Lovino
Domingo, el día en que mi familia se reúne para ir a la iglesia, La sagrada familia, desde que tengo memoria siempre e ido a esa iglesia con mi familia.
El domingo es el único día en que me despierto temprano, por difícil que parezca. Ese día ayudo al sacerdote del lugar, siendo su mano derecha o algo así, pues de que tenia 10 años fui monaguillo. Pongo mi alma y mi corazón en esto, ya que es la única manera en que mis padres me vean o eso era hasta hace 5 minutos.
—¡Bravo Feliciano! Me encanta, tener una voz como la tuya—
—¡Felicidades hijo! —
Y ahi estaba mi madre abrazaba felizmente a mi hermano, como siempre, opacado por Feliciano.
Me aleje de la feliz escena, me refugie en la sacristía de la iglesia, prepare todo y me prepárate poniendo el traje de monaguillo.
—Lovino, ¿Qué sucede hijo mio?— el padre había entrado a la sacristía, el sacerdote era un hombre de edad avanzada, con una cabeza casi calva, con unos pocos cabellos blanco grizacios, piel pálida y ojos azules. Para mi el sacerdote era como un segundo padre, era el único que me escuchaba y me daba consejos cuando se los pedía.
—Nada padre—
—¿como que nada hijo? Si tiene el ceño fruncido— se carcageo el padre, solo suspire tristemente.
—...estoy bien—
El sacerdote puso u semblante triste y suspiro, puso su mano en mi hombro y me dijo —sabes que cuentas conmigo— y se fue.
En todo la misa no estuve concentrado, me sentía mal, triste, enojado, creo que nunca podre ganarle a Feliciano en algo.
Después de salir de la iglesia, nos fuimos a nuestra casa, en el camino mi madre alardeaba de mi hermano con orgullo, me canse de escuchar lo fantástico que era Feliciano, me puse mis audífonos y deje que la música me llevara a otro lugar.
Entre a mi cuarto y cerré con un portazo, lance mi celular a la cama, prendí mi ordenador, era momento de jugar un juego en línea, estaba apunto de entrar a mi partida guarda cuando suena mi celular, no me levanto de mi silla giratoria, me acerqué a la cama y tome el celular.
—¿Alfred? A hora que quiere ese tonto—
Aquel americano ruidoso me esta llamando, raro, casi siempre eran mensajes de texto.
—¿Qué quieres?— ya sabia quien era, para que iba a preguntar por quien era, eso era estúpido.
—Loviiii— al parecer tiene pulmones de hierro —hola, ¿Como estas? ¿Ya comiste? ¿Quieres salir o quieres venir a mi casa? —
—oye tranquilo velocista—
Detrás de la línea se escucho una risa, no era de Alfred si no de otra persona, pues el estaba gritando no te rías, no aguante la risa.
—¡escuchaste! ¡No te rías! —
—lo-lo siento jajaja— no lo se, pero por alguna razón Alfred siempre me sacaba una sonrisa.
—¿en-entonces? ¿Vienes?—
Lo pensé por unos segundo, pero al fin de cuentas acepte, finalice la llamada, me prepare, apague mi ordenador, me cambie mi traje por algo mas cómodo, tome mi cartera y mi celular, listo para irme.
Salí de la habitación, en el pasillo me encontré con mi hermano, quien estaba sosteniendo dos platos de pasta —hermano...¿Vas a salir? —
—si— seguí con mi caminar, pero Feliciano la interrumpió de nuevo, hablo sin titubear.
— yo pensé que podríamos comer juntos pasta, mientras vemos nuestro programa favorito —
Me quede pensando unos minutos, pero me negue a tal petición, pase por el pasillo sin mirar a mi hermano, baje las escaleras, estaba a casi nada de llegar a la puerta, mi madre me detiene, me pregunta a donde voy y todas esas cosas, la ignoro y salgo de la casa, solo escucho el ultimátum de mi madre.
●●●
Ahora estaba en la puerta de la casa de Alfred, toco tres veces el timbre, escucho unos pasos detrás de la puerta y de un momento "plaf".
Alfred habré la puerta mientras se soba su cabeza.
—¿Estas...bien?— trato de no reirme, pero era inevitable, suelto una carcajada mientras entro a su casa, él solo hace un puchero y cierra la puerta con enojo.
—¡No te rías Lovii! —
No lo se con certeza, pero me siento bien al estar en su casa.
— es inevitable Al—
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Perdón Dios (PAUSADO)
FanficCuando tienes una familia que es muy religiosa, todo tu mundo se siente miserable, no por tener a esa familia, si no por ser un pecador, haberte enamorado de las persona menos indicada y sobre todo, que es de tu mismo genero, eso es un pecado atro...