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" Me llamo Alex. "

Fue lo único que se le ocurrió decir en cuanto el silencio reinó entre ambos, algo de una hora atrás.

Habían desperdiciado esa hora en la barra, intentando presentarse adecuadamente a pesar de las circunstancias en las que se habían conocido y lo que le siguió después.

Arlene no parecía preocuparse por nada; ni las cervezas que habían tomado después, ni la cantidad de información que le había confiado a un completo extraño de linda sonrisa y encantadora voz, y mucho menos cuando terminó a solas con él en medio del casino.

Eran algo de las dos y media de la madrugada pasadas, y el resto de la multitud se había esfumado del sitio. El barman había abandonado su puesto y otro de reemplazo, enviado por el hotel, tomaba su lugar. Les había dicho que por ser clientes podrían quedarse un rato más, cosa que no les llamó demasiado la atención dado al estado en el que estaban.

Alex y Arlene estaban ocupando una mesa de billar, el resto de los juegos y vicios estaban cerrados por la noche y se las habían rebuscado para que les permitan ocupar esa mesa. La castaña tomaba asiento en una de las puntas de la mesa de juego, observando a Turner inclinado con el palo de juego listo para golpear la bola blanca y dar con una rayada, intentando embocarla.

Había presumido ser muy bueno, y borracho y todo, lo era.

Sin embargo, había fallado por primera vez y no había logrado tocar la bola rayada. Arlene sonrió maliciosa, disfrutando la facción de la casi derrota de Turner en cuanto la observó inclinar parte del cuerpo sobre la mesa de billar y mirarlo desde allí.

La vista era sublime, y su imaginación le hacía una mala pasada.

Golpeó una lisa y entró al agujero. Otra más en el otro extremo, y una tercera dejándole solo una por acertar. Alex sonrió de lado ante los gestos de emoción de la morena, quien poseía una ventaja que había sabido aprovechar.

" Creía que no jugabas, ¿eh? " Bromeó pasando una mano por sus cabellos mientras se aproximaba a la mujer quien con la vista, buscaba el mejor ángulo para terminar lo que le faltaba hacer.

Arlene lo observó una vez más antes de golpear la último bola lisa y lograr que desaparezca en uno de los hoyos de la larga mesa de billar. " No, no juego. " Respondió sin más, presumiendo una sonrisa antes de dar la vuelta hasta donde la bola negra y final se encontraba.

Los encantos de la joven eran naturales, o eso parecía provocar unas cuantas copas encima porque cualquiera que conociera a Arlene en su vida diaria, aseguraría que ella no era así, para nada.

Turner estaba embelesado, las curvas de Hansen eran provocadoras, sus sonrisas tentadoras y su esencia desprendía un fuego incandescente. Se aproximó a ella, sin dudarlo, rodeando por detrás su cuerpo con su brazo izquierdo para alcanzar sus manos sobre el palo de juego. Sintió los músculos arcanos tensarse ante la repentina acción y luego descontraerse aproximándose más.

" Si me permites... puedo ayudarte. " La más baja no se negó, no pudo pronunciar palabra alguna aunque sea lo que quería en ese instante; lo que pedía a gritos.
Su pecho sobre su espalda y sus dedos guiando los suyos hacían que Arlene mordiera su labio inferior, con sus ojos siguiendo las instrucciones de Turner.

Deslizó su brazo sobre la mesa manteniendolo extendido y golpear finalmente la bola negra dentro del agujero. Se distanciaron unos centímetros, el palo de juego abandonado sobre la mesa mirándose el uno al otro. La luz tenue rojiza adornando sus rostros, permitiéndoles ver el uno al otro sus más pequeños detalles, sus defectos y sus miedos; todo aquello que no mostraban en su día a día.

El más alto fue el primero en accionar, su cuerpo respondiendo casi por sí solo a sus instintos más bajos. Acunó con una de sus ásperas manos el rostro angelical de la morena, aún en silencio. Su instinto le decía que la bese, pero Arlene se haría desear. Esa era ahora su actitud.

" Gané, podemos decir. " Presumió distanciándose del joven sutilmente, mirando de reojo hacia la barra. Ya no había nadie, estaban solos. Lo único que los alumbraba eran las luces neón que parecían perder luminosidad con cada segundo que pasaba, indicandoles que esa experiencia había terminado. ¿Le seguiría otra?

" De hecho, lo hiciste. "
Halagó Turner mientras abandonaba la zona de las mesas de billar. La más baja lo siguió, no la había invitado pero el casino estaba desierto y no parecía tan acogedor como antes.

" Me gustaría invitarte un trago en mi habitación, si gustas. " Pronunció el de cabellos oscuros, picando el botón del elevador que los llevaría a su piso. Hansen elevó una ceja mientras acomodaba su cabello frente al espejo, mirando por sobre su hombro el reflejo de Alex.

" ¿No crees que tuvimos demasiados?

Rió en respuesta, elevando sus manos con pesadez mientras la observaba a los ojos. " Discúlpame por intentar. "

Arlene lo acompañó, riendo entre dientes en cuando la puerta del elevador se abrió y reveló el pasillo, el mismo que había atravesado anteriormente. Su puerta se visualizaba desde donde se encontraban y Alex, a paso lento esperando a que se uniera, se acercaba más a su habitación con su llave entre sus dedos.

" Si querías tiempo, podrías haberlo pedido. " Murmuró estática en su posición, a su derecha la puerta del elevador volviendo a cerrarse.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐁𝐑𝐄𝐀𝐊 𝐇𝐎𝐓𝐄𝐋 | Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora