Cap 6: Una llamada.

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Menos 23 horas para el juicio.

El sujeto está sentado en la esquina derecha de la celda. Una celda bastante grande para una sola persona. Es la tercera comida que le sirven por la escotilla; aún no come. Uno de los cirujanos lo mira por el vidrio de la puerta de acero.

-Necesitamos que hable- Dijo el cirujano al guardia que resguardaba la puerta.

-¿Y cómo planea hacer eso, señor?- Respondió el guardia. El cirujano no desvió la vista del sujeto.

-Con una llamada.

Menos 9 años, 364 días, 8 horas y 43 minutos para el juicio.

-Papá, no tienes que darme un beso cada que vaya a la escuela. Tengo doce. Ya no soy una niñita- Dijo Marceline a su padre. Él sonrió y le apretó los cachetes.

-Cuando tu cara sea más grande que mis manos, entonces dejarás de ser mi niñita- Respondió él. Ella frunció el ceño. Él le besó la frente. –Haz de hoy un gran día- Le dijo a Marceline mientras bajaba del vehículo. Ella se despidió agitando su mano desde fuera del carro. Él la miró con orgullo. Qué hermosa se veía su pequeña con su nueva mochila de Stranger Things y sus coletas amarillas. Se parecía a su madre. Qué hermosa había sido su madre. Qué lindo le quedaba el amarillo. Qué horrible su partida. Sonó el teléfono.

-Detective Velázquez, lo necesitamos en la casa G1-08 de la calle 13 con avenida Bolívar.

-Voy para allá- Contestó.

Se dirigió hasta la dirección pautada. Era una muy linda casa de dos plantas. Toque rústico, contemporáneo. Piedras en la entrada. "Familia Andrade Gómez" se leyó en la puerta. El detective Velázquez bajó el rostro.

-La madre de la niña sigue sentada en la cama. No la hemos podido mover. Está en estado de shock- Dijo el oficial al mando.

-Bien, pues no queremos ser bruscos, venimos a ayudar- Contestó Velázquez. Llegó hasta la habitación. Natalia sostenía el cadáver fresco de Nohemy. La arrullaba y tarareaba una canción de cuna. Velázquez la miró. No sabía quién estaba más muerta. Se acercó lentamente hasta ella, y se agachó a su lado. Natalia aún no lo veía. Tenía la mirada fija al frente, se balanceaba, y tarareaba.

-Natalia- Dijo con voz ronca, sonando casi como un susurro. Natalia volteó a mirarlo rápidamente.

-¿Antonio?

-Lamento tu pérdida, de verdad- Contestó Antonio. Ella lo miró y se le llenaron los ojos de lágrimas. –Sé que estás mal, pero, necesito que colabores conmigo, para poder entender esto. ¿Puedes hacerme ese favor?- Natalia lo miró, miró a su hija, fría. Ya no estaba. Se fue, y no sabía cómo ni porqué. Natalia soltó a Nohemy de a poco, se puso de pie lentamente, Antonio también. Ella tomó aire profundamente luego de tanto llorar, y soltó.

-Vamos- Contestó.

Desquicio sin nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora