Lucy: El papeleo

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Lucy

El infierno lugar donde se condenan a las almas pecadoras. Se supone que soy yo quien lo hace, ¿por qué parezco yo el condenado? Un demonio enano con piel roja camina hasta mí y me acerca un montón de papeles más. Esto es una montaña infinita, me pongo los lentes mientras alzo mi cabeza mirando hacia el techo.

—Oh por mi miopía, ¿de dónde salió tanto papel? —me quejo.

—Usted se fue de vacaciones y se acumuló —responde el enano y bajo la vista enojado a mirarlo —¡Ay lo siento amo y señor, rey de todo del infierno, no me lastimé! —ruega.

—¿Eres nuevo? —Alzo una ceja.

—Sí ¿Por? —expresa confundido y deja de cubrirse la cara, la cual se había tapado por el miedo que tenía.

—¿Lees mucho libros de vivos?

—Sí.

—¿Ves películas donde salgo?

—Sí —Baja la cabeza.

—Pues aquí olvídate de todo eso —Muerdo una manzana que está al costado de mi silla del trono, sobre la mesita —. Todas esas son historias mal contadas, ni siquiera soy tan aterrador —Tiro la fruta mordida a la canasta y me señalo el rostro —¿Te parezco monstruoso?

—No, de hecho estás muy guapo con esa piel tan aterciopelada y clara, que envidia ¿Cómo la logra mantener?

—Pues primero yo... —Alzo un dedo y luego reacciono —un segundo ¿Qué es esa falta de respeto?

—¡Lo siento! —chilla.

—Como sea, no es que sea el mejor demonio del mundo, ni sé por qué soy rey, desaprobe todas mis materias —Me pongo la mano en la barbilla —¿Será por eso? Necesito pensarlo bien —Saco el chupetín de la cabeza y lo chupo.

—Mi amigo dice, que usted es cruel y justo a la vez, que tiene corazón, fuerza y veracidad para gobernar, por eso es el más indicado —expresa con orgullo y lo miro, luego apoyo el dulce en mi melena pelirroja otra vez —¿Dije algo malo? —expresa nervioso.

—Ah que lindo —opino satisfecho —. Voy a ascender a ese sujeto —Miro el papeleo —. Ahora ¿Dónde me quedé? No me interrumpas más rojito ¿Por qué tanto documento? —insisto.

—Porque cuando mueren Sangre Puras no sabemos donde ponerlos y además el tal Leik Misteik tiene trabajo atrasado —Mira su libreta el enano para no decir otra estupidez como antes.

—Bueno, si no queda de otra —Bufo y saco mi lapicero —¡Preparado, listo, ya! —Muevo mi mano a modo flash y saco a gran velocidad una gran cantidad de papeles mientras firmo y reviso cada trazo que puede que tenga alguna irregularidad —Este se queda, este al infierno, este no, este está equivocado, este hay que revisar, este... —Me detengo cuando alzo la cabeza.

Lo veo ahí, en cámara lenta, entrando a mi salón principal, me olvido de mis papeles y me levanto de mi gran sillón sacándome los lentes. Allí está, Gabriel, todo guapo con esas piernas que parecen de mujer pero no lo son. Ese cabello largo y blanco que me hipnotiza, más su gesto de seriedad que es tan característico en él.

—¡Oh cielos, mi heterosexualidad! —chillo —¡Déjame convertirme en serpiente y recordar que hay debajo de tus panties, así se me pasa! —Me golpea con su ala blanca —¡Auch!

—Concéntrate —me reprende.

—¿Qué haces aquí? Nadie me dijo que vendrías —Me arreglo el cabello, aunque está un poco pegajoso.

—Se te perdió papeleo y lo traje —explica.

—¡¿Más?! —chillo —Oh rayos.

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