Cancún
Amor mío:
Juls... Ven, aprovechemos que los demás ya están dormidos y salgamos al jardín. Vine un fin de semana a la playa pero quiero que vengas. Ven! Dame tu mano. Caminemos de puntillas, tratando de no hacer ruido para no despertar a nadie cuando salgamos. Vamos a convertirnos de nuevo en aquel par de amantes furtivas que desafiaban las prohibiciones de nuestras familias y los miedos personales para encontrarnos a como diera lugar. Dejemos que una vez más el silencio y la oscuridad de la noche sin luna sean nuestros cómplices.
Quiero revivir aquellos tiempos cuando éramos un par de adolescentes enamoradas y no veíamos el momento en que terminara el día para que nuestros padres se fueran a la cama. Recuerdo que les daba las buenas noches y también me iba a acostar, esperando ansiosa a que me avisaras con tus silbidos cuando ¡por fin! se apagaban las últimas luces de nuestras casas. Entonces abría la ventana de mi cuarto y, con el mayor de los sigilos, me bajaba del balcón y me iba hacia ti, corriendo descalza sobre el césped húmedo de la madrugada, esperando que Max el perro de mi papá no me delatara, ya había hecho un trato con Guille ni él me delataba en la huida hacia tu casa y yo no lo delataba en las escapadas a los club sexys.
Tú aguardabas siempre al pie del mismo árbol, en el rincón más apartado del jardín, solo con una linterna para alumbrarnos, mientras caminábamos. ¿Te acuerdas de cómo nos escondíamos, recostándonos en su grueso tronco, ocultando al mismo tiempo nuestro miedo a ser descubiertas? Creo que de no haber tenido ese apoyo o si tú no me hubieses abrazado con la fuerza que lo hacías, las piernas no me habrían sostenido. ¡Sí, tanto así me temblaban las piernas! Ahora sabes que no era sólo por la emoción de encontrarnos ni por el perfume tan fuerte que emanaban los jazmines en flor, era por temor a que alguno de nuestros padres nos vieran y nos separaran.
Ven Juls, tómame de la mano. Hay veces como hoy en que, acostada en mi cama, cierro los ojos para rememorar aquellos primeros besos de amor que nos dimos tú y yo. Me sonrío con el recuerdo de nuestras bocas torpes, que no tenían más que el instinto para guiarlas. Añoro tu lengua serpenteando ávida entre mis dientes o cómo te quejabas cuando mordía tus labios, y nos lastimábamos con la ortodoncia, jajajaja travesuras de niñas y que aún me gusta hacerte. Recuerdo cuando tus manos heladas, tocaban mis pequeños senos por encima de la ropa de dormir , tratando de abrir los botones, recuerdo con gracia y ternura que nunca lo consiguieras, ni siquiera después de varios intentos; así que siempre te ayudaba a desabotonarlos o, en un arranque de osadía, me arrancaba yo la ropa porque sí que eras torpe mi bombón. Ya al final no usaba brasier para facilitar las cosas, tus cosas.
Entonces me deleitaba poniendo mis manos sobre tus mejillas, para sentirlas ardiendo al verme completamente desnuda ante ti, y luego me apresuraba a desvestirte, a pesar de tus protestas. Pero sabía que reclamabas en vano porque, como comprobaba al tocarte, eso era lo que me estabas pidiendo a gritos. Igual que sucede ahora, cuando te hago esta propuesta. Es innegable, hay cosas que no se pueden ocultar. Todavía después de tanto tiempo me gusta hacer el amor contigo, tocar cada parte de tu cuerpo, tus cicatrices, tus manchitas, tus lunares, todavía me gusta tocarte toda.
¡Esos toqueteos que poco a poco dejaban de ser inocentes para aventurarse cada vez más allá y comenzar a descubrir las diferencias y similitudes de nuestros cuerpos! Inútil decir que de tanto tocarnos, acariciarnos y besarnos nos aprendimos la una a la otra de memoria. No necesitábamos vernos, sólo dejarnos llevar por los caminos que íbamos dibujando con nuestras manos de adolescentes descubriendo el amor por primera vez.
No puedo evitar que me vuelvan a embargar las mismas ganas de estar entre tus brazos, de besar tu boca, de sentir tus manos sobre mi cuerpo. Pero no tengo más que las mías para recordarte y a ellas me entrego, deseándote mientras lo hago. Estoy segura de que en algún momento se me escapa tu nombre. Claro, siempre me aseguro de estar sola o con la puerta cerrada. Dime algo, ¿Cuándo estamos así separadas, también revives esos tiempos? ¿Me llamas silenciosamente en la oscuridad? ¿Y me deseas con la misma fuerza de esos días? ¿Dime que tú también usas tus manos para recordarme y que se te escapa mi nombre?
¡Ven, amor mío, ven! No contestes, ya conozco la respuesta. Sé que es así. Pero dile a mi corazón que no hace otra cosa que pensarte, ninguna de las dos puede negarlo. Por eso, esta noche en que tus recuerdos invaden mi mente, sin dejarme conciliar el sueño, te pido que mientras todos duermen, salgamos al jardín... Quiero que llegue la mañana y que salga el sol, porque se acortan los días, se minimiza la espera, cada amanecer significa que estas por llegar, pero lo que tengo es un jardín, así que levántate y sal al jardín, sal a nuestro encuentro en el jardín.
Valentina....
Pd: La próxima vez, me llevas en la maleta, odio tu trabajo, porque es el único que nos separa. Es el intruso entre las dos. Te espero ansiosa para ser tu musa y que después de amarme, diseñes en mi cuerpo los trajes más hermosos que existen en la tierra. Te amo mi Bombón.