Desearía

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Me quedé dormido recostado sobre su cuerpo, me daba igual si alguien entraba y nos veía, me gustaba su calor, pero no lo podía admitir en este momento, a él le molestaba algo y por eso me abstuve de decírselo.

-¿Qué tienes? Parece que quieres algo diferente de mí

-Abrázame, quiero que me abraces con todas tus fuerzas

-Kazuya... -sentí sus manos temblar cuando me abrazaba, seguro que esto le molesta pero a mi...

Me quedé en blanco, con la mente completamente vacía cuando sentí sus manos debajo de mi playera y acariciándome con todas sus fuerzas 

–Lamento tanto haberte dejado solo por un tiempo, lamento haberte ocultado que estaba enfermo, pero... quería que me dejaras pasar un tiempo contigo sin importar lo demás

-¿De que estas enfermo?

-Tengo un problema en mi corazón, el doctor dice que una venita está en mal estado y necesito una operación, pero es cara y no cualquiera puede hacerla, por eso no me dan...

-¡No lo digas!

-No me dan muchas esperanzas de vida

-Déjame ayudarte

-No quiero que hagas eso, me enfadaré si lo haces

-Yo no... no quiero que te vayas a ningún lado lejos de mí

-¡¿Por qué?! ¡Sólo somos amigos! -sus lágrimas resbalaron por sus mejillas y me dijo 

–Tú no me quieres igual que yo te quiero, ¡déjame ir! -no pude contestar nada porque me aventó lejos de él y salió corriendo sin que yo pudiera atraparlo.

Tomé mis cosas y me dirigí a su casa, pero...

"Mamá, voy a ir a verlo, pero quiero que me esperen listos para irnos en cualquier momento"

-Eijun ¿y Kazuya?

-Vámonos mamá

-¿No le dijiste?

-Vámonos, si me quedo aquí el vendrá y yo no quiero que me siga

-Está bien -hijo mío, parece que te enamoraste de él.

El carro avanzó por la calle, era un pequeño auto que les habían prestado unos conocidos, cuando dieron la vuelta Miyuki los alcanzó a ver pero Eijun no dejó que se pararan, lloraba mientras lo veía correr detrás de él.

-¡No te vayas! ¡Eijun! -la frase causaba más dolor en el menor, y los ojos de Kazuya se arrasaban mientras su voz ya no podía salir, estaba dolido y perdido en su tristeza.

La semana avanzó, su padre regresó a casa y no lo vio sentado en el sofá de la entrada, entonces entró al cuarto y lo encontró viendo en la televisión un vídeo mientras estaba acostado en el suelo en posición fetal.

-¿Kazuya?...

-¿Cuándo volviste?

-Hace unos momentos

-¿Por qué no me dijiste que estaba enfermo?

-¿Quién?

–No te hagas, Sawamura

-No lo sabía

-Por lo menos hazme el favor de no buscarme amigos que después tengan que irse

-Yo no... no sabía nada

-¡Lárgate de mi habitación! -lo escuché caminar a mi lentamente, pero no quería que me tocara, no quería que nadie me viera, que nadie fuera y entrara otra vez a mi burbuja.

Como sentirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora