Capítulo 8: Territorial.

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Reborn llegó en cierto punto, entró con calma y cerró la puerta. Les informó que despejó el área durante un par de horas, ya que —para su buena fortuna— los superiores habían acudido a una reunión, incluso Lal estaba ocupada con eso. Siguió parloteando sin mirar demasiado a Tsunayoshi que se hallaba en silencio, con la cabeza gacha y la respiración un poco irregular. Se centró en el rubio que también estaba pendiente de las acciones tan raras del castaño alfa.

Y finalmente confirmaron que su juego era para saber, qué pasaría con un alfa fuera de control.

—Necesito mis medicamentos —susurró al fin, cuando ya no podía siquiera moverse por temor a perder el control.

—No es para tanto —Reborn sonrió—. Te ves perfectamente bien.

—No es un juego —Tsuna se limpió el rastro de saliva que se escapó de entre sus labios, antes de levantar la cabeza—. En serio los necesito.

—Yo no le veo lo grave a esto —el rubio compartió miradas con su amigo—. Tú estás...

No lo estoy —no pudo evitar gruñir suavemente—. No estoy bien.

Aquella voz de mando resonó de forma grave en la oficina, haciendo que un escalofrío extraño transitara por cada poro en Reborn y Colonello, ambos sintiéndose expuestos ante un animal que podía morderles el cuello sin pensarlo. Se miraron por breves segundos antes de ponerse alertas, y fue ahí cuando pudieron observar la mirada de aquel castaño. Los ojos siempre brillantes y amables, habían cambiado a unos más claros, fríos, prepotentes, salvajes. Y era solo la mirada todavía.

—Bien... Acepto que me asustó —el rubio carraspeó antes de ponerse de pie—. Reborn, creo que...

—No —Reborn sonrió, porque estaba interesado en esas reacciones—, quiero verlo un poco más.

—Podría ser arriesgado.

—Somos dos contra uno —dijo firme en su travesura—. Y si no...

Dame mi medicina.

Colonello apenas pudo empujar a Reborn para que ambos se alejaran de aquella mano que quiso sujetarlos, porque de un segundo a otro, aquel castaño los atacó. Y no solo fue eso, sino que el cuarto se llenó de feromonas alfa, de un hedor casi macabro, e intensidad tal, que a ambos se les dificultó respirar. Ahí empezaría una persecución dada en un espacio reducido, sin importarles tirar papeles, desordenar, o estropear algo importante.

Fue divertido.

Podrían estar en un peligro casi inminente, pero ese par siempre vería el lado divertido de las cosas. No por nada habían ascendido tan rápido en tan poco tiempo, incluso entre los miembros de su misma generación. Tal vez por eso empezaron a reírse y a pelear por saber quién sería sujetado primero por aquel castaño que seguía exigiendo su medicina, en evidencia de que todavía le quedaba algo de cordura en esa cabeza. Pero la voluntad no les duró demasiado, porque no querían asfixiarse en esa habitación.

—Hay que salir.

—Te apoyo.

No.

Colonello no pudo dar un paso más antes de que Tsuna lo sujetara por el hombro y lo desequilibrara. Intentó mantenerse de pie, pero fue derribado con facilidad cuando Tsuna usó como estrategia la voz de mando combinada con un golpe certero en la parte posterior de su rodilla. Se quejó por el golpe en el frío suelo lleno de cosas, pero poco le duró, porque tuvo a escasos centímetros de su rostro a aquel castaño quien mostró los dientes. Dos colmillos extendidos se diferenciaron claramente.

Musa anónimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora