Tras el éxito de encontrar la flor Alstroemeria y de regresar sanas y salvas de esa misión.
Además de esa misión, tuvimos más tareas, pero de menor calibre, como por ejemplo, el incidente en nuestro jardín que hicimos este verano todas las alquimistas en el vergel de las mandrágoras.
Creíamos que fue el enmascarado quien había robado las flores que habíamos plantado en el jardín del vergel y quería tomar venganza por lo que le hicimos la última vez.
Pero no fue así.
Todo fue una broma perpetrada por dos de nuestras compañeras más queridas; pero no lo hicieron por maldad en el robo de las flores que había sido una excusa perfecta para celebrar una fiesta sorpresa en honor a las guardianas que habían participado en el cuidado del jardín de la Guardia de Absenta, sino para recordar esta velada y disfrutar a lo grande del último día del mes de julio. Después en unas horas, se nos unió nuestro jefe para aumentar la diversión de la velada alquimista.
Pasaron dos semanas de aquello.
En un día caluroso a mediados del mes de agosto, me encontraba en la sala de alquimia y estaba realizando una poción de empequeñecimiento por orden de Ezarel, mi jefe, quien me iba a preguntar después de que viniera de la importante misión y secreta impuesta por Miiko. No se fue solo, también le acompañaron Valkyon y Nevra.
Estaba muy concentrada hasta que alguien abrió la puerta de la sala, fuertemente, y miré quien era; pero al girarme, di sin querer a la mezcla ya terminada y se me cayó la sustancia encima de mi pie. No vi la cara de la persona quien abrió la puerta.
Solté una maldición y todo a mi alrededor se lleno de humo.
Tan pronto como apareció el humo, desapareció al instante.
Miré a mi alrededor y alguien parecía que había apagado la luz, pero no era así.
Estaba cubierta por mi propia ropa grande.
Me había hecho pequeña.
«Si Ezarel se entera de esto, me va a matar»
─Sarys, ¿dónde estás?
─Aquí, Hels...─dije, mientras intentaba salir entre mis ropas, pero era imposible salir de ese laberinto de ropas.
─¿Dónde aq...? ¡Ah, aquí estás!
Hels me sacó de las ropas que llevaba antes puesta y me coloco en otra mesa que no estaba la mezcla que me había empequeñecido, mientras yo me tapaba con un top de arriba que me servía de protección a mi desnudez total.
─Sarys, ¿qué has hecho para que seas como Pulgacita, eh? ─me preguntó y, al mismo tiempo, se estaba riendo a carcajada limpia.
─He tenido un pequeño accidente, Hels... ─me puse de morritos─, porque una persona no ha llamado la maldita puerta...─le espeté, pero no serviría enfadarme, ya que el daño estaba hecho. Además no sabía quién fue el/la que abrió la puerta tan de repente. No le vi la cara ya que paso todo muy rápido. Así que suspiré, pesadamente, hasta contar a diez para tranquilizarme de los nervios que me había controlado hace unos instantes—.Hels, ¿has visto alguien cerrar la puerta de la sala de alquimia?
Hels se puso a pensar por la posición que tenía—: No vi a nadie, cuando entré en esta sala, solo te oía a ti, pero no te veía, te busque hasta que tú me contestaste...—Hels dejo la postura pensativa y me miró─: Bueno, vamos a ver a Eweleïn para que te ausculten. Ven... ─Asentí. Me puso la palma hacia arriba para que yo pudiera subir en su mano. Me subí a su mano. Sentí un pequeño vértigo al mirar abajo, pero me agarré al dedo gordo de Hels y, al mismo tiempo, miré de enfrente. Se me paso el vértigo.
Menos mal que la sala de alquimia y la enfermería solo estaba a un paso. Nadie que era conocido me diría nada. Llegamos a la enfermería, Hels llamó a la puerta y una voz femenina detrás de la puerta contestó con un "adelante".
─¿Qué ha pasado? ─nos preguntó Eweleïn, mirando a Hels primero y luego a mí aunque fuera pequeña, ella me veía.
─Se le ha caído una poción encima por pensar en las musarañas...
─No es cierto que no pensaba en las musarañas, solo estaba concentrada en la poción y perdí la atención porque alguien abrió muy fuert...
─Bueno, chicas. Vamos hacer una cosa. Hels pon a Sarys en la camilla y ve a donde está Miiko y qué venga. Si está en una reunión no la moleste. Yo le diré todo después...
Hels asintió y salió de la habitación. Solo nos quedamos en enfermería Eweleïn y yo.
─Estoy bien, Eweleïn...
Ella no me contestó ni me hizo caso de que estaba bien, me auscultó de arriba abajo unos minutos. Después ella rompió la voz del silencio.
─Todo está bien.
─Ya te dije que estaba bien.
─De momento lo estás, Sarys, pero...
─¿Pero qué? ─le insistí a que me lo dijera.
─La poción en la que estabas trabajando, es una sustancia muy potente y que tiene efectos negativos en tu cuerpo. Si continuas de esta forma puede llegar a desaparecer por completo.
─¿QUÉ? ¿Pero hay un antídoto, verdad Eweleïn? ─le pregunté a Eweleïn, asustada.
─Sí, hay una manera de que seas la misma de siempre ─sonrió a medias, pero luego se puso seria de nuevo─.: Sin embargo, no tengo todos los componentes para hacer el antídoto, hay que ir al bosque y buscarlos.
─¿Cuánto puedo durar hasta que hagas la poción? ¿Qué efectos negativos puedo tener?
─Los efectos negativos pueden ser dolor de cabeza, fiebre, palpitaciones y cansancio. Sin el antídoto, puedes durar entre cuatro o cinco días como mucho...
En ese momento, la puerta se abrió para mostrar a Hels que iba acompañada por Elsha, Heath e Izula.
─Eweleïn, he ido a buscar a Miiko y ella estaba en una reunión con Kero e Ykhar. Se pasará por aquí dentro de una hora. De camino aquí me encontré con Elsha, Heath e Izula y le explique lo que había pasado a Sarys en la sala de alquimia.
Eweleïn asintió y explicó a los que estaban presentes lo que me ocurría, salvo los efectos negativos, que me lo había dejado a mí para explicárselos a mis compañeras en su momento.
Eso lo agradecería, ya tenía que liar con mi aspecto que tengo a los demás.
─¿Cuándo partimos?
─Vosotras podéis partir esta tarde, yo me reuniré con vosotras en la gruta o cerca de ella. Creo que deberías en proponer a más compañeras que se una a vuestra causa...
─Casi todas las alquimistas que se unió en buscar la flor Alstroemeria, están en misión...
─¿Podéis pedir ayuda a guardianas de las otras guardias?
─Buena idea, Eweleïn ─contestó Izula con una cálida sonrisa.
─Sí, le preguntaré a Straxia. Si puede venir con nosotras...
¬─Perdona por la interrupción, chicas, pero tengo un problema....
─¿Qué clase de problema tienes, mi Pulgacita?
─Hels no te metas así conmigo...
─Es que estás muy mona así, Sarys ja ja ja,...
Las demás ya miraban a Hels con miradas serias, diciendo que ya era suficiente la broma y Hels calló, aunque a duras penas, se le escapaba una sonrisa traviesa en los labios.
─¿Qué problema tienes, Sarys? ─me preguntó Heath y, a la vez, mirándome.
─Mi ropa...Porque espero que tengáis ropas de mi talla, ya que no pienso salir desnuda por ahí o con estas pintas. ─Me miró a los pies descalzos y después al top que estaba a modo de toga para taparme mis atributos nobles.
─Tranquila, Sarys. La tenemos, pero...─comenzó Eweleïn con una sonrisa picara.
─¿Pero qué?
─Pero no va a ser gratis...
─Genial...
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Mi pequeño accidente
DiversosEsta historia es la continuación de un juego de rol que hicimos todas las alquimistas en un juego del vergel de Mandrágoras de la Guardia Absenta (Vergel Vivo). Sarys estaba concentrada en una poción en la sala de alquimia, hasta que perdió la conce...