Cada día las conversaciones eran más constantes. Nos pasábamos todo el día hablando como si estuviéramos juntos. Nos contábamos todo lo habido y por haber. Nos hicimos preguntas que nadie pensaría, nos llegamos a conocer como con nadie más. Nos abrimos al otro de maneras que no imaginaba y menos con él. Poco a poco fue llevándose un poco de mi resistencia, pero de forma tan experta, tan sutil, que no lo relacionaba con la realidad.
Cada vez que un mensaje suyo me llegaba, una estúpida sonrisa me aparecía. Sus mensajes me hacían reír, ya fuera porque decía una gilipollez o por su forma descarada de hablarme, pero me reía. Y me encantaba su forma de decirme las cosas sin rodeos, de ser sincero con todo. Estaba siendo bastante egoísta porque disfrutaba de él, así como seguía con mi pareja. Pero lo cierto era que en mi mente estaba todo tan bien ordenado que no quería ver el caos asomando.
Sabía que algo pasaba, créeme que lo hacía, pero estaba muy ciega para ver la realidad. Debes entender que mi cabeza funciona basada en el orden. Planifico mucho las cosas para poder rendir al máximo. Entonces que un factor altere mis planes me descoloca. Aun así, lo hizo. Durante los primeros días hablando nos contamos muchas cosas, de esas típicas que se saben todas las parejas.
Nuestras conversaciones empezaban a las nueve de la mañana y acababan a las tres de la madrugada. Era como tenerlo siempre conmigo. Así lo sentía yo. Si echo un poco la vista atrás, me doy cuenta de que quizá me dejé muchas cosas por conocer de él, pero muchas otras las conocía. Aunque en verdad, eran las importantes porque saber el color favorito o el número de pie no importa porque sabes lo que le gusta y sus sueños y aspiraciones.
De hecho, a lo largo de mi vida he conocido a mucha gente. Alguna vino para quedarse y otra no duró apenas, pero lo cierto es que, si lo piensas bien, saber ciertas cosas de la persona no importan cuando al final te sacan una sonrisa por el simple hecho de hablar contigo o de querer conocerte.
Por eso esta fue la primera fase, la primera de muchas. Porque nos hablábamos de todo, porque me deseó suerte cuando la necesité y me apoyó cuando estaba mal. Durante el transcurso de los días me fui dando cuenta de que hablaba más con esta nueva persona en mi vida que con quien era mi pareja. Y ahí es cuando me fui dando cuenta de que quizás quería algo más. Quería ser el primer plato no el segundo y quería que me dijeran esas cosas que a toda chica le gusta oír. Porque estas eran las cosas que además de querer, necesitaba.
Aun así, mi orden establecido en el cerebro no me dejaba avanzar. No me dejaba saber que estaba en un sitio sin sentido y que merecía más. Por ello, sutilmente fui cayendo, cayendo por él y entrando en la segunda fase en la que pensar en él se convirtió en mi afición favorita.
ESTÁS LEYENDO
La chica del caos [COMPLETA]✔
Short StoryHola, me llamo Kate y esta es la historia de cómo cambiaron mi orden por todo un caos. ¿Quieres saberla?