¿Quien eres ?

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—Su amigo y no dejaré que un Bastardo como tú la maltrate — Nick lo encaró.

—¿La quieres? dime te gusta, ¿te gusta mi novia?— dijo Fredy queriendo devorarlo con la mirada.

—Valora lo que tienes para que no te lamentes cuando lo pierdes — aconsejó Nick.

—Nick por favor basta, ya — dije en voz de suplica. Ya jo aguantaba esto, quería pasar solamente un buen rato.

—Vamos — dijo Fredy tomándome del brazo.

—Ella no se va de aquí hasta que ella no quiera — dijo Nick jalando me del brazo de Fredy.

—¿¡Y quien eres tu para decir eso!?, maldito — dijo Fredy y le dió un puñetazo en la nariz a Nick. Nick se paró y se la devolvió. 

—¡Basta ya por favor! — grité.

—¿Qué está pasando? — preguntó el hombre de la limusina, en ese momento me sorprendí y otra vez me perdí en sus ojos, estaba asustada y mi respiración agitada por la pelea. 

—¿Puedo ayudar en algo?— preguntó formalmente.

—No gracias, todo está bien — dije y alejé la mirada

—¿Porqué la pelea?— preguntó.

—Deje de meter su nariz donde no es llamado ni… ordenó Fredy pero fue interrumpido por él mánager o que se yo.

—Yo que tu  no le hablaría así — advirtió el guarda espaldas o eso creo.

—No déjalo, todavía es un niño sin agallas — dijo él hombre.

—¿A quién cree que le está diciendo cobarde?— dijo Fredy más eufórico.

—A usted, es el único aquí — dijo sin borrar su expresión ese hombre es muy raro. 

Fredy intentó golpearlo pero yo lo detuve. 

—Señor por favor vallase ¿sí?, deje de meterse en cosas de otras personas para evitar problemas — pedí mirándolo a los ojos.

—Vamos y punto — fredy me tomó bruscamente por el brazo.

—Suéltala , deberías aprender modales y como tratar a una dama — dijo haciendo que me soltara. 

—¿Con cuantos hombres es que me engañas?— pregunté sarcásticamente. 

Lo abofeteé sin pensar — Puede que te permita otras cosas pero que me insultes jamás, no me iré contigo, puedes irte no te necesito

—Está bien, espero que no sea para siempre — dijo y se marchó.

—Gracias pero no fue necesario, chicos quiero estar sola un momento — dije y caminé hacia el parque que estaba cerca me senté a pensar, no lloraría por algo que no vale la pena.

Duré un buen rato ahí, los chicos volvieron al gimnasio ya que no se querían ir y dejarme sola.

Estaba consentrada en mis pensamientos y de repente sentí una fuerza contra mi voluntad que me tapaba la voca, intenté zafarme pero me era imposible, lo hice hasta quedar inconsciente.

1 hora después.

Narra meizi.

Dejamos a perla un tiempo sola, la entendía, así que le dimos espacio, volvimos al gimnasio y despues ala cafetería, pasamos por ella pero no estaba.

Amada por un hombre Peligroso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora