El Verdadero Amor de Downing Street (The Downing Street True Love)

Capítulo 8

Lo había oído hablar por el móvil sin dejar de mirarla, había aceptado ir a su casa, estaba abrochándose el cinturón de seguridad, Ella habría querido gemir cuando sus manos rozaron partes de su cuerpo.

Molesta consigo misma por no poder controlarse, pero creo que son las hormonas. Pero basta! es humillante sabiendo que él no sentía lo mismo.

Claro que era lógico, todo un hombre hecho y derecho como Él y que ademas encargado de dirigir toda una nación, fijarse en ella, era un fantasía que solo ella podía soñar.

Luego se volvió hacia la ventanilla, su perfil serio y hermoso, William es el hombre de sus sueños sin duda alguna.

Poco después llegaban a El número 10 de Downing Street es la residencia oficial y oficina de trabajo del primer lord del Tesoro y del primer ministro del Reino Unido, calles limpias, coches caros, casas preciosas y gente con dinero.

Había crecido en una familia adinerada pero los lujos no siempre fue lo suyo. El ama de llaves de la residencia oficial le había enseñado toda la casa y parte del hermoso jardín y luego la cocina y le había dicho dónde estaba todo lo que podría necesitar.

_No, Yo solo vine para hablar.

_No es necesario que me expliques nada.

_Pero es la verdad.

_William es un hombre bueno.

_Él y yo no somos nada.

_Ven quiero que conozcas a mi niña.

–Muy bien –logró decir ella.

Poco después, Alice pudo observar una pequeña de cabello lacio y ojos grises, su piel era tan blanca, una pequeña belleza, por instinto fue a dar al suelo donde se encontraba y comenzó a jugar con ese pequeño ángel.

_ A donde vas?

_A mi departamento, obvio.

_Te puedes quedar, Allegra esta muy contenta.

_Si es una niña hermosa.

_Probablemente, nuestro hijo sera igual.

_Basta!, no podemos seguir viéndonos.

-¿POR QUE?

_No te das cuenta, seria todo un lió.

_Y que propones?

_ No lo se ok.

_Ni siquiera te atrevas a irte con mi hijo.

_Es mi hijo!

_Ya lo veremos.

_Me estas amenazando?

–Maldita sea –murmuró, con voz ronca–. Sigo deseándote. No he podido olvidarte, por mucho que lo intentase. Por eso fui a buscarte.