' 1

5.3K 290 33
                                    

Su cita fallida había acabado hacia alrededor de veinte minutos.

Se encontraba en el centro de Sheffield deambulando sola, con el frío calándose en sus huesos. No tenía idea siquiera del porqué había aceptado aquella cita a ciegas que había organizado Jackie, su mejor amiga de ideas alocadas, pero creía haberlo hecho por haberse dejado convencer de que era, sin dudas, una buena idea.

Todo a su alrededor giraba, sin embargo no estaba alcoholizada, no habían llegado a esa parte. La velada había finalizado en cuanto las cosas con aquel castaño de nombre Gabriel, se habían comenzado a tornar incómodas, más de la cuenta.

" ¿Has tenido alguna pareja anteriormente? " Fue la primera pregunta que convirtió drásticamente el ambiente de una cita a ciegas inocente a un interrogatorio fuera de lugar. Había contestado sin dificultades, no era una sorpresa que en sus veinticinco años de vida había atravesado por varias relaciones amorosas con distintos desenlaces.

Quizá aquel no había sido el problema sino lo que le continuó.

" ¿Has intentado las relaciones abiertas? " Otra pregunta fácil de responder, simplemente no. No era su estilo, tampoco se le había presentado la oportunidad o siquiera la simple idea de tener una. Sus relaciones habían sido cerradas, la mayoría serias y de una duración relativamente larga.

Se limitó a contestar el resto con pequeñas palabras, rozando el o el no respectivamente hasta que ninguno podía dar vuelta la situación; definitivamente eran muy distintos. Se excusó con la pequeña blanca mentira de que usaría el baño aunque Gabriel no era un tonto, la salida era lo que Arlene buscaba.

La cita se había dado por terminada en cuanto la castaña prácticamente huyó de aquel restaurante en el centro de la ciudad y comenzó a caminar sin rumbo alguno, en la dirección contraria a su casa.

En ese momento se encontraba extraviada, la oscuridad abrazando cada rincón de las calles frías de Sheffield y el poco flujo de gente a esas horas alarmándola; debía volver cuanto antes.

Pero no podía.

Sus brazos cruzados sobre su pecho apretaban el mismo intentando darse algo de calor pero no funcionaba, su piel estaba igual de fría que el resto de su cuerpo. Buscaba con la vista un taxi, algún vehículo de aquellos característicos colores que pudiera dejarla por su departamento pero no había ni uno. Su teléfono estaba muerto, eso lo sabía desde que había salido del restaurante y dejado detrás a Gabriel. Habían cruzado toda la ciudad para ir a ese maldito restaurante que su cita había elegido.

Tonta de ella que no había pedido prestado el teléfono del chico.

En la misma manzana donde se hallaba luego de caminar otras tantas, pasos más por delante de su cuerpo, lo único que resaltaba era un gigantesco cartel que sobresalía de las paredes de la calle, color violeta y azul neón donde podía leerse la palabra " hotel ".

Sus pensamientos cambiaron de rumbo y se vio casi obligada por sus pies a dirigirse hacia la entrada del sitio que resultaba ser más grande de lo que parecía por fuera. El frío, sino, terminaría por enfermarla.

Sus manos hicieron contacto con el congelado metal del picaporte color plata y una sensación de escalofrío le atravesó la columna a medida que empujaba la puerta hacia el interior del sitio desierto.

La recepción estaba con una iluminación escasa dándole un aire casi misterioso al lugar, Arlene casi creyéndose que había terminado en un lugar que se había confundido con un hotel aunque apartó tal posibilidad en cuanto un joven de cabellera rubia apareció por detrás del mostrador a su izquierda, con una sonrisa casi lasiva.

" Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarla, señorita? "

El tono de su voz era calmado y encajaba con la melodía que se reproducía en el lobby de aquel curioso hotel, de pausados golpes junto a un sonido dulce de lo que Arlene creía que se trataba de un violín. Observó su atuendo. Camisa impoluta, completamente negra al igual que sus pantalones aunque esta traía un interesante detalle; un pequeño pin de un corazón partido a la mitad, color rosa pálido.

Desvió su vista del atuendo del joven de cabellos rubios y le sonrió brevemente, viéndose en la disyuntiva de que ella no sabía tampoco en qué podría ayudarla.

Carraspeó llevando su puño cerca de sus labios, tomándose el tiempo de pensar exactamente qué decir.

" Quería saber si podía usar el teléfono, serán unos pocos segundos; necesito tomar un taxi. " Su voz sonó casi a súplica ocasionando que la sonrisa-o mueca, del rubio se ensanchara.

" Claro, cómo no. Déjeme y llamaré un taxi por usted. " El joven se ofreció desapareciendo nuevamente, dejando a la castaña sola en el lobby del lugar. Aquello le dio tiempo para inspeccionarlo mejor.

El suelo estaba cubierto por unas cerámicas negras brillosas en las cuales podía observar su reflejo pese a la pobre luz del lugar, que parecía ser a propósito debido a la temática de la decoración de aquel lugar. A su izquierda, el mostrador del mismo color del suelo con una línea blanca atravesando el mueble de detalle. Mientras tanto, a su derecha, una mesa ratona de cristal entre dos sillones de cuero negro reposaban sin nadie que se sentara allí, incluso parecían vacíos hace tiempo pero no tenían polvo; todo estaba minuciosamente limpio. Sobre la mesa, un florero de cristal azul obscuro, el primer detalle a color que encontraba, contenía unas flores casi marchitas.

Pero, a pesar de todo lo que Arlene acababa de notar en aquel hotel en Sheffield del cual jamás había oído, había un detalle que no había notado no entonces hasta que pareció brillar con más fuerza; en la pared central, frente a la entrada, un cartel brillaba en tonos neón con el nombre de aquel sitio.

Heartbreak Hotel.

El nombre le dio escalofríos, los suficientes como para que volviera a abrazarse a sí misma y retrocediera unos pasos hasta chocar con le mostrador, donde el rubio se encontraba de pie, nuevamente. Soltó un suspiro casi de alivio, si bien el chico sonreía de una manera bastante extraña, su compañía en aquel sitio tan digno de una película de suspenso, la calmaba.

" Señorita, siento decirle que intenté comunicarme y parece ser que están cerrados esta noche. " Lo que decía el rubio tenía sentido, era de madrugada un día de semana y aquellos transportes privados parecían terminar de prestar servicios temprano.

Arlene soltó un suspiro, rendida. Certeramente tenía dos opciones; abandonar el lugar y caminar hasta encontrar a algún taxi o permanecer en el hotel esa noche.

Evaluó la posibilidad con un deje de desconfianza, se veía en la peor situación que había vivido en el último tiempo y su margen de posibilidades no era tan amplio como para darse el lujo de decidir fácilmente. Sin embargo, la segunda idea parecía ser la más racional si no quería morir congelada en las calles de Sheffield o que le robaran sus pertenencias a tan altas horas de la noche.

" ¿Tienen una habitación simple disponible? " Soltó la castaña de repente, apoyando sus dedos en el borde del mostrador bajo la vacía mirada del contrario, de ojos sorprendentemente oscuros. El rubio asintió con un movimiento de cabeza, inclinándose hacia abajo en busca de algo antes de volverse hacia ella, pegando sus ojos a la pantalla de un computador sobre el escritorio detrás del mueble mostrador.

" ¿Nombre? " Preguntó en un tono más suave que antes, borrando su sonrisa para reemplazarla por una facción neutral mientras sus dedos se movían ágiles sobre las teclas.

" Arlene, Arlene Hansen. "

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐁𝐑𝐄𝐀𝐊 𝐇𝐎𝐓𝐄𝐋 | Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora