Capítulo 8

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Tengo miedo.

– ¿Cómo te fue con el psicólogo? – pregunta mi mamá con las vista sobre la carretera.

Debería ignorarla y seguir viendo el cielo gris por las nubes cargadas de agua. Creo que no fue buena idea pensar en comer un helado hoy.

– Bien – respondo sin mas.

Recuerda lo que te dijo el señor Teo

<<Deberías de ser más tolerante con este tema y tu familia, si no llegas a controlar este sentimiento hacía ellos podría crecer y en verdad los empezarás a odiar. Trabajemos en ello.>>

– Solo eso, no te sientes mejor al salir de ahí – giro mi cabeza en dirección a mi mamá.

– No, no lo siento – cierro los ojos para pode dormir un poco antes de llegar a mi casa.

– Estás segura – no será posible dormir. – Yo si te veo diferente, es mas estás igual que antes.

Hago un gesto de desaprobación dirigida a mi mamá. Está loca, ella es la loca, cómo es que puede decir eso. Todo  el tiempo estoy cambiando mi estado de  ánimo, es por eso que estoy llendo al psicólogo. ¿Qué rayos?

– Claro, lo que digas – de nuevo cierro los ojos.

– No dirás nada más, como siempre.

Que la chingada, no me dejara dormir.

<<Oyes tranquila>>

– Obvio – respondo intentando dejar hasta aquí la conversación, pero es imposible.

– Eduardo me dijo que... – la interrumpo.

– Lo que te diga el estúpido de Eduardo me da igual.

Siento como la mano de mi mamá impacta con mi mejilla y parte de mi boca. En automóvil hizo un movimiento brusco ganando los pitidos de los demás automóviles.

Mi mejilla arde y siento como una lágrima sale de mi ojo derecho. Mi mamá me mira por unos segundos y después dirige su mirada a la carretera.

– Vuelves a decir una grosería más y te daré un golpe más fuerte – muerdo mi lengua para no responder groseramente.– Oíste Katia – sigo sin responder.– Te estoy hablando, responde carajo.

– Que gracioso es todo esto – hablo casi susurrando.– Me amenazas con pegarme si digo una mala grosería pero mi hermano se brinca la barda de la escuela y escucho alabanzas hacia él – alzó un poco la voz.– ¡Cómo si hubiera hecho lo correcto!

– No grites, baja la voz – me amenaza.

– ¡Todo lo que yo hago te parece mal! – tomo un respiro.– ¡Nunca te tengo contenta, siempre me amenazas y nunca me dices cosas bonitas! – limpió mis lágrimas de mis mejillas.– Sabes que, deten el carro por favor.

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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