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Estaba sentada a lo indio sobre mi cama mientras tenía el pc delante de mí, no paraba de mirar una y otra vez twitter para intentar no ponerme nerviosa, ya que mañana sería el concierto de Fall Out Boy, al cual iría con mi mejor amiga. Miré la hora y, corriendo, abrí la ventana de mi cuarto.Entonces, escuché la voz de mi madre desde abajo.

-Abbie ¿por dónde va a entrar Lylan?

-Por la venta... -de pronto alguien pasó sus manos por mis hombros, atrayéndome hacia su pecho.

- ¡Que vamos a ver a Falete!-dijo mi amiga, gritándome en el oído.

-Vale, ya sé por dónde ha entrado.-mi madre contestó desde abajo y Lylan empezó a reír para luego tirarse de espaldas a mi cama.

-¿A qué hora salimos?-me preguntó, mientras yo cogía mi mochila de Nirvana y echaba cosas para el día siguiente.

-Sobre las 4 de la mañana o así.

-Perfecto.-aplaudió y se levantó, quedando sentada.-En mi mochila solo llevo chocolate, agua y la cámara.

-Qué extraño, chocolate.-reí y metí por último mi cámara, mañana al irnos cogería unos bocadillos que mi madre nos había preparado.

-El chocolate es necesario, imagínate que nos da un golpe de calor y nos mareamos, ¿eh?

-Querida amiga, estamos en invierno y para mañana ha dado lluvia.-reí otra vez y me tiré sobre mi cama a su lado-.No vamos a dormir, ¿verdad?

-Teniendo en cuenta que son las 10 de la noche y nos vamos a las 4, no, pequeña.

-Bien, pues hasta las 4 ¿noche de Teen Wolf?

-Noche de Teen Wolf.

Nos pasamos las siguientes horas comiendo palomitas y donetes, comentando la serie en un tono nada agradable para mis adormilados padres y riéndonos tanto que nos sujetábamos la tripa en un vano intento de aplacar el flato. Yo llamaba a Lylan Stiles, y ella me llamaba a mí Scott. Nuestra malsana obsesión por esa serie no hacía más que unirnos, al igual que nuestra malsana obsesión por muchas otras cosas. Llegaron las tres y media de la madrugada y nuestras ojeras pedían ayuda a gritos, pero estábamos más despiertas de lo que habíamos estado nunca. Nos vestimos, nos peinamos y cogimos las mochilas, aparte de un poco de dinero para camisetas y el viaje. Intentando hacer el menor ruido posible, es decir, sonando como seis bombas nucleares una detrás de otra, salimos de mi casa en dirección al tren que nos llevaría al estadio. Yo me mordía las uñas, Lylan jugaba con su colgante de sinsajo; cada una intentaba aplacar los nervios en la medida de lo posible. De la mano, llegamos al lugar. Mis rodillas estaban a punto de fallarme, y mi amiga estaba pálida como la leche. Ahí estábamos, por fin, después de tanto tiempo.

Había varias colas: una de pista, una de grada general y una de grada numerada. Llegamos a la cola de pista y nos sentamos en el suelo. No llegaba nadie, aunque había unas cincuenta personas delante nuestra. Pensamos que habría mucha más gente, pero al parecer solo eran ellos. Hablamos un rato con los chicos que estaban delante nuestra, eran realmente simpáticos. Casi todos dormían, nosotras compartíamos cascos en el móvil de Lylan. Con Mayday Parade de fondo, apoyé la cabeza en el regazo de mi amiga y ella apoyó la suya en la pared en la que estábamos, aunque no dormimos nada. A las seis, empezó a llegar más gente. El tiempo corría, nosotras pedimos a los chicos que nos guardaran el sitio e íbamos dando vueltas por todo el recinto. A eso de las seis y cuarto, Lylan me pegó un pellizco en el brazo.

-¿Qué mierdas haces, gilimema?- pregunté, girándome enfadada.

-A menos cuarto.-susurró- A. Menos. Cuarto.

Giré la cabeza hacia mi izquierda y di gracias al Señor por tener ojos para ver a esos dos chicos ante nosotras, mis bragas bajaron al subsuelo. Mire a mi amiga, que solo le faltaba que se le cayera la baba. Eran dos, uno rubio (cuya cara me resultaba tremendamente familiar) y otro teñido, más bajo y pálido.

-Lylan joder, me han robado las bragas.-mi mente solo pensaba en los diferentes saltos del tigre que le quería hacer al chico que iba teñido, el rojo le sentaba tremendamente sensual.

-Creo que ya se quién es el padre de mis hijos.-Lylan suspiro y yo reí.

-Volvamos a la cola.-dicho esto, retomamos el camino y fuimos hacia la cola.

Volvimos a sentarnos en el suelo, pero ésta vez puse yo música desde mi móvil y la melodiosa voz de Patty Walters salió de mis auriculares.

A los pocos minutos vimos cómo unos pies andaban delante nuestra, subimos a la vez la mirada encontrado de nuevo a los chicos de antes. Oh, dios mío... me quede mirándoles hasta que me di cuenta que se estaban colando delante de nuestra cara.

-Eh, vosotros.-pegué un salto, quedando de pie y luego Lylan me imitó.

-¿Qué?-dijo el rubio con bordería y fruncí el ceño, cabreada.

-A mí no me hables así, para empezar.-miré un momento a Lylan y luego le pegué un codazo, porque no dejaba de mirar embobada al rubio.-Y segundo, ¿por qué os coláis, pedazo de subnormales?

-Eh, pequeña, relájate.-habló el teñido.

-Y habló tomatito.-dijo Lylan con sarcasmo y empecé a reír, delante nuestra escuché como los chicos que habíamos conocido antes reían.

-Abbie, tranquila, son mis amigos.-me habló Calum, uno de los chicos que habíamos conocido.

-Estábamos turnandonos.-le siguió Ashton con una sonrisa. Mire a los 4 con los ojos entrecerrados y luego me volví a sentar, a los segundos Lylan hizo lo mismo y seguimos escuchando música.

Pasaron horas y horas, y Lylan no paraba de moverse, yo estaba congelada.

-Abbie, ¿quieres que te preste mi sudadera?-me preguntó Calum, que era con el que mejor me llevaba y más había hablado en la cola.

-Y tú, ¿qué te pones?

-Llevo chaquetas de más.-me sonrió y me tendió su sudadera.

El tiempo corría como nunca. Lylan y yo fuimos a un McDonald's cercano y pedimos un montón de comida, volvimos a la cola y saludé a los chicos, aunque Luke que me miraba mal todavía. Maldito borde.

Sugar, We're Goin' Down. (5sos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora