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Víctor suspiró agotado cuando el último flash de la cámara terminó por apagarse.

La sesión de ese día había sido particularmente larga. Se venía la semana de la moda en St Petersburgo y la editorial estaba hecha un caos por culpa de ello.

Aún le faltaba otra prueba de ropa más y ni hablar del maquillaje. Sentía la cara un tanto tirante después de tantas pruebas y cambios que le habían hecho.

Cuando llegó el lunes junto con Yuuri a trabajar, pensó que le lloverían los reclamos por su cambio de imagen; después de todo, su cara y cabello eran su fuente de trabajo, por lo que en teoría pertenecían a la editorial.

Pero el cambio de imagen no hizo más que agradar a todo el mundo. Sala se deshizo en halagos al igual que los otros modelos y trabajadores de la revista; todos hablaban de lo sexy y maduro que se veía por lo que sus pocas inseguridades desaparecieron rápidamente.

Y era un alivio, porque haber hecho ese corte era parte de los cambios que quería hacer en su vida. Había sido liberador poder cambiar al fin su imagen y soltar una pequeña carga que llevaba encima. Poco a poco sentía que se estaba acercando a quien era realmente.

El primer día después del celo de Yuuri estuvo especialmente atento a él.

Lo fue a ver múltiples veces a su área de trabajo, preocupándose de que se alimentara bien y que descansara lo suficiente. Ese día, Yuuri se había levantado aún cansado y esa imagen vulnerable no había hecho más que enternecerlo.

Pero ahora ya habían pasado cinco días de su celo y, por alguna razón, Víctor seguía sintiendo la extraña necesidad de cuidarlo.

Se dirigió a la sección de vestuario. En el camino logró ver al omega de lejos y este le hizo un gesto de saludo con la mano, robándole rápidamente una sonrisa.

No sabía qué le pasaba; tenía el impulso constante de protegerlo y estar cerca de él, y simplemente no tenía sentido. El omega ya había terminado su celo, por lo que su alfa no tenía por qué sentirse así de inquieto.

Tener esa confusión en su cabeza le molestaba, sobre todo porque su alfa no hacía más que inquietarlo cuando estaba cerca de Yuuri, provocándole impulsos bastante inapropiados y que debía controlar constantemente.

—Víctor, te estoy hablando.

La voz de Sala lo trajo a la realidad. La italiana lo miraba bastante molesta, parecía que llevaba un buen rato hablándole y el apenas había escuchado algo.

—¿Si? —preguntó con el tono más inocente que tenía.

—No me hagas perder más el tiempo, Víctor. Esta semana es importantísima y todo debe salir perfecto. TODO. —ahora que la miraba más de cerca, su jefa se veía un tanto histérica. A Víctor le hacía gracia como afuera de la oficina podía ser tan dulce y calmada, pero apenas empezaba a aparecer el estrés, estallaba. Suponía que era culpa de la constante sobrecarga de trabajo. —Necesito que te pruebes todos los atuendos y cuando termines vuelvas a la prueba de maquillaje: tenemos que decidir hoy que le pondremos a todos los modelos para que mañana se hagan las pruebas de fotografías con Yuuri. Solo apresúrate y haz tu trabajo.

No esperó a que respondiera, porque se dio la vuelta de inmediato para seguir dando órdenes en otro lugar.

Víctor se encogió de hombros cansado, dirigiéndose de forma sumisa hacia el área de pruebas y comenzando a cambiarse ahí mismo para que decidieran por él.

Esa era la parte aburrida. Se probaba distintas ropas y se cambiaba casi al instante si algo no les parecía. Muchas veces lo hacían girar una y otra vez, indecisos de una combinación y tenía que volver al principio.

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