CAPÍTULO 3 Lyana

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Empujo las puertas que se abren de par en par. Ella nos mira sentada tras una mesa de madera. Alex y yo entramos en la sala y las puertas se cierran solas tras nosotros. Se trata de una sala bastante grande, cuenta con tres ventanas en la pared de la derecha, la que da al callejón de detrás de la cafetería; en la otra pared hay estanterías llenas de libros que deduzco serán de hechizos. Las paredes eran blancas, ahora tienen zonas ennegrecidas por humo y sucias por salpicaduras, seguramente aquí es donde Momo prepara sus pociones y practica su magia. Hay plantas que caen desde sus macetas y que ocupan la mayor parte del espacio. Su mesa esta en el centro con dos sillas delante y una butaca detrás. Detrás de ella hay otra mesa llena de recipientes y mezclas. En la esquina más cercana a nosotros hay un sillón y unos sofás con una mesita. Permanecemos en silencio unos minutos eternos, hasta que ella lo rompe.

- Bueno, ¿No vais a decir nada?-

Dejo de contemplar todo lo que me rodea y me centro en ella.

- Eres una hechicera.- afirmo.

- ¿Es eso una pregunta? - me contesta.

- Si es una hechicera, ya habrá deducido que nosotros también.- dice Alex.

- Por supuesto que lo sé, de hecho lo sé desde que me dijeron que dos de los forasteros que llegaron al pueblo tenían los ojos púrpuras,-dice refiriéndose a mí y a Dexter - ellos solo podían ser los hijos de Crystal Zeith. -

- ¿Conocía a mi madre? - pregunto sorprendida.

Ella se levanta sin responder, y con pasos lentos rodea su mesa y se dirige hacia el sillón. Mi paciencia empieza a acabarse cuando se sienta en él y nos indica que nos sentemos con ella. Alex se acomoda en un pequeño sillón cercano a ella, yo me pongo en el sofá al otro lado.

- Conocí a tu madre, hace muchos años. - empieza - esa joven de característicos cabellos blancos y ojos púrpuras me salvó la vida. Crystal y yo éramos amigas en el aquelarre de su familia, el aquelarre Hamilton. En un ataque en que la mayor parte del aquelarre fue asesinado, los que sobrevivimos lo hicimos gracias al poder de tu madre y a su valor. Cuando me enteré de su muerte y de todo el aquelarre en el os refugiabais, lo sentí mucho, una parte de mí estará siempre con ella. -

Se queda en silencio mientras me mira.

- Artemis, el aquelarre en el que se refugiaban era Artemis - le dice Alex.

- Lo sé, también conocía a Aaron Artemis, tu padre. -

El hecho de que esta extraña mujer, que no conozco de nada, sepa tanto de nosotros empieza a sacarme de quicio. Resoplando me pongo en pie y doy vueltas sobre mí misma mientras miro la sala que me rodea.

- Imagino, que es difícil de creer. ¿porque ibais a confiar en alguien que no conocéis tras haber pasado más de una década huyendo? Pero de verdad os prometo que conmigo no corréis peligro. Tengo una deuda con Crystal que jamás podré pagar. Y quiero ayudaros. -

Nadie dice nada, pero ambos la miramos mientras avanza hacia su mesa. Alarga el brazo y coge uno de los marcos que hay, lo mira y esboza una sonrisa. Se vuelve a acercar a nosotros y me entrega el marco. Miro la fotografía y todo el aire que contenía se me escapa de golpe. La imagen muestra a dos parejas, a un lado esta una Momo más joven, con el cabello completamente oscuro, libre de canas, y junto a ella hay un hombre que la rodea con los brazos. Al otro lado se alza una chica mucho más joven junto con un chico que le pasa un brazo por los hombros. Su cabello tan blanco como el mío y los ojos del mismo color púrpura son inconfundibles, se trata de mi madre, y de mi tío Garret. Me quedo mirando la foto en silencio, todos en ella están sonriendo, atrapados en un momento que parece que fue hace siglos. Una lagrima silenciosa resbala por mi mejilla. No consigo encontrar palabras que salgan de mi garganta, y tampoco encuentro el valor para apartar la mirada de mi madre. La hecho mucho de menos. Siento una mano que se apoya en mi hombro y me acaricia con el pulgar.

LA MAGIA QUE NOS UNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora