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–¿Qué sucede? –preguntó el rubio.

–Nada, en realidad ya nada, aunque esto se volvió un Déjà vu

–Si mal no recuerdo después de hablar ese día para ti acabo bastante bien, vamos puedes confiar en mí.

–Lo sé, es solo que tengo algo de miedo.

–¿Por qué?

–¿Qué sucede si no soy suficiente para él?

–¿Por qué piensas que no lo eres?

–Sigo siendo un mestizo, su madre no va a aceptar una unión entre nosotros.

–Puede ser que lo seas pero dejando eso de lado sigues siendo el heredero de la ancestral y noble casa Prince, Walburga Black es una gran amiga de tu madre, realmente no creo que le interese eso de ti.

–Me asusta que ella quiera alejarnos porque conozco a Sirius y va a querer seguir conmigo aunque deba dejar a su familia y, me conozco a mí, no lo voy a permitir.

–Y yo conozco a Walburga y estoy seguro de que cuando vea la manera en que Sirius ha cambiado lo aceptará, puede ser una mujer muy estricta pero ama a sus hijos, lo he visto en su mirada, y si sabe que él es feliz contigo lo entenderá

–¿Debo preocuparme de encontrarlos solos y sin nadie alrededor? –preguntó Sirius.

–Hablando del idiota, mira que se asoma.

–Mi querido Lucius, el refrán no va así –dijo Sirius para defenderse.

–Lo sé, y la corbata se hizo para que le hagas un nudo y tú la cargas como quieras, no eres quien para exigirme hacer algo correctamente, con permiso –Lucius le dio un apretón en el hombro a Severus y se retiró, dejando a la pareja sola.

Sirius se acercó al ojionix y lo abrazó, a pesar de que fue correspondido sabía que había algo que le molestaba a su serpiente.

–Toda mi herencia por saber que ocurre en tu infinita mente –dijo mirándolo a los ojos

–Pensaba en todo lo que ha cambiado estos últimos meses

–Eso es bueno, ¿Verdad? –preguntó con temor

–Sí, lo es.

–Ya me tenías aterrado –sonrió y le acomodo el cabello– ¿Vamos a sentarnos bajo nuestro árbol que no es nuestro pero al mismo tiempo si lo es?

Severus comenzó a reír, en ocasiones cuando Sirius hablaba cosas como esas es que se preguntaba realmente que era lo que le gustaba de ese tonto.

–No tenías que decir todo eso del árbol que es nuestro sin ser nuestro.

–Lo sé, pero te he sacado de tus pensamientos y eso es un logro para mí.

Y luego Sirius respondía cosas como esa donde se notaba el cariño que le tenía y comprendía que aunque pudiera cambiar algo de él no lo haría. Caminaron tomados de la mano y se sentaron, Severus comenzó a leer y en algún punto se dio cuenta que su acompañante estaba cansado y se detuvo

–¿Por qué dejaste de leer? –dijo con un puchero.

–Estas cansado, recuéstate, leeré cuando despiertes.

Sirius obedeció, coloco su cabeza en el regazo de Severus quien comenzó a hacerle mimos en el cabello, causando que el ojigris se durmiese. La serpiente lo miraba mientras le acariciaba el rostro. ¿Cuándo fue que todo cambio tanto? ¿Cómo fue que había aceptado a Sirius? Severus se perdió en sus pensamientos.

CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora