que se dejaba ver a través de la semi-oscuridad que nos envolvía. Mis ojos la recorrieron completa antes de corresponder a su juego. Antes de clavar mi mirada en el verde oscuro de sus ojos.
-Lau... ya no aguanto. Necesito venirme. Te necesito. - solo deseaba ser tocada. Sabía que con solo introducir sus dedos en mí me llevaría al clímax en tan sólo unos segundos. Mi centro vibraba con cada palabra y gemido que podía pronunciar y eso la estaba divirtiendo al parecer.
-Ten paciencia. Créeme que me tendrás. – Dicho esto sentí sus dientes rozar mi vientre.
Levanté la vista para ver como mordía mis bragas hasta bajarlas más allá de mi intimidad. Sus ojos fijos en los míos provocaron que contuviera el aliento hasta que retiró la prenda por completo y se recostó sobre mí. Jadeaba descaradamente sobre mi boca y en mi cuello. Sus finos dedos pasaron por mis muslos haciendo que mi piel se erizara con cada caricia, desde mis piernas hasta mi abdomen. Su lengua descendió a mis pechos y una vez más sus dientes mordieron ligeramente mis pezones dándome una descarga de placer que me hizo abrir la boca en búsqueda de aire. Mis manos cobraron vida de nuevo para sujetarse a su trasero con fuerza, acercando su sexo al mío para calmar el calor que sentía desbordarme.
-Lau...yo... ¡Ya casi!! Me vengooo...- Anunciarlo no lo hacía menos estimulante. Por el contrario, escuchar mi propia voz tan gutural empezó a vibrar muy dentro mío. Todo mi cuerpo quemaba. Mis dedos fueron directos a su mano obligándola a bajar hasta mi centro, hasta donde más anhelaba su toque. Pero ella se resistió a complacerme.
-Aún no Tay. – Su voz sensual y el aire fresco que expulsó con sus palabras contrajo mi estómago y mis pechos. -Déjame jugar a mi ahora- y otra vez su boca incendiando mi piel por cada rincón donde lamía, succionaba y mordía.
Intenté suplicar por mi liberación, pero se incorporó por completo dejándome absolutamente expuesta al aire frío que caló mis huesos y músculos sin piedad alguna. Levanté la vista para ver cómo se alejaba hasta tomar aquella venda negra del suelo y volverse hacia mí con avidez. Cubrió mis ojos y anudó el paño detrás de mi cabeza. Yo solo la dejé hacer. Era lo justo, después de lo que yo me había divertido con ella.
-Ahora es mi turno de jugar. Y aunque sé que vas a adivinar enseguida... también quiero probar algo nuevo en ti. - Aquella voz me devolvió el calor corporal que había perdido por su lejanía. Esa voz grave que me desarma al instante me trajo de nuevo hasta ella.