El nuevo mundo

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Jean estaba llorando sobre el cuerpo muerto de Silvino

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Jean estaba llorando sobre el cuerpo muerto de Silvino. No podía creer que él hubiera muerto. Varias imágenes, recuerdos, saltaron a su memoria. No podía dejar de mirar el cabello negro de Silvino, ensangrentado, su pecho abierto, las ranuras a través de sus muñecas colgantes. Vio puntos negros y trató de respirar.

Silvino tenía sangre por todo el frente de la camisa. Deslizó sus manos bajo su cabeza, apoyándola en su regazo se sintió aterrorizada, un miedo de niña, como cuando tenía cinco años y había roto una lámpara invaluable de su madre. Nada, ijo una voz detrás de su cabeza, podrá hacerlo levantarse.

-Silvino-murmuró, tocando su cara-, Silvino, soy yo.

-Está muerto-dijo de pronto una persona poniendo su mano en su hombro. Ella tragó saliva llena de miedo. Levanto su mirada para ver a Dylan, él la miraba de soslayo.

Los brazos de Jean se cerraron alrededor de Silvino.

Hubo silencio.

Silvino jadeo de pronto, haciendo que Jean sollozara. Ella gritó de nuevo y lo abrazó con más fuerza. Tenía los ojos en blanco aterrorizados. La miro y estiró la mano. Ella no estuvo segura de sí estaba tratando de tocar su cara o si más bien no la reconocía y quería golpearla. Ella devolvió su mano a su pecho y entrelazó la suya entra la de Silvino. Sus manos se cerraron en las de ella, cuando miró hacia abajo, vio que estaban llenas de sangre de su camisa y de las lágrimas que había estado derramando sin darse cuenta.

Él aferro sus manos. Respiró hondo, haciendo un ruido como de un auto descompuesto, entonces, no volvió a respirar

Dylan estaba de pronto junto a ella, diciéndole algo al oído, pero Jean no lo escuchó. El sonido del agua corriendo, como de una ola grande, gracias a las tuberías rotas por la pelea de ambos, llenó sus oídos. Miró a Dylan, que gentilmente trataba de quitarle las manos del cuerpo de Silvino, sin muchos resultados. Jean estaba sorprendida. No sentía estar aferrándolo con tanta fuerza. Dándose por vencida, Jean se levantó dejando a Silvino en el suelo. Jean abrazó a Dylan mientras lloraba la muerte de su mejor amigo.

Un sonido se elevó sobre todos, un sonido que no se parecía a nada que Jean hubiera oído antes...como un golpeteo rítmico desde dentro de la tierra, como si de pronto los latidos de la tierra se hubieran vuelto audibles.

¿Qué pasa? Pensó Jean, y entonces el suelo debajo de Silvino se comprimió y se puso negro, como si hubiera fuego encima de él. La tierra comenzó a bambolearse como si estuviera sobre la superficie de un océano intranquilo. Grietas aparecieron en la superficie. De pronto salieron volando, montones de plumas negras de un caído. De pronto Silvino tomó una gran boconada de aire y volvió en sí. Se levantó de golpe.

El cuerpo de Silvino se tensó, cada músculo tieso bajo la piel, como hierro.

Él giró la cabeza y Jean vio sus ojos. Estaban e blanco, sin vida. Con una rápida vuelta la tiró al suelo y sacó su daga.

Ángeles Caídos: Costa del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora