Todos estamos condenados

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SASUKE


—Va a arder un poco.

El uso que yo le daba al alcohol no tenía nada que ver con el uso que le estaba dando la enfermera en ese momento.

Disfrutar de la sensación del líquido descendiendo por la garganta, de lo refrescante que era y al mismo tiempo entrar en un estado de trance, en donde la simpleza de la situación me producía gracia. No, no quemaba como en ese momento.

Apreté los ojos y produje un quejido cuando el contacto del algodón humedecido llegó a mi labio. De inmediato el objeto blanco tomó los tonos rojizos de la sangre que ya se encontraba seca casi en su totalidad.

—Mierda —mascullé inconscientemente.

La mujer, aquella enfermera con quien había tenido tantas riñas, la anciana que me gustaba molestar ahora era quien curaba mis heridas.

Su expresión no cambió en absoluto, una línea recta en su boca perdiéndose entre los pliegues de sus arrugas, confundiéndose con una más de ellas.

—No será necesario que te suturen —comentó al momento que depositaba el algodón ahora enrojecido en la basura —. Fue una suerte que esos asaltantes no se llevarán tus cosas, que los oficiales llegarán a tiempo.

Era una completa mentira. Aquellos, quienes me habían proporcionado tremenda golpiza no estaban ahí por mis cosas, no iban por mis pertenencias.

Lo que ellos querían era darme una lección por ser parte del círculo de Suigetsu.

Pero era algo que no iba a revelar en ese lugar y mucho menos en un interrogatorio. Ya que todos pensaban que solamente era un niño rico a quien habían querido asaltar.

—¿Vendrán tus padres por ti? —cuestionó.

—No lo creo, no me gustaría preocupar a mi madre —dije pensando en cómo se pondría si se llegara a enterar —. Y mi padre... A él realmente no creo que le importe.

Era la realidad. Itachi ya estaba en clases, tampoco podía molestarlo por algo tan estúpido. Además, ya me sentía bien, el dolor en mi abdomen había disminuido y según los estudios rápidos que me hicieron no tenía ni un solo hueso fracturado, solamente la inflamación de los golpes que no tardarían en sanar.

Podía andar por mi propio pie.

—¿No piensas irte solo a casa?

Me pregunto aquella mujer elevando una ceja.

—Creo que podré hacerlo solo —bajé de la camilla y tomé mis cosas.

Mi ropa estaba llena de polvo y con algunas salpicaduras de sangre, definitivamente había perdido las clases ese día.

—Gracias por lo que hizo por mí.

—No es nada muchacho, pero creo que deberías de hacer una denuncia. ¿No recuerdas los rostros de quienes te asaltaron?

Bajé el rostro, mis manos se encontraban contraídas en puños.

Claro que los recordaba, inclusive sabía la manera en que nombraban a dos de ellos. Pero no podía hacer una denuncia, no podía admitir que ellos me habían golpeado por pertenecer a otro bando de distribuidores de drogas. Si lo hacía terminaría en la cárcel.

—No recuerdo.

Mentí sobre ello, era la única manera.

La expresión de la mujer estaba llena de preocupación, y bajo su atenta mirada salí de la habitación cerrando detrás de mí la puerta.

Love in Silence |COMPLETA|(FanficSS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora