Capitulo 33

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Semanas Antes del capítulo anterior...

ㅡ Tengo un trato para tiㅡ le dijo.

Martín miró curioso a su primo quien estaba parado frente a él. Estaba con una blusa blanca y con unos pantalones negros ajustados, los que más le quedaban bien. Observó de arriba a abajo mientras esperaba a que Diego siguiera con la propuesta con su mirada provocativa. Amaba cuando Diego cruzaba sus brazos de forma seria, como si estuviera algo molesto por algo pero al mismo tiempo seguro en todo lo que iba a decir. Miró finalmente a los ojos violetas que permanecían adustos.

ㅡ tengamos sexoㅡ escupió.

Martín se ahogó con su propia saliva por el impacto de las palabras del peli negro, se estaba ahogando de verdad, no paraba de toser y su garganta con suerte podía trabajar bien pues su cerebro todavía no terminaba de procesar lo que había escuchado.

ㅡ ¡¿ah!?ー soltó, casi como un grito agudo y ahogado. Estaba completamente confundido.

Se esperaba cualquier otra cosa menos esas dos palabras que escuchó salir de la boca de Diego. "Una vaca cayó en el techo" "Me corté la mano" "Puedo volar" "Tengo vagina" "Tengo un coco más grande que el otro", todas esas frases sin sentido tenían aún más sentido que aquella que había dicho Diego. Sí. Pues aquella frase era imposible que hubiera salido de la boca de Diego. O eso pensó. Pero ya lo había escuchado y visto salir de aquella pequeña y carnosa boca rojiza, por lo que pensó que se trataba de una broma o una burla que su primo le estaba haciendo.

ㅡ A cambio, quiero que ames a Javierㅡfinalizó.

Ahí estaba la trampa.
Martín pudo por fin tomar aire algo más tranquilo, aún tosiendo, pero pudo tomar el control de si mismo al darse cuenta de las razones por lo que Diego le había ofrecido aquello.
Vale, no era un mal trato, realmente amaría tocar el cuerpo del pelinegro lascivamente, ver su cuerpo desnudo y escucharlo decir su nombre entre gemidos. Sí, lo había soñado muchas veces, y de esas veces, en casi la mayoría deseó que hubieran sido reales; más que un simple sueño. Sería cumplir sus sueños más profundos. Pero al mismo tiempo no podía aceptar aquel trato tan impuro. Sabía que no iba a cumplir su parte.
La verdad es que, era un hecho que NO iba a cumplir su parte pues... se iba a enamorar más de Diego o eso es lo que se imaginaba. Y ahí estaba el problema. Podía mentirle a su primo, decirle que si iba a cumplir parte de su trato aún cuando no se enamore de Javier como tenia que hacer. Así que terminó por sonreir. Obviamente iba a aprovecharse.

Al estar sentado en el sillón, trató de alcanzar las piernas que estaban frente a él para que estas se acercaran y cayeran en sus muslos y acomodarlas. Quedaron ambos frente a frente, dedicándose miradas frívolas y lascivas. Ambos, en el fondo, querían aceptar el trato.

ㅡ tenemos un tratoㅡ confirmó con su sonrisa pícara.

Sus bocas se unieron desesperadamente después de que ambos escucharan sus latidos encenderse. Se comieron la boca casi como dos leones hambrientos. Movieron sus lenguas y mordieron sus labios de forma provocativa. Estaban en un maldito sillón, pero para ambos ya daba lo mismo si era un sillón o el piso. Estaban ambos besandose y abrazandose de forma apasionada. Por primera vez Diego estaba libremente aceptando los besos y caricias de Martín sin detenerle. Pero no lo hacía porque deseaba tener sexo, no, lo que realmente deseaba en ese minuto, Diego, era que después de toda aquella noche Martín se aburriera de él. Quería terminar así las cosas. Quería envolver y ahogar sus verdaderos sentimientos en un beso silencioso para luego enviarlos a sus sueños más dulces. Quería convertirse en un paño que absorviera los sentimientos de su primo para guardarselos en lo más profundo de su corazón. Quería romper las cadenas que los unían, aún cuando solo tenía una sola llave que era solo para uno de los dos. Iba a liberarlo, eso es lo que pensaba, pues odiaba tener que ver a su primo y a Javier sufrir tanto por su culpa. Era un obstaculo para ambos. Asi que besó con más fuerza, ahogando sus lagrimas y penas que estaban a punto de salir, abrazó el cuello de Martín para acercarlo más y más a él para sentir el calor que lo consolaba. Sintió las manos morenas adentrarse por su blusa clara y subir por su espalda. Se llenaba de sensaciones tan especiales que no podía describirlas. Escalofríos, miedos, alegrías, tristezas, nostalgia, sonrisas, calor, delicadeza, dulzura, aire. Eran tantas cosas que lo invadían que su corazón no lo podía soportar, sentía cada beso que daba Martín en su cuerpo mantenerse como llamas eternas, y cada gota de sudor como un frío río que pasaba por cada esquina de su piel. Su corazón estaba feliz, saltaba rápidamente y no se podía mantener tranquilo cada vez que chocaba con las miradas del rubio. Escuchaba el sonido de sillón crujir cada vez que se movían o cambiaban a otra posición. De alguna forma no pudo parar de decir el nombre de Martín aquella noche. Era tan dulce los roces y las caricias que daba el de piel morena que no podía evitar perder la cabeza.
Martín se tomaba su tiempo, lo hacía con delicadeza y mucho amor. No había parte del cuerpo de Diego que no había besado, pero no lo podía evitar. El cuerpo desnudo que ahora estaba sobre él le encendía de un modo inexplicable. No solo de forma erótica. Su corazón se sentía caliente y alocado, como si estuviera mirando algo realmente perfecto, como una especie de ángel. Oh, Dios, estaba tan enamorado que no evitaba sonreír al escuchar salir gemidos de la jugosa boca de Diego, y más, cuando escuchó salir su nombre bajo esos labios. Estaba loco. Quería comerlo por completo, y no entendía por qué. Quería entregarle su propio cuerpo. Quería que se unieran. Sentirse. Amarse. Besarse. Abrazarse. Quería todo de él y aquello lo volvía loco. Quería consumirlo por completo.
Los labios se convertían en una droga, y el roce de sus cuerpos lo que más le hacía perder la cabeza. Miraba cada detalle del desnudo cuerpo que yacía ante sus ojos, habían cicatrices en muchas partes que nunca se hubiera imaginado. Aunque había visto en ocasiones a su primo semidesnudo, nunca pudo notar con detalle las ligeras curvas que tenía ni aquellas marcas en su cuerpo que parecían arder, lo último no recordaba mucho haberlo visto antes. Besó cada una de esas partes con dulzura, mientras preparaba a su primo para lo que se venía con sus mojados dedos. Eran cortes, moretones, golpes y marcas de algún objeto que marcaban la espalda, piernas y estomago de su primo. Era doloroso verlo, y no pudo evitar recordar a Javier quien también tenía heridas en el cuerpo cuando hicieron aquello. Entonces recordó lo que hizo y se sintió culpable. Paró sus besos y miro el rostro de Diego. Ambos se miraron. Acarició el cabello ajeno con cariño y luego acarició su rostro con su largo pulgar.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2019 ⏰

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El Chico Suicida [Yaoi/Gays] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora