Prólogo

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  Merlín era un joven estudiante de preparatoria, un joven muy alegre. Era del tipo de chicos que le agrada a todos por su pureza y porque su corazón no conocía la maldad. Le lanzaba sonrisas a cualquier persona con la que se comunicara e intentaba ayudar a los demás siempre que podía.

  Merlín había nacido en un pueblo del Reino Unido, creció sin un padre y solo con su madre. Fue así hasta que debió empezar con sus estudios, por lo que su madre lo envió con su tío Gaiuss, un médico pasado en años quien le enseñó toda esa amabilidad con la que el chico creció.

  Merlín tenía una enorme facilidad para hacer amigos, todo eso gracias a la amabilidad que emanaba el mismo. Sin embargo, no todo el mundo sabía apreciarla correctamente y lo veían más bien como un chico ingenuo y torpe.

  Era de día una mañana antes de entrar al instituto. Merlín caminaba por los pasillos cuando se encuentra con uno de sus compañeros de clase, un joven llamado Gwaine.

—Hola, Merlín —dijo este, tirándole una sonrisa.

  Merlín le respondió con una sonrisa aún más grande —¡Gwaine! —casi gritó por todo el corredor acelerando para ir directo a abrazarlo.

  Los dos jóvenes eran los mejores amigos, siempre se los veía juntos y divirtiéndose. Así fue desde que Gwaine conoció a Merlín, éste le debía la vida al de ojos celestes, ya que, de no haber sido por Merlín, Gwaine habría terminado por un serio problema de adicción a las drogas. Claro que para ese entonces era un hecho pasado, pero para la mente de Gwaine, jamás podría olvidar a aquél jovencito que le enseñó la luz.

—Debemos ir a clases— dijo, rompiendo el abrazo que tenían y culpándose por eso.

  Merlín asintió —dime, ¿hiciste tu tarea? —le preguntó al más alto.

Gwaine lo miró con cara de "¿había tarea?". Podía ser bueno en los deportes, pero Gwaine no prestaba tanta atención en las clases. Merlín a menudo lo regañaba por eso, pero ese "enfado" duraba 2 segundos antes de que se arrepienta al ver los ojos de cachorro que el otro le ponía.

—Bueno, está bien, copié una extra por si lo olvidabas, pero es la última vez Gwaine…

  Gwaine puso cara de felicidad y a continuación abrazó a Merlín. De no haber sido por él, probablemente ya lo habrían echado de la escuela.

  Los dos fueron al salón. Merlín prestó atención a la clase, claro, mientras Gwaine no lo distrajera con sus payasadas. Durante el recreo, se cambiaron de salón, pero no tenían en la misma aula, si no que Gwaine tenía en la de enfrente, así que se despidieron, al menos hasta la salida.

  Era temprano, faltaban unos minutos antes de que llegara el profesor de historia, el cual siempre se retrasaba por algún que otro motivo.

  Otro joven se sentó junto a Merlín —Hola, Merlín — le comentó este.

—¡Lancelot!— Merlín siempre expresaba esa felicidad cuando alguien lo saludaba, sin importar quien sea, aunque Lancelot también era un buen amigo de este.

  Ambos jóvenes se saludan con un abrazo. Estos dos eran muy cercano, casi tanto como con Gwaine. Eran amigos hace años, desde que Merlín salvó a Lancelot de una pandilla. Bueno, fue él y los conocimientos que Gaius le dio sobre primeros auxilios básicos.

—¿Qué me cuentas?— le preguntó Lancelot.

—Bueno, lo de siempre— respondió Merlín —ayudar a estudiar, ser amable, ayudar a Gaiuss.

—Merlín, es típico de ti ser tan generoso. Ojalá algún día podamos devolverte todo lo que nos das —respondió, haciendo que Merlín se sonroje un poco.

Merlín (Harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora