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Como resultaba ser costumbre, Guillermo bajó corriendo los escalones hasta llegar al departamento de su tío, consciente de que iba tarde a la escuela y que no podía comenzar el día sin su patineta. Había caído dormido cuando el reloj marcó las cinco de la mañana, por lo que no era extraño que no hubiese oído su despertador. A pesar de eso y lo rápido que debía moverse si quería llegar medianamente a horario estaba feliz y con una pequeña sonrisa curvando sus labios, la cual dejaba en evidencia que había logrado avanzar en alguna de sus canciones. La lírica y la melodía aún rondaban en su mente repitiéndose una y otra vez, incrementando su ansiedad por digitalizarla para su madre. Había considerado faltar a clases para avanzar con ello incluso, pero no quería contradecirse con su tío; le había dicho que iría a clases y debía cumplir con ello.

-Buenos días- comentó luego de abrir la puerta del departamento y entrar únicamente para tomar su patineta -Adiós- dijo para intentar irse, cosa que no pudo hacer por sentir un leve apretón en su hombro.

-Alto ahí, jovencito- escuchó a Angélica decir, cosa que lo hiso apretar los labios. Esperaba que fuese ella quien llevase a sus hijos a la escuela y poder encontrarse con su tío en su lugar. Giró sobre sus talones, aún con la mano sobre el picaporte, y observó con cuidado a su tía, sintiendo sus ojos mirándolo con compasión -Tu tío dijo que irías tarde para la escuela, así que te separé algunas frutas para que comas mientras vas de camino- le tendió una pequeña bolsa de papel, la cual Guillermo tomó con pena. El ambiente siempre estaba tenso entre ambos, habían pasado mucho tiempo peleando, pero aún así ambos se preocupaban por el otro -¿Tienes dinero para el almuerzo? No quiero que vayas al trabajo sin comer.

-Si, tía, no te preocupes- contestó con una pequeña sonrisa.

-Bien- la mujer palmó su hombro con delicadeza y se alejó -Ten un buen día, y come eso antes de entrar a clase, por favor.

-Lo haré. Gracias- finalizó el más joven para salir de una vez por todas, esta vez pudiendo cerrar la puerta a sus espaldas.

Suspiró una vez fuera, intentando así expulsar la tensión que prontamente había colmado su cuerpo, y revisó el contenido de la bolsa, encontrándose con una manzana roja y un pequeño recipiente con frutos secos. Sonrió y negó divertido, consciente de que Angélica había preparado aquello.

Avanzó hasta la entrada principal y, justo cuando estaba por salir a la calle, retrocedió sobre sus pasos para poder contemplar con mayor cuidado su alrededor, más precisamente la cartelera del edificio. La pequeña pizarra de corcho seguía igual de poblada de papeles que siempre, pero el único que le importó fue el pequeño de color verde manzana que desentonaba entre los demás de colores opacos. Nadie lo había despegado esa vez, pero tampoco lo habían quitado para contactarse con él, por lo que volvió a suspirar, esta vez un tanto disgustado. ¿A caso nadie en ese maldito edificio tenía hijos, sobrinos o incluso nietos? Sin embargo, no se permitió sentirse agobiado por ello y volvió a repetir la canción que había casi finalizado la noche anterior, volviendo a sonreír cuando finalmente salió del edificio.

Al mismo tiempo que la puerta principal se abría también lo hacía una de las tantas del séptimo piso, coordinando el sonido de ambas estructuras al cerrarse. Samuel, a diferencia de quien acababa de dejar el edificio, llevaba una mueca de molestia en su rostro que rozaba la línea que lo separaba de convertirse en una de cabreo. Su incómodo colchón y el frío de la habitación habían causado que sus cotidianas ocho horas de sueño se redujesen radicalmente a cuatro de las cuales no había logrado disfrutar ninguna, por lo que sentirse así tampoco era una sorpresa. A pesar de que llevaba tiempo ya viviendo fuera de la casa de sus padres y en lo de sus amigos, no había padecido realmente el hecho de estar lejos de sus cosas ya que todos llevaban el mismo estilo de vida y contaban con las mismas comodidades; aquel lugar, en cambio, se alejaba muchísimo de lo que era su antigua vida de niño rico.

Terraza [Wigetta]Where stories live. Discover now