Menos 9 años, 364 días y 4 horas para el juicio.
Natalia llegó a la preparatoria donde estudiaba su hija mayor. Iba con el cabello desarreglado y ropa de casa, con unas botas para trotes que consiguió de primero en el armario. Bastante peculiar en ella, hay que admitir. El portero se le quedó mirando extrañado, no sin antes darle los buenos días. Natalia no solía salir tan descuidada. "Ha de tener algún problema", pensó. Natalia llegó directamente a la administración.
-Necesito que me digan en qué salón estudia Richard Álvarez- Dijo de golpe Natalia, colocando sus manos sobre el escritorio. La coordinadora Katherine Vidal la miró de pie a cabezas un par de veces.
-Buenos días, señora Andrade- Dijo Katherine.
-No estoy para formalidades, es algo de urgencia- Replicó Natalia.
-¿Y qué tipo de importancia?- Preguntó de vuelta Katherine. Natalia lo pensó un momento. ¿Qué podía contestar? ¿Qué sospechaba de un adolescente por la muerte de su hija? En caso tal de que Nohemy hubiese decidido quitarse la vida por él, ¿Cómo lo inculparían a él si no estuvo allí? Natalia respiró profundo.
-Mi hija Suzie le dejó un trabajo que deben entregar ahora en la mañana en la clase de biología, y me dijo que se lo diese a él personalmente- Respondió, ahora un tanto más calmada. Katherine la miró con sospecha.
-Le diré que venga Natalia- Contestó Katherine. –Por favor, aguarda en la sala de espera.
-Está bien. Gracias, y disculpe.
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-Hace mucho calor hoy- Dijo la niña a su nuevo amigo. Ya tenían un par de meses tratando, y él solía salir más cada vez. Esta era su tercera vez en la semana, y aún era jueves. Quizá la apatía solo es una reacción a la soledad.
-Pues, para mi está bastante bien- Contestó el niño.
-Si tan fresco estás, ¿Te parece si hacemos una carrera?- Dijo emocionada la niña.
-No soy bueno en los deportes, y lo sabes bien- Replicó él, bajando la vista a un libro de filantropía que tenía en las piernas.
-Vamos, no seas cobarde. Te daré ventaja- Retó y propuso la niña.
-Entonces no sería carrera- Dijo él sin levantar la vista.
-Consideralo piedad- Contestó orgullosa la niña.
-No me gustan las limosnas.
-Pues quedarse sin hacer nada es pedirlas indirectamente- Respondió la niña. El niño quedó bloqueado por un momento. Ella lo miró con compasión. Debió haberlo herido. Él sonrió, y cerró el libro.
-¿Carrera hasta el árbol?
Menos 9 años, 364 días y 4 horas para el juicio.
Natalia volteó a la izquierda. Un chico de muy buen porte la miraba directamente. Al notar que Natalia lo miró, echó a correr. Natalia, por casi instinto, se levantó y fue tras él.
-Detenganlo- Gritaba Natalia, aunque en realidad no sabía quién era ese chico ni porqué corría. El chico tropezó con un par de chicos, haciendo que ambos cayesen con él. Natalia lo levantó, tomando del cuello de su camiseta. -¿Eres Richard Álvarez?- Le dijo, casi gritando, al chico. Él, nervioso, asintió con la cabeza. -¿Y por qué corrías, eh, Richard?
-Ok, está bien- Dijo Richard tartamudeando. –Le explicaré todo, pero por favor, suélteme- Natalia miró a los lados; todos la veían. Soltó al chico.
-Está bien, habla- Le dijo.
-Está bien- Dijo él, acomodando su camisa. Metió su mano en el bolsillo rápido y sacó una navaja. Natalia puso los ojos como platos. Richard la miró, y enterró la navaja en su propia yugular. Cayó muerto en el acto. A Natalia se le cristalizaron los ojos, y los gritos de las personas alrededor comenzaron a surgir. La sangre corrió hasta los pies de Natalia. Sangre que corrió una vez por sus venas, mientras corría huyendo de ella. Ganaste la carrera, Natalia.
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Desquicio sin nombre.
Short Story*Esta novela no ha sido editada ni redactada. Falta desarrollo de personajes, cambio de nombres, etc. Dudo que alguien la lea de momentos, pero es bueno aclarar* Natalia, una madre soltera de cuatro revoltosos, se ve atrapada en una serie de suceso...