*Sem'*

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Pasó Marzo... Pasó Abril... A mediados de Mayo, y no había indicios de Zim, por ninguna parte. Gaz había vuelto a ser como ella, más recompuesta y nuevamente a no socializar demasiado, solo hablaba con las chicas de las clases de baile y nada más. Jugar su Game Slave y superar a todos en clases, ella estaba destacando en sus notas de cálculo entre otras materias, sentía que se relajaba al tener su mente distraída, por otra parte, Dib, aún se disculpaba con ella por haber sido un completo idiota y un ciego.

Zim caminaba por la Universidad. Con tranquilidad y sin prisas, al finalizar sus clases, caminó hasta su casa.  Le gusto aquella ciudad. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció al recordar a quién no tenía allí. Tras apartar aquel tren de pensamientos, cuando entró a su hogar, miró las cajas que había a su derecha.

No tenía ganas de estudiar en ese momento, así que se quitó su abrigo, la tiró sobre el sofá ahora negro y, tras leer en una caja «COSAS CASILLERO», supo cuál era y la llevó hasta el dormitorio. Una vez allí, la abrió. Allí estaba su libro de apuntes y, mirándolo, lo dejó sobre el velador. Tenía que sacar a pasear a Gir más tarde y ir a comer a ese restaurante poco higiénico, que tanto le gusta su robot.

Cuando regresó junto a la caja, sacó varios libros de texto y, de entre ellos, separó el que había comenzado a leer meses antes. Al ver una camiseta de Gaz, se quedó parado durante unos segundos, hasta que la cogió y, acercándosela, la olió. Con los ojos cerrados, aspiró el aroma que la prenda aún conservaba de ella, y, cuando los abrió de nuevo, ofuscado, volvió a meterla en la caja.

No le venía bien tener esa clase de recuerdos cerca.

Después de aquella caja abrió un par más, hasta que decidió tomar la correa de Gir y llamarlo, cuando volvieron, Zim se encontraba limpiándose la camiseta pues se había manchado con queso.

— Me gustan los tacos. ¡TACOS! —Reía a todo pulmón el robot.

— Gir, cállate. Volverán a aparecer los hombres con uniforme a reclamarle a Zim por tus gritos. —Dijo irritado esté.

Zim sentía que debía ir a descansar, se le estaban formando ojeras, la universidad consumía mucho tiempo y eso lo mantenía distraído. A la mañana siguiente, cuando su despertador sonó, Zim alargó el brazo y lo apagó. Pasados unos segundos, se sentó en la cama y desenchufándose se levantó.

Se coloco unos pantalones y una camiseta gris con el estampado de la armada Irken, cuando iba a coger sus botas es entonces que vio una hoja blanca tirada en su piso. Sin saber que era, Zim la tomó y leyó:

Lo tuyo y lo mío nunca ha sido normal. Jamás ocurrió nada con Iggins, él me acosaba desde antes, fue una cosa constante que llegaba a ser espeluznante, Dib intentó hablar con él, pero él siguió y siguió... quería decírtelo, pero tú no me dejas. No me permites hablar. Y por eso opto por decírtelo por este papel, de esta manera tan poco normal. Por cierto, tu siempre fuiste mi primera vez. Te amo. Sé que te he decepcionado, pero, aunque no te lo parezca, nada es lo que crees. Me enamoraste y me di cuenta tan solo cuando ya no podía decírtelo.

Gaz.

Zim se sentó en la cama.

Volvió a leer aquella carta y sintió que su Squeedly-Spooch se le iba a salir del pecho.

Tras leerla como diez veces, se levantó apabullado. Gaz debía de haberla escrito hacía tiempo.

— ¡Mierda, mierda, mierda! —gritó lleno de frustración.

Caminó por la habitación y volvió a sentarse. Cogió el teléfono. Tenía que llamarla, pero entonces lo pensó mejor. No podía llamarla así nada más después de ¡seis malditos meses! Es entonces que Gir apareció con una taza.

Seducción - ZagrWhere stories live. Discover now