Sus manos acariciaron mis mejillas y en un rápido movimiento se sentó sobre mí aprisionando su cuerpo al mío que ya se aferraba al abismo. Fue entonces donde pude notar aquella urgencia por acariciar su piel y recorrerla con mis manos. Obviamente eso no me estaba permitido justo ahora y por eso mis dedos se flexionaban de manera constante siguiendo los movimientos que harían de gozar de libertad. Mis extremidades ya se encontraban acalambradas y la tensión en el ambiente era evidente.
-Hora de jugar. -
Casi me ahogo del placer. Mi garganta se cerró de inmediato en un intento por aferrarse a la cordura y lógica que aun quedaba dentro mío. El calor fue aumentando entre nosotras mientras Piper se frotaba descaradamente contra mi cuerpo. Su pelvis rozaba mi entrepierna y sus manos se hundieron en mi cintura haciendo que los nudos y ataduras en aquellos sectores me estimularan aún más, si eso era posible. Mi corazón desbocado quería escapar de mi pecho y la humedad en mi ropa intima empezó a hacerse evidente. Con cada vaivén de sus caderas me mojaba un poco más hasta que no pude resistirlo y empecé a emitir gemido tras gemido en un intento por exteriorizar aquello que su roce me estaba causando. Mi boca solo podía pronunciar su nombre seguido de incoherencias suplicantes. Piper bailaba sobre mi cuerpo y mis piernas y brazos necesitaban envolverla entre ellos, tanto así que los nudos y ribetes empezaron a quemarme muy dentro. Aquel ardor me prendía fuego. No era una sensación dolorosa, por el contrario, me sorprendía a mi misma buscando intensificar esa experiencia. Hacía presión en mis venas y lo estaba disfrutando.
-Piper... ¡por favor!... ¡Sigue amor! ¡Te necesito! - ya no sabía controlar mi lengua. Las palabras salían solas.
De pronto Piper se bajó de la silla y se quedó observándome por unos segundos que me parecieron milenios lejos de su piel.
-Dime que quieres que haga Al. - se movía sensual y empezó a despojarse del liguero lentamente torturándome de impaciencia. Mi mente perversa se activó en ese segundo. Si ella quería que le dijera lo que necesitaba, así lo haría. Sin tapujos ni temores.
-Sigue así bebé. Baila para mí. Baila sobre mí. Sin ropa. - sólo se deslizaron por mi lengua y labios como si con ello pudiera recorrerla a ella. Saborear cada suave sacudida que su cuerpo me regalaba.
Piper se removió nerviosa y quitó despacio su liguero y luego su baby doll, pero dejó su ropa interior unida a su piel justo donde más me apetecía sentirla.
-esto...-Dijo sosteniendo sus bragas -aún no me lo quitaré. Debes rogarme por ello. – Su atrevimiento me calentó mucho más y empecé a sentir un sutil aroma a jazmín y jengibre que activó mis sentidos. Pipes sólo reía ante mi expresión.
Mis ojos se abrieron más de lo normal y mi lengua recorrió mis labios buscando humedecerlos un poco. No comprendía de donde provenían esos aromas, pero estaban relajando mi cuerpo y quemándolo a la vez. Mi rostro era un gran signo de interrogación y mi mujer sólo tenía esa expresión de aquel niño que a cometido una travesura y se sabe descubierto.
-Son aceites aromáticas. Se activan con tu calor corporal Al. - su risa inquieta me dieron a entender que sabía de lo que hablaba. -Están en las cuerdas amor. - Listo. Estaba oficialmente pérdida. Mi esposa era Afrodita y Ares combinados. No me dejaría escapar. Y pensándolo bien... no quería escapar. De eso se trataba en gran parte todo este ritual.
-ok... ¡me encantan! Ahora ven aquí. Muévete para mi Piper. - la miré lo mas provocativa que pude y logré que volviera a su posición sobre mis piernas.
Esta vez sus movimientos eran mas bruscos y rápidos. Sus jadeos ya se confundían con mis gemidos logrando crear la más bella sinfonía que mis oídos pudieran escuchar. Mi pelvis se movía a su compás levantándose de la silla para tener más acceso a su centro y su humedad se dejaba ver a través de la tela de su ropa interior. Pero aun así no cedía. Sus brazos se enredaron en mi cuello y su baile se tornó mas sexual, frotando su sexo en cada sector de mi cuerpo al que tenia acceso. Sus piernas envolvieron mi muslo izquierdo y empezó a estimularse sin dejar de clavar sus ojos en mi boca y sus uñas en mi cuello.