No candle, no light for you

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Miguel suspiró, mientras se mantenía allí, de pie. Con Rubén frente a él.

– ¿Qué? – soltó el castaño, su expresión confundida.

El menor negó, desviando la mirada – Tenemos que afrontarlo, ya no hay nada en nuestro futuro, Rubius. – murmuró, sus ojos llenos de lágrimas.

Lágrimas que no dejaría caer.

Rubén negó, pasándose las manos por el pelo – ¿Por qué lo dices? – cuestionó –. Quizás estás viendo las cosas mal, quizás no sabes lo que quieres y-

– No – Miguel le cortó –. Sé lo que quiero Rubius, pero tú no. No puedes mantenerme a tu lado, y yo no puedo mantener tus mentiras – dijo, dolor en sus palabras.

– Mangel...

– Aguante tanto, todas y cada una de tus mentiras. De tus te amo vacíos, pero ya no más – suspiró, limpiando su rostro –. Se acabó.

La desesperación inundó a Rubén, quien comenzó a caer internamente por un vacío insoportable. – No puedes – balbuceó –, no debes irte. Aún podemos salvarnos, lo sabes.

– Basta – Miguel le cortó, dolor en su corazón –. Afrontamos muchas cosas, Rubius. Esta es una de ellas. – le miró, perdiéndose en esos ojos verdes que tanto amo.

– Después de todo lo que pasamos... – Rubén susurró con dolor – ¿Así acaba?

– Te lo advertí – Miguel dijo, comenzando a caminar hacía Rubén. Lo amaba tanto y a la vez sabía que no era correcto hacerlo, porque debía irse. Debía partir. Lo suyo ya no funcionaba.

– Eso no sirve de nada, arriesgamos tanto. ¿En serio todo eso no sirvió de nada? – Rubén preguntó. Ahora las lágrimas recorrían su rostro.

Una expresión de lástima cruzó por el rostro del pelinegro – Hubiese sido feliz con ella. – dijo, sintiendo el peso de sus palabras.

El castaño negó, podía aguantar que dijese que había hechado todo a perder. Pero eso no. Con ella nunca sería feliz.

– No digas eso... – murmuró, un pequeño sollozo escapó de sus labios – Jen no es ni será igual que tú. Jamás podrá estar a tu altura...

Miguel suspiró – Es hora de dejar esto.

Rubén sollozó – ¿P-por qué?

Recuerdos. De aquellos días dónde jugaban videojuegos juntos, cuando se asustan por cosas sin sentido y cuando se conocieron. Tantos momentos juntos, tantos años conociendo lo más mínimo del otro.

Y ahora todo se acababa.

¿Por qué?

– Quizás... – Miguel comenzó diciendo, pensativo – porque las cosas no estaban destinadas a ser, porque seguiste viéndome como tú amigo a como tú pareja, porque jamás supiste como decir que me amabas...

Suspiró.

– Y cuando lo decías, sonabas tan vacío.

Rubén asintió, cayendo en su intento de mantener a Mangel con él.

Lo dejaría ir.

– ¿Se acabaron mis opciones? – preguntó, lloroso y roto. Miguel asintió.

No hay más luz para ti.

Finalmente, Miguel se dio la vuelta, cambiando hasta la puerta del departamento. Saliendo, sin decir una palabra.

Rubén sollozó en grande cuando la puerta se cerró. Lamentando, que Miguel tuviese razón.

No había más luz para él.

Rubelangel - [One Shots/More]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora