ೋ❀❀ೋ═══ ✿ ═══ೋ❀❀ೋ
Continuando nuestra historia con el mismo día de Navidad, la pequeña rubia despertó de su siesta con un gran bostezo mientras se tallaba los ojitos verdes para quitarse el sueño de los ojos y comenzaba a mirar de a poco en dónde se encontraba. Y notó rápidamente, por las tonalidades en rojo, que estaba en una de las habitaciones de Thorn Hill, dándose cuenta al instante de que a su lado estaba su pequeño amargadito dormido profundamente con un brazo encima de ella, notándose lo cómodo que se encontraba.
No había rastro alguno de su gorro típico en forma de corona y su cabello castaño estaba un poco desordenado, como le era costumbre. Betty no pudo evitar sonreír al verlo así, pensando en que bien podía ser convertido en un lindo y apachurrable osito de felpa para ella. ¿Habría alguna hechicera en el mundo que pudiera convertirlo en un osito de peluche personal para ella? Porque si sí, ella pagaría lo que fuera para que cumpliera su deseo.
Esperaba que sí.
Solamente quería abrazarse a él, aprovechando lo calentito que estaba, y volver a dormir un ratito más. Pero también estaba inquieta por bajar a jugar.
La niña hizo un puchero descontenta mientras debatía con ella misma por dentro en si quedarse dormida con su "osito apachurrable" personal, ahí abrazándolo, o en bajar a seguir curioseando por la mansión Blossom y continuar con sus travesuras.
Por lo que al final, optó por la segunda opción y con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro, empezó a zafarse poco a poco del agarre del niño en ella entre pequeñas risitas. Moviéndose hacia abajo muy despacio, deslizándose por el edredón para poder salir sin ser atrapada en el acto y sin despertarlo, ya que sabía que Jughead dormía hasta tarde la mayoría del tiempo, a diferencia de ella que tenía mucha energía y no podía dormir ni dos horas completas. Pues tenía demasiado por ver como para dormir. ¡Un mundo entero la esperaba!
— ¡Libre! —Betty susurró felizmente, moviendo sus manitas cuando cayó en el suelo entre suaves risas y estuvo libre del agarre de Jughead.
Entonces ella le dedicó una sonrisa rápida antes de levantarse de la gran alfombra felpuda de color rojizo y dirigirse hacia la puerta para salir así de la habitación. Pero entonces, se detuvo por un momento y pensó.
«¿Y si Juggie se cae y se lastima?»
Ella sabía que Jughead era de un muy mal dormir, que se movía mucho en las noches y entonces Betty hizo una mueca de horror al imaginarse la escena, la cual era horrible y trágica en su fantasiosa cabecita. Por lo que, optó por agarrar dos almohadas largas y suaves que estaban ahí en la cabecera y ponerlas a cada lado del niño, tal como hacía su mamá con ella para evitar que rodara por la cama y cayera al suelo.
— Así estará bien. —Betty se prometió orgullosa de su inteligencia, mientras caminaba hacia la puerta para poder abrirla, pero entonces se dio cuenta de la desgracia.
Su estatura diminuta no le permitía llegar siquiera a la perilla de la gran puerta de madera, por lo que no podía salir hasta que su madre fuese por ella, cosa que no sería pronto conociendo a Alice Cooper.
— ¡Peces! —refunfuñó Betty, haciendo un puchero y cruzándose de brazos mientras alzaba la cabeza para mirar la perilla, que parecía estar muy alta desde su perspectiva. — ¿Por qué soy tan pequeñísima? ¡Peces, peces y más peces!
Se quejó, frustrándose mientras se sentaba en la alfombra con ambos brazos cruzados sobre su pecho, y se recargaba en la puerta que le parecía enorme. Ella pensaba que todos los adultos eran gigantes, no personas.
ESTÁS LEYENDO
𝗢𝗨𝗥 𝗦𝗧𝗢𝗥𝗬
Non-Fiction𝐎𝐮𝐫 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐲| 𝗗𝗘𝗦𝗖𝗢𝗡𝗧𝗜𝗡𝗨𝗔𝗗𝗔. 𝑙𝑖𝑡𝑡𝑙𝑒 𝑏𝑢𝑔𝒉𝑒𝑎𝑑 𝑠𝑡𝑜𝑟𝑦. precuela de 𝗾𝘂𝗲́𝗱𝗮𝘁𝗲 𝟰𝟴 𝗵𝗼𝗿𝗮𝘀. Riverdale. Un pueblo trágico y con muchas sombras acechando a cada paso. Con la idea de la "perfección" metida en...