—¿Te sucede algo, Tsunayoshi-kun?
—¿Eh? No, ¡no! —se alteró al ver la preocupación de su compañera—. Sólo... no dormí bien.
—¿Tuviste alguna evaluación?
—Sí —mintió antes de reír nerviosamente—. ¿Te importa si lo dejamos por hoy? La verdad no creo poder concentrarme bien.
—Claro, aún tenemos tiempo, así que ve y descansa, Tsunayoshi-kun.
Se escapó al departamento en esa tarde. Se encerró en su cuarto, agradeció que ese día sus amigos estuvieran en una cita, y se enfocó en agarrar valor para leer la respuesta que tanto le mortificaba. Respiró profundo, abrió la conversación con "Ren", y se quedó viendo fijamente la pantalla. Era un mensaje de voz, jamás se habían enviado audios, así que... ese mensaje significaría un antes y un después en su relación extraña con un desconocido.
"Mi nombre es Reborn. Es un placer, Tsuna."
Certificó varias cosas en ese día. Primero, que su amigo era un chico. Segundo, que tenía un nombre bastante atractivo porque suponía era extranjero. Tercero, había descubierto que podía temblar solo por escuchar la voz grave pero animada de un desconocido. Cuarto, ahora podía darle al menos un sonido a su fantasía. Quinto, la risita burlona del final, en vez de hacerlo enfadar, solo lo hizo sentir como un idiota enamorado de un artista pop.
Ya decían que era muy tonto a veces.
Porque había forjado una fantasía, le dio forma a quien le mandaba esos mensajes, idealizó a un desconocido, y lo reflejó en un cuerpo, rostro, identidad, todo. Lo volvió su musa intangible que lo llevó a retomar sus tan amados lienzos llenos de colores y formas. Ese desconocido había despertado en él, al artista que dejó dormido para enfocarse en la perfección de sus conocimientos a base de estudio en la universidad. Lo peor era que ese audio se volvió un pesado tesoro que repetía cada que podía para darse ánimos cuando algo malo pasaba.
Siguió respondiendo a esos mensajes, esperando en alguna otra oportunidad escuchar la voz de Reborn diciéndole algo interesante, ansiando más de esas pláticas nocturnas en la privacidad de su tiempo de ocio antes de dormir. Se enamoró de la impecable gramática, del uso de las comas y puntos, sin emojis, pero siempre demostrando las emociones con signos de exclamación o algún símbolo extra. Se maldijo por eso, porque no era gracioso estar enamorado de un desconocido que podía ser un peligro potencial. Pero no podía simplemente bloquearlo.
"¿Quieres ver algo más de mí?"
Hasta ese punto no había visto más que un camaleón en formato caricatura que era la foto de perfil de Reborn, tampoco había escuchado más que el nombre del mismo dado por esa voz. Por eso dijo que sí. Y esperó un rato por una respuesta que no llegó, no lo hizo hasta las tres de la mañana, cuando andaba en su décimo cielo de ensueño. Pero apenas despertó, abrió el mensaje y por poco suelta el celular. Porque le dieron más de lo que él esperaba.
Era una fotografía.
No estaba completa. Se denotaba las curvas dadas en el hombro, parte de la clavícula, las sombras dadas por la luz que le daban la idea de la musculatura definida en parte de ese brazo, las líneas que daban forma a la manzana de adán, esa piel clara adornada por las leves marcas de un par de venas resaltadas por la claridad de su dermis, y el rastro de la quijada, mandíbula, ascendiendo por la barbilla, rastro de unos mechones que parecían azabaches, y terminaba en esos labios que formaban una sonrisa llena de malicia. Pero más importante que eso, era la falta de tela que cubriera al menos un poco de esa piel.
Tsuna se quedó mirando la fotografía por largo rato, detallando cada sombra y contorno, memorizando las líneas de un rostro varonil y bien parecido, tratando de completar el resto de aquella fotografía porque ni siquiera el cabello de Reborn se definía bien, por lo que solo tenía una pista de que era azabache, pero nada más. Sus mejillas enrojecieron al darse cuenta de lo perdido que estaba ante algo tan sencillo como una imagen incompleta de alguien que tal vez ni siquiera vivía en su mismo distrito.
Pero le gustaba de esa forma.
Le gustaba demasiado.
—Tsuna, ¡espera!
—¿Sí? —miró a su amigo.
—Olvidaste tu medicamento —Yamamoto lo miró extrañado—. Nunca lo olvidas... ¿pasa algo?
—Lo siento —miró el autoinyector en mano del azabache—, pero voy tarde.
—No pasa nada, solo es un minuto —rio al ver que su amigo se levantaba la camiseta y chaqueta para localizar la zona correcta.
—Listo —hizo una mueca de dolor, pero la costumbre le quitó ese miedo a la sensación rara del medicamento—. Volveré tarde hoy, tengo un proyecto que terminar.
—No te preocupes, yo me ocupo de la cena.
Estaba más distraído de lo normal, perdido entre sus sueños fantasiosos, y sus proyectos que requerían mayor énfasis, un caos que tuvo que organizar para no perder su estándar de calificaciones semestrales. Por eso dejó de lado la plática con Reborn por una semana, limitándose a contestarle una vez al día y argumentando que estaba ocupado para no parecer desconsiderado.
Lamentablemente esa semana de estrés estalló su curiosidad y su creatividad.
En secreto tenía un pequeño cuaderno de dibujo, donde intentó imitar la fotografía que seguía en su mente, pero a más de eso la completó con lo que él creía era la forma de su amigo virtual. Le dio rasgos delicados, a veces los endureció un poco, le añadía una cabellera abundante, en otras aplicaba un corte militar. No se decidía, porque su mente trataba de imaginar cómo sería Reborn en totalidad, pero no podía elegir un solo perfil.
Se dio unas horas en la noche para perderse en su imaginación y pintar aquellos lienzos para darle color a sus fantasías. Varió el tono de aquellos cabellos, de aquella piel, a veces le añadió algunas pecas, en otras un lunar en la mejilla. Creó decenas de dibujos que intentaban darle forma a su más grande curiosidad.
Notas finales:
Krat ama este fic, porque es dulce, de cierta forma, pero también es picante en un nivel suficiente.
Nos vemos mañana~
Los adora~
Krat~
ESTÁS LEYENDO
Musa anónima
FanfictionSe inspira a través de sus palabras, el recuerdo de su voz, y el misticismo de un desconocido. Lo vuelve su musa y su perdición. Así fue como Tsuna descubrió que su mundo podía estar de cabeza, sólo por haber respondido a un mensaje de un número des...