Cuando los dos hombres terminaron la discusión, Brandon permaneció encabezando la marcha mientras Dow se retiraba hasta la retaguardia. Ninguno de los dos se acercó a ella para calmar su curiosidad. Los miró cada vez más enojada. Los dos la obviaban, a propósito. Y eso le hizo hervir la sangre. Añadiéndole el hecho de que Dow la pudiese desechar a un lado con tanta facilidad.
Tras varios intentos, consiguió detener su caballo para esperar a que Dow la alcanzara, pero cuando consiguió que su montura le obedeciera, el hombre puso el suyo al trote y la sobrepasó como una brisa fresca hasta ponerse de nuevo junto a Brandon. Otra vez comenzaron a hablar.
Breena comenzó a impacientarse. Sacudió la cabeza, irritada. Algo pasaba, algo grave, creía intuir, y no iba a permitirles que la trataran como a una pobre mujercita, a la que no se podía preocupar con “tonterías” y a la que había que proteger como a una damisela en apuros. Ella no era así y ellos lo sabían. Lo cual la enfurecía todavía más.
Sólo tenía dos opciones: comportarse como la damisela que ellos sabían que no era y quedarse allí, sin moverse, indignada, hasta que volvieran para recogerla y los obligara a contarles lo que pasaba bajo pena de no moverse. O comportarse como la mujer que realmente era y tomar por su propia mano lo que ellos le negaban, plantándose entre ellos y sonsacarles lo que fuera que estaban ocultando. A Dow lo podía amenazar sin sexo, y a Brandon con cortarle la garganta mientras dormía. El pensamiento de cómo iba a hacerlos hablar, hizo que brotara una pequeña sonrisa de placer en el medio de tanta rabia.
Se había quedado ligeramente rezagaba, sin que pareciera importarle a nadie, lo cual avivó todavía más su furia. Si estaban enfadados con ella, deberían decírselo. ¿Qué les pasaba a los cuatro? Golpeó los flancos del caballo sin controlar la fuerza con la que lo hizo, y cuando se vio despedida hacia atrás por la repentina acelerada, se asustó.
Cerró los ojos un segundo en el que pensó que iba a morir, pero los abrió de nuevo usando la lógica. Sobrepasó primero a los escuderos, y luego a los lores, a una velocidad que parecía perseguida por el demonio. Estuvo a punto de reírse por las caras boquiabiertas. Primero la miraron a ella, luego hacia atrás, por si alguien a quien no habían visto los estaba persiguiendo, y luego otra vez a ella.
Dow fue el primero en reaccionar y espoleó a Excalibur tras su estela. Breena estuvo a punto de chillar pidiéndoles ayuda, pero eso sería actuar como la damisela en apuros que no era y se mordió los labios para evitar cualquier sonido de debilidad. Razonó que sólo tenía que mantenerse sobre el bicho hasta que el pobre animal se calmara. No debería ser difícil, siendo como era una experta en motos, y eso no debería ser muy diferente. Una débil voz en su subconsciente le advirtió que ella conducía la moto, y, en ese caso, era el caballo el que la conducía a ella. Y se dirigían directamente, y sin perder velocidad, hacia un bosque espeso.
Intentó mover las riendas hacia un lado, y luego al otro, en una tentativa desesperada por hacer que el caballo cambiara de dirección, pero todos sus intentos fueron infructuosos. Automáticamente preparó su cuerpo para los golpes de los árboles y se tensó en un intento por evitar el dolor. Segundos antes de que se adentraran en el bosque, un brazo poderoso la rodeó por la cintura y la rescató del caballo. Aspiró el aroma masculino de Dow cuando la dejó sobre la silla y la rodeó entre sus brazos mientras tiraba de las riendas para hacer frenar a Excalibur casi en seco, obligándolo a encabritarse para hacerlo. Breena se asustó en la seguridad de sus brazos. Y hombre, caballo y mujer permanecieron extrañamente quietos mientras trataban de recuperar la respiración y la compostura.
Cuando Breena recuperó el aplomo, ganó el atrevimiento suficiente para mirar brevemente a Dow por encima del hombro, sólo para descubrir su cara pálida y demacrada. ¡Estaba muy enfadado!
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El Caballero Negro (Versión para adolescentes hormonadas)
RomanceEstá es una versión "light" que reescribí para que la pudiera leer mi hija adolescente. 😉 Romance, aventuras, amor, sexo, la diversión está asegurada. 400 páginas para disfrutar de una lectura ligera, amena y divertida. Breena Bennett, agente del F...