Besos, Celos y Tentáculos

Partirte la nariz no fue suficiente

- Bilal... lo nuestro nunca hubiera funcionado. De verdad lamento haberte ilusionado.

Me dice ese idiota.
El maldito que jugó cruelmente con mi corazón.

Me paró recta y alzo la mirada para verle directamente a sus ojos, uno de color azul y el otro de color verde, los cuales eran tapados por mechones de su pelo de igual manera dos colores, negro y rubio por mitades.

Le miraba con todo el odio que podía a través de mis lagrimas de cocodrilo...

Antes de plantarme bien en la tierra y tomar impulso para darle en la cara el golpe que tanto se merece por destrozar de esa manera mi corazón.

- Bi! -me llama una voz tanto infantil como emocionada- despierta! Mamá nos llevará a la feria!

No demoro mucho en reconocer la voz de mi hermanita menor, la mocosa más tierna del planeta.

Abro los ojos.
Me duelen al hacerlo, ya que los tengo muy inchados, de verdad se notaba que me pasé toda la noche llorando.

Al menos al abrirlos no veo al chico con ojos y cabello bicolor, sino a mi hermosa hermanita con su cabello marrón oscuro, esos ojos marron chocolate que siempre parecían resplandecer y su tan linda sonrisa con huecos que dejaron los dientes de leche al caer, dientes torcidos y alguno que otro nuevo diente creciendo.

No puedo más que regresarle la sonrisa.

- La feria. Que divertido. Me alistare lo más rápido que pueda. Tu ve y desayuna algo, si? -le digo con la mejor sonrisa que podía dar

- Claro!

Luego de esto, se aleja de mi cama y sale corriendo en dirección a la cocina.

Cierro la puerta de mi cuarto atrás de mi hermanita.
No es como si no amara a mi familia o sea muy cerrada.
Simplemente ahora no tenía nada de ganas de mirar a los ojos a mis familiares.

'Y mucho menos con estas manchas.'
Pienso al mirarme en el espejo.

Maldicion.
Por qué siempre aparecían manchas al rededor de mis ojos cuando lloraba?

Como sea. Nada que el maquillaje no pueda ocultar.

Lo que no podrá ocultar el maquillaje, será mi cabello hecho todo un lío por todo lo que me he movido anoche de un lado al otro sin haber podido consolar el sueño, mi cara de pocos amigos por lo difícil que fue recordar ese momento tan doloroso justo antes de despertar y mucho menos mis manos con raspones y moretones.

Ese idiota me habra destrozado el corazón.
Pero al menos logre destrozarle todo lo que se llamaba cara.

Le sonrio a mis raspones, mientras que cierro mis manos a puños y las vuelvo a abrir, comprobando de que no se me haya roto algún dedo o algo así.

Luego de ello me miró al espejo, deseando tener ese brillo en los ojos de Sarah o el cabello siempre brillante y ondulado de mi madre.

Pero no, solo era yo.
La chica que parecía tener siempre una mueca, que sin importar cuánto se peine el pelo, siempre quedaba en algún lugar un mechón rebelde arruinando todo y que necesitaba maquillaje para verse mínimamente humana después de tanto trasnocheo.