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Posar y sonreír; esa era su vida.

Tenía que verse hermoso todo el tiempo y sonreír a las cámaras que lo fotografiaban sin parar. Su vida estaba hecha para ser transparente, siempre estaba bajo el ojo de las personas y eso era algo que lo aplastaba, era agobiante sentir que su vida y conducta estaba hecha para complacer a los demás.

Víctor Nikiforov era un alfa conocido y exitoso modelo de pasarela. Trabajaba en revistas famosas y posaba para tiendas también. No se involucraba en escándalos ni farándula, por lo que era apreciado en el mundo de la moda como un trabajador serio, además su impecable belleza exótica atraía la mira de todas las personas. Era una joya pulida, un diamante hermoso que relucía bajo las cámaras.

Pero se encontraba deprimido.

No deprimido de estar triste, o tener un mal día o una mala semana, no.

Víctor tenía depresión, un dolor en el cuerpo que lo llevaba acompañando por mucho tiempo. No sabía cuándo había comenzado o como, pero el progreso fue lento, tan lento que no notó cuando de pronto se vio envuelto en un torbellino de negatividad que lo hacía sentir constantemente miserable.

Por supuesto, esto nadie lo notaba. Todos a su alrededor actuaban normal con él y es que el era un excelente actor. Para él fingir y actuar como si nada malo pasara era parte de su trabajo, sabía bien cómo sonreír ante las cámaras y como fingir una risa cantarina ante los chistes aburridos de los demás modelos.

Se sentía cansado constantemente, le costaba dormir pero de día siempre tenía sueño. Tapaba sus ojeras con el maquillaje más caro del mercado, por lo que no se notaba. Su estado de ánimo pasaba de tristeza a enojo o angustia en un santiamén e incluso su olor se alteraba. Por primera vez en su vida tuvo que empezar a tomar inhibidores para que nadie a su alrededor se molestara por sus constantes cambios de aroma.

No quería tener esa vida. No quería vivir así en un estado constante de letargo, donde el principio y el final del día eran iguales, donde no encontraba nada que lo llenase o lo hiciera sentir bien. Sabía que el problema de todo venía dentro de él.

Pero no hacía nada, seguía viviendo por inercia y trabajando como loco. Su vida giraba entorno a su trabajo y, por lo tanto, no tenía tiempo para sí mismo, no podía mostrarse vulnerable por que eso no era aceptado en su mundo, menos que un alfa respetado como él mostrase esa vulnerabilidad.

Ese día era como cualquier otro.

La revista de moda donde trabajaba era famosa, organizaban muchos desfiles de pasarela y eran líderes en moda y maquillaje. Por supuesto Víctor trabajaba ahí.

Nada le emocionaba de ese día, pero al menos era un día blanco para él.

¿Qué era un día blanco?

Era extraño, pero había días en que no sentía absolutamente nada. Ni pena, ni rabia, no había dolor pero tampoco felicidad, su cuerpo parecía una cáscara vacía de emociones. Eso era un día blanco.

Y al final terminaban siendo sus días preferidos, claro, no sentía alegría pero al menos no estaba ese dolor punzante en su pecho martilleándolo, menos la angustiaba que lo tenía al borde de las lágrimas constantemente.

Llegó al edificio como cualquier otro día y se dirigió a la sección de maquillaje. Ese día estaba programada una sección de fotos para una nueva diseñadora que era famosa en el mercado. Víctor se cambió de ropa mientras saludaba con efusividad a las personas a su alrededor, no era necesario que nadie notara lo muerto que estaba por dentro.

—¡Víctor! Pasa por la sección de peluquería primero, probaremos un nuevo peinado en ti.

Suspiró con cansancio, su pelo siempre era toqueteado en exceso por el peluquero, tenía que escuchar los hermoso que le parecía y como parecía un ángel al tener el pelo tan largo y plateado.

En mis fotos estásWhere stories live. Discover now