Ya habían pasado 2 días y aún no sabía nada de Yuuri.
Estaba siendo un poco histérico, era consciente de eso. Después de todo, los celos de los omegas duraban de 2 a 3 días; tal vez, Yuuri seguía en celo y por eso no lo llamaba.
¡Pero al menos un mensaje! Él le había dejado muchos y no había recibido ninguna respuesta. ¿Cómo era posible que en ningún momento haya tomado el celular?
Se sentía frustrado e inútil. Era ridículo que extrañase a Yuuri si apenas el jueves lo había visto, pero le gustaba mucho su presencia; Yuuri tenía una actitud que siempre lograba tranquilizarlo, su sentido del humor lograba hacerlo reír en casi cualquier situación.
Era sencillamente adorable, pero le estaba costando trabajo no imaginarlo en un estado de celo.
Rara vez pensaba en Yuuri como un omega. Para él, era su amigo japonés; ese que siempre estaba en las buenas y en las malas, aquel que lo había ayudado a salir de ese agujero oscuro que era su vida y que poco a poco iba mejorando. Yuuri se había convertido en su persona especial y no podía ser más feliz por tenerlo en su vida.
Su anterior celo no fue algo muy mencionado porque Víctor estaba de viaje, pero las cosas habían cambiado ahora, se habían vuelto mucho más unidos y ahora le costaba imaginar un día sin él.
Pero imaginarlo en estado de celo... eso era otra cosa. Pensar en Yuuri desesperado de placer, probablemente desnudo y sudoroso era algo que le estaba costando sacar de su mente. Sentía que lo estaba traicionando al imaginarlo así y más fue su vergüenza al ponerse duro de solo pensar en cómo se vería su amigo en su lado más animal.
Soltó otro suspiro frustrado, se estaba conteniendo de ir a su departamento a verificar que aún estuviese vivo, pero sería muy irresponsable de su parte ir sin avisar, aún sabiendo que está en celo y él no violaría su privacidad si así perdía su confianza.
Lo mejor sería ir al gimnasio a botar un poco de energía. Aún no hacía sus ejercicios matinales, así que le vendría bien. Al menos tendría la mente distraída en algo.
El gimnasio estaba bastante vacío, no habían más de dos personas y es que poca gente que se animaba a ir a las 7 de la mañana a ejercitarse.
Siguió su rutina diaria; después de todo, él era modelo: su trabajo dependía de cómo mantenía su cuerpo y eso requería tiempo, además él siempre solía exigirse un poquito más porque no estaba dispuesto a abandonar las delicias de la comida solo por verse bien.
Por supuesto, debía controlarse y llevar una vida sana. De vez en cuando se salía de la dieta y comía algo que le gustase, pero últimamente se le había pasado la mano con la pizza y las cervezas, así que ahora debía esforzarse más por mantener su cuerpo de forma deseable.
Al salir del gimnasio, aún era ridículamente temprano. Miró su celular por millonésima vez esperando un mensaje de Yuuri y soltó un bufido frustrado al ver que aún no había nada en su pantalla.
Decidió caminar hasta su departamento buscando despejarse, respirar aire fresco de vez en cuando le hacía bien y de paso aprovechaba de aplicar las tareas que le había dado su terapeuta para esa semana.
A medida que avanzaba cada vez mejor el tratamiento, recibía tareas que debía cumplir durante la semana. Por supuesto que muchas veces no lo había logrado o solo terminaba frustrado, pero sabía que era parte del proceso.
El último mes hablaron mucho acerca de sus padres. Como la pérdida de ellos había afectado en su vida y de qué forma él los veía presente en su día a día.
Era un tema que le costaba mucho. Al principio, solo podía largarse a llorar cada vez que empezaban con el tema, pero gracias a la terapia logró verlo como algo positivo; después de todo, el que pudiese desahogarse aunque sea después de tanto tiempo era algo positivo, permitirse llorar y extrañarlos era como soltar una mochila muy pesada.
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En mis fotos estás
FanfictionVíctor es un modelo de alta costura, lleva toda una vida de éxito que lo catapulta a una depresión. La vida siendo un alfa perfecto le pasa la cuenta, pero todo comienza a mejorar cuando aparece Yuuri en su vida, el nuevo fotógrafo de la editorial...