Cap#1

12 2 0
                                    

Estaba en mi casa jugando con una muñeca de trapo que mi padre me había comprado, era una muñeca muy hermosa... Sus ojos de botones y su sonrisa bordada junto con dos círculos rosados que simulaban el rubor de sus mejillas, y su precioso cabello rojo, yo quería un cabello así, el mío era negro y aburrido.

Sin embargo mi hermana tenía un cabello más castaño, igual al de mi padre. Mamá llegó sonriente ese día con una pequeña rosa en mano.

Con mis 6 años de edad aún no entendía por que una flor podía hacerte feliz, mamá se acercó y le dio un sonoro beso a mi pequeña hermana que estaba sentada en la cuna, me miró unos segundos y podría jurar que sus lindos ojos marrón se apagaron un poco.

Me levante y fui en busca de su cercanía pero ella retrocedió y se alejó con mi hermana en brazos.

Mi padre entró por la puerta me miró unos segundos y me saludo con un movimiento de cabeza, me pareció divertido, siguió los pasos de mi madre en dirección a su habitación. Escuché gritos provenientes de una fuerte discusión entre ambos, papá salió y azotó la puerta.

Mamá no salió de su cuarto durante todo el día.

Me acerque a su puerta y toque dos veces esperando una respuesta del otro lado ¿me dejaría entrar?

Esperé sentanda en el piso pero nunca abrió y mi pequeño cuerpo había encontrado cómodo su lugar de espera, la pared y el suelo se volvieron mi cama y almohad.

Al día siguiente la puerta de mamá estaba abierta, me levante por el ensordecedor llanto de mi hermana, me acerque a la cama de mamá y vi ahí mi hermana recostada llorando ¿hace cuanto mamá se había ido?

Sostuve su manito intentando calmarla y de pronto el cuerpo tambaleante de mi madre se hizo notar, su boca expedía un fuerte olor que tiempo después descubriría que ese olor era llamado alcohol.

—salgan de aquí. —logra pronunciar antes de caer rendida en su cama, con fuerzas desconocidas logró llevar a mi hermana hasta la sala donde prendo la tele y coloco los dibujos que tanto le gustan.

Mi hermana queda dormida y yo aún me mantengo despierta, estaba cansada de ver el mismo pato amarillo todos los día, busqué algo nuevo en la tele, el control remoto se trancó, lo golpee con una mano esperando que este volviera a cambiar canales pero no lo logré, me resigne y me quedé viendo el canal en el que se había quedado, mostraba una cabaña en medio del bosque el ambiente era tétrico y daba miedo, la curiosidad no me permitió voltear y dejar de ver la escalofriante escena.

Mostraba a un grupo de chicos y un hombre que corría tras ellos con un cochillo.

Me asute cuando él hombre con cuchillo atrapó a una chica y le corto el cuello de extremo a extremo, la sangre adorno el cuello de la chica asemejandose a un collar. El siguiente en morir fu un chico muy delgado, del pienso que fue más doloroso, su pierna había sido capturada por una trampa para osoa y el asesino se acercaba lentamente a él, parecía que la espera del muchacho con el pie atrapado era más cruel que su misma muerte pronosticada. El cuchillo no tardó en penetrar y desgarrar la carne del chico que lloraba y gritaba por piedad el asesino no paraba de apuñalarlo y parecía que le divertía hacer esos actos atroces.

El sufrimiento en la cara de cada uno de los chicos asesinados era tan real y atemorizante, que con mucho miedo apagué la tele y me quedé viendo el piso un tanto asustada.

Mi padre entró por la puerta y me miró con ojos indiferentes, entró buscando a mi madre, entendí que la había encontrado cuando escuché fuertes estrepitos viniendo de la habitación de mamá, papá se fue y mi madre salió de la habitación corriendo tras de él, mamá tenía sangre saliendo de su boca y un color morado verdoso en su pómulo.

Mi hermana aún no despertaba y yo aproveche para ir tras mis padres.

Salí y me senté en la puerta, me quedé en silencio escuchando como mis padres discutían.

—¡Entiéndelo de una vez!

—Pero... Tu dijiste que ya no te irías... —llora mi madre.

—¡Si sigues así no pienso volver! —mi padre empujó a mi madre haciéndola caer en el suelo y se fue. Ella solo podía llorar ahogando sus gritos contra la tierra y con sus manos arrancaba el pasto con desenfreno.

Ya estaba acostumbrada a este tipo de escenas y ya no me afectaban tanto como en el inicio, pero aún así me dolía saber que mi madre sufría, yo la quería y enserio esperaba que ella fuer feliz. Cuando mamá sonreía todo era bueno pero cuando estaba triste nosotras pagábamos el precio.

AliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora