La tercera fase estaba aquí. Había decidido aparecer para evitar que volviera a reconstruir mi orden interior. Empecé a ser consciente de mis sentimientos tal vez demasiado tarde o tal vez en el momento en que debió ser. Él sabía que yo necesitaba mi tiempo, que yo no estaba lista y nunca presionó. Y, el día en que fui consciente, en que de verdad sabía sobre mis sentimientos, fuimos plenamente nosotros.
Nos vimos durante más días, llegamos a compartir cosas demasiado personales, demasiado nosotros. Llegamos al punto en el que el uno sabía del otro más que de sí mismo. No estábamos para ponernos etiquetas, no estábamos para nada de eso. No queríamos estropear lo que teníamos. Simplemente queríamos vivirlo día a día, minuto a minuto, momento a momento.
En mi mente, hasta ese momento, no concebía la idea de que se pudiera estar sin saber en qué estabas, pero con el transcurso de los días de verano me di cuenta que sí. Al final la etiqueta de novios, amigos con derechos, o lo que queráis ser son sólo cosas de la sociedad y que no definen como te sientes respecto a esa persona. Y eso lo descubrí gracias a él porque me di cuenta de que era la persona en la que confiaba lo suficiente para entregarme sin problemas y abrirme a él. Y aunque había puntos en los que aún no estaba lista, él estuvo ahí esperando por mí.
Pese a saber todo esto, yo seguía queriendo que fuera mi novio. Seguía queriendo que lo fuera todo. Aun así, no me corría prisa y prefería disfrutar. Sabía que teníamos poco tiempo antes de separarnos brevemente así que lo iba a exprimir al máximo. No es que nos fuésemos a separar porque a él le pasaba algo o porque tuviera que vivir lejos, sino que más bien fue por cuestión de vacaciones. Así como yo me había ido antes, él marchaba ahora.
Así que disfrutamos los días que tuvimos, pero yo notaba que algo había cambiado. Notaba que él estaba más distante, más cerrado en su mundo. Conforme se acercaba el día de que se tuviera que ir, más distante estaba. A principios de agosto, y a tan sólo dos días de que se fuera lo hablamos. Me sinceré sobre cómo me sentía, me sinceré acerca de todo y le abrí el corazón, aunque tenía miedo de que me rechazara.
Por suerte no pasó nada malo. Lo hablamos con calma y siendo completamente sinceros y transparentes. Hablamos de que quería cada uno y me di cuenta de algo. Durante todo el principio de nuestra relación, él había sido quien siempre iba con sus sentimientos por delante. Él me había perseguido, había sido quien tomó la iniciativa y yo sólo me había dejado llevar. Que, aunque para mí había sido un gran paso, uno muy importante, sabía que no era suficiente. Sabía que tenía que dar más.
Él marchó, por dos semanas, pero estuvo ausente. Hablábamos todos los días, nos llamábamos y volvimos a estar bien, sin la distancia que se había interpuesto días atrás. Pese a ello, sabía que era mi turno para mover ficha. Sabía que debía ser yo la que demostrara que lo quería todo. Que iba a por todas. Era el momento, la entrada de la cuarta fase, mi momento para reconquistarle.
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La chica del caos [COMPLETA]✔
Short StoryHola, me llamo Kate y esta es la historia de cómo cambiaron mi orden por todo un caos. ¿Quieres saberla?