# 10 Asuna

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— ¡Principal-dono! Rápido por favor... es Asuna-sama — del sentimiento agobiante del título que tenía en ese mundo, a la preocupación apretando su corazón al oír su nombre... aquella única persona por la que moriría en el mundo que fuera; por quien dejaría todo...

—Asuna —dejó el papel que leía sobre el escritorio con fuerza, se puso de pie y la mirada hizo temblar al caballero que le había ido a anunciar que la Vice primer espadachín necesitaba de él... — ¿Qué le ocurre a Asuna?

—Asuna-sama, tuvo un desmayo en su visita al mercado, Principal-dono, Azurika-san solicita su presencia... — no dio las gracias, volteó dándole la espalda, cerró sus ojos y localizó a su amada, abrió la ventana hacia el exterior de la torre y de un salto desapareció de la vista del caballero...

Planeó en su caída, asustando en su paso a las personas que en esas horas transitaban en los alrededores... su mente sólo repetía un nombre — Asuna — verbalizó corriendo a toda velocidad una vez sus pies tocaron la piedra en las calles de Centoria, cada cosa que le afectara a la joven de ojos avellana, calaban el pecho del pelinegro con desesperación, solo ella era capaz de apaciguarlo cuando nacía en su interior ese sentimiento...

No hubo saludo alguno en su camino, ignoró todo hasta estar frente al edificio pequeño donde podía sentirla —Primer espadachín dono — reverenció una de las mujeres en el lugar cuando ingresó el de ojos azules acerados

—Sin ceremonias Azurika-san, quiero ver a Asuna... ¿está bien?

—Lo estoy... tranquilo, solo exageraron, pero estoy segura que es sólo cansancio...

—Asuna... — atravesó en medio de las dos mujeres que se encontraban en la habitación, pasando de los ojos tristes de la pequeña castaña, para atrapar entre sus brazos de manera posesiva a su amada, siendo acunado al mismo tiempo por ella...

—Te digo que es sólo cansancio Kirito-kun

— Perdóname, no quiero que nada te pase... — ocultó su rostro en el cuello de ella, mientras el manto como el atardecer le brindaba la privacidad que necesitaba al exponer ante todas sus miedos, aún sin llegar a expresarlos en palabras; ambas mujeres que presenciaban el emotivo momento abandonaron la pequeña habitación... —Asuna... — arrastró su voz a través de su oreja, pasando por su mejilla, finalizando el trayecto en un dulce beso; las manos en su cintura sintieron el palpitar tenue... — ¿Asuna? ...

—Te amo...


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Día # 10!! Vamos por otro día más ;)

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