Seducción - Zagr

*Odno*

Todo había comenzado aquella fría tarde de Diciembre, las fiestas se aproximaban a pasos agigantados y el cuerpo de docentes para avivar la Navidad, que se acercaba. Alegrando los últimos días que les quedaban antes de salir todos de vacaciones habían puesto un muérdago sobre la puerta del comedor algo que les provocaba risas cuando algunos coincidían bajo él y tenían que besarse; siendo profesores o alumnos.

Como era costumbre en Hi-Skool, Dib Membrana y Zim, el chico extraño de piel verde discutían en voz alta, habían pasado alrededor de cinco años desde que los últimos acontecimientos de la conquista del alienígena, como se esperaba ya nadie recordaba eso y para sorpresa de ambos chicos, Zim había crecido junto con todos los demás, rápidamente averiguando a qué se debía este extraño fenómeno y había sucedido porque la presión atmosférica de la tierra es mayor que en su planeta nativo, que es mucho menor. Para darle fin a la discusión el alienígena le hizo una trancaida al joven haciéndolo caer de bruces, este comenzó a reírse para luego escuchar a alguien más unirse, fue sorprendido cuando la pequeña joven de cabello magenta era quien se había unido para burlarse de la desgracia de su hermano y para cuando le jalo de la manga de su suéter negro. Confundido, la contempló en silencio.

— Tengo que besarte.

— ¡¿Qué?! —preguntó él sorprendido.

Gaz señaló hacia arriba y sonriendo muy levemente, tanto que parecía una mueca, es entonces que ella explicó:

— Mi madre una vez me dijo que, si algún día coincidía bajo el muérdago con alguien, debía besarlo.

Al oír eso, Zim seguía confundido .

— Vaya con tu unidad maternal.

Sentir los ojos de ella sobre él era una de las pocas cosas que él quiere, pues silenciosamente Zim admite que la joven le da miedo. Al mirar hacia arriba y ver el muérdago encima de ellos, comprendió a qué se refería, esas extrañas costumbres que tenían los humanos que cada vez que una pareja se terciaba debajo de este arbusto debían besarse para la fertilidad en cualquier tipo de ritual debido a su gran facilidad para reproducirse, y entonces Zita junto con los otros compañeros de sus clases, que los observaba desde donde estaba, al intuir de lo que hablaban gritaron:

— ¡La tradición del muérdago es la tradición, chicos, y no puedes decir que no!

Incómodos por cómo sus compañeros los miraban, él se disponía a replicar cuando oyó a la señorita Bitters decir:

— Zim, bese a su compañera. Es la tradición.

Al ver cómo aquella espeluznante mujer los observaba, Gaz miró al alienígena que esperaba frente a ella y afirmó con seguridad:

— Hagámoslo así termina de una vez.

Acelerado y nervioso, Zim intentaba disimular lo que aquel beso significaba para él; mirándola a los ojos, le pasó la mano por la cintura y, tras acercarla a él, posó los labios con delicadeza sobre los de ella y la besó. Gaz olía a locura, frescura y sensualidad, cuando sintió que ella abría un poco la boca, el alienígena no desaprovechó la oportunidad y la saboreó. Fueron apenas cinco segundos, pero sin duda fueron los cinco segundos más excitantes que había disfrutado en su vida en la tierra. Cuando sus bocas se separaron y Zim la soltó, al sentir cómo ella lo miraba, iba a decir algo, pero Gaz murmuró:

— Gracias.

Dicho esto, miró a sus compañeros con amargura para que dejaran de gritar y se alejó de él, dejándolo totalmente descolocado, cerrándole la mandíbula a su hermano de paso ya que está casi tocaba el piso. Durante la hora del almuerzo Zim tan solo miro su comida y la apuñaló otra vez, su mente seguía divagando por lo que había sentido hacia un momento pues aún se sentía confundido atrás es entonces que los gritos provenientes de la mesa de un poco más allá captó su atención, pues la irritante voz de Dib era inconfundible, poco tiempo después lo vio a él en el tarro de la basura, Zim se levantó y tiró sobre este su comida para comenzar a reírse. El humano iba a decir algo cuando salió del basurero y mientras se limpiaba para seguir al alienígena cuando todos en el comedor le gritaron.