Capitulo 1

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Recuerdo todo como si fuera ayer. Aunque algunas imágenes están borrosas, la melodía de aquella canción que mamá solía cantarme antes de dormir aún vive en mi memoria, dulce y melancólica.

Era mi segundo cumpleaños, un día que había esperado con ansias. Amaba las mariposas, las dibujaba en cada hoja que encontraba y soñaba con verlas de cerca en el zoológico. Mis padres habían planeado llevarme a verlas, luego iríamos a mi restaurante favorito para comer hamburguesas y encontrarnos con mi mejor amigo y su familia. Estaba tan emocionada que apenas podía quedarme quieta mientras nos preparábamos para salir.

Sin embargo, algo en el aire no se sentía bien. Mamá estaba nerviosa. Sus manos temblaban ligeramente mientras revisaba una y otra vez la bolsa con nuestras cosas. Papá trataba de calmarla, pero ella no dejaba de mirar por el retrovisor del auto. En un momento, sacó el teléfono y llamó a Dereck Savanovks, un amigo cercano de la familia. Desde que tenía uso de razón, Dereck siempre había estado en nuestras vidas, como una sombra protectora.

—No te preocupes, linda —le dijo él con su voz grave pero serena—. No pasará nada. Relájate y disfruta con tu hija y tu esposo. Estoy a unos metros de ustedes por si algo sucede.

Mis padres y Dereck no eran personas comunes. Pertenecían a una mafia que controlaba gran parte de nuestra zona. Aunque solían ser cautelosos, había tensiones recientes con otra banda de la ciudad. Dereck ya sospechaba que algo podía salir mal, así que llamó a varios guardaespaldas para que estuvieran cerca.

Entonces ocurrió. Un disparo rompió el aire y perforó una de las llantas del auto. Todo pasó tan rápido que apenas tuve tiempo de entender lo que sucedía. El vehículo perdió el control, volcó y quedó destrozado en medio del camino. Aunque nadie salió herido de inmediato, el miedo en los ojos de mis padres era palpable.

Ellos sabían que estábamos en peligro. Mamá y papá se movieron rápidamente, tratando de calmarme. Me susurraban que todo estaría bien, pero sus voces temblaban. Entonces, sacaron una jeringa y me inyectaron algo. No entendí lo que sucedía, pero antes de perder la conciencia, vi a mamá llorar y a papá apretar los dientes, decidido a protegernos.

Cuando recuperé el conocimiento, todo estaba en caos. Mis padres yacían en el suelo, inmóviles. Había sangre por todas partes. Más tarde supe que los habían ejecutado frente a mí. Dereck llegó poco después y, al ver la escena, desató el infierno. Ordenó a sus hombres que mataran a todos los responsables. Los cuerpos fueron quemados dentro de sus vehículos, incluida una muñeca que usaron para simular mi muerte.

Dereck me levantó del suelo con cuidado, como si temiera que pudiera romperme. Lloraba mientras me sostenía, susurrando que me protegería, que nada más me haría daño. Esa noche, me llevó a su casa, y desde entonces, fui su hija ante el mundo. Nadie, excepto él, sabía la verdad.

Años después, cuando ya era lo suficientemente mayor para entender, Dereck me contó lo que había sucedido. Aunque en el fondo siempre lo había sospechado, escucharlo de sus labios fue como abrir una herida que nunca había sanado.

Ahora, cada vez que cierro los ojos y recuerdo la canción de mamá, pienso en cómo habría sido mi vida si aquel día no hubiera acabado en tragedia. Pero esta es mi historia, y con ella, he aprendido que incluso en la oscuridad, puede encontrarse una chispa de esperanza.

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