' 2

3K 253 66
                                    

El chequeo en el lobby fue rápido, sin problemas. El rubio empleado, cuyo nombre no se había atrevido a preguntar, le tendió una llave color plata; era pequeña, alargada y en la cabecilla tenía forma de corazón, uno partido al medio.

Parecía ser la temática principal de todo el hotel dado a su nombre, el vestuario del único empleado que acababa de conocer, y por lo que siguió viendo a medida que avanzaba, todo.

Los pasillos eran largos, habían dos principales a cada lado de la pared donde el cartel neón con el nombre del sitio se encontraba.

Debía buscar la 503.

Su numeración comenzaba en el pasillo a la izquierda por el 101
Avanzó topándose con paredes oscuras, puertas rosadas casi pálidas y la pobre iluminación haciendo todo lo posible por alumbrar el suelo y no provocar que Arlene se pasara de su habitación. Avanzó con pasos cortos, casi inseguros dado a que sus ojos se encontraban abiertos de par en par y aún se le dificultaba ver bien. Aferró su bolso a su hombro mientras siguió caminando, el interminable pasillo desviándose nuevamente a su izquierda y enseñando una escalera con unos tubos fluorescentes alumbrando en tonos azul eléctrico.

Antes de colocar un pie en el primer escalón, observó la puerta detrás de sus espaldas; la 309. Dedujo que si aquella era la última, la suya se encontraba en el primer piso del infinito hotel de los corazones rotos.

No sin antes soltar un suspiro, afirmó su agarre en su bolso y comenzó a subir los escalones en silencio, el único sonido acompañándola era el de su respiración agitada. Quizá por el susto que le provocaba lo desolado que era el sitio.

El primer piso era idéntico al anterior, lo único diferente eran los números metálicos que acompañaban a las puertas. Y tenía razón, la 503 se encontraba a pocos metros de las escaleras frente a otra puerta cuyos números eran capicua.

Deslizó la llave dentro de la cerradura, girándola a su izquierda dos veces hasta que giró el picaporte y el mismo cedió, permitiéndole abrir la puerta y adentrarse al lugar. La habitación era grande, más de lo que esperaba por lo poco que había pagado por una estadía de una noche en el lugar. Un ventanal en el fondo de la habitación resaltaba a primera vista, el cristal dejando ver las luces de la ciudad a través de él al igual que un balcón junto a dos sillas y una pequeña mesa ratona. Todo en tonos negro, claro.

Si bien la vista era grandiosa y las luces se robaban la atención, el resto de la habitación era un completo sueño. Una cama matrimonial con sábanas de felpa y un sofá en el extremo opuesto, con un minibar a su lado.

Arlene estaba estupefacta ante la belleza de la habitación, tan así que cuando arrojó el bolso sobre su cama y se sentó ligeramente sobre la misma, no oyó los pasos que se aproximaron a la habitación en frente a la suya pero sí el sonido de un teléfono sobre la mesa de noche, a pocos centímetros de ella.

En la casi absoluta oscuridad, el sonido del chirrido del teléfono de línea era perturbador y la castaña dudó en tomar la llamada pero lo hizo con una gran desconfianza.

" ¿Hola? " Su voz sonó dubitativa, el teléfono pegado a su oreja mientras sus ojos inspeccionaban la habitación como si buscara algo; no sabía qué.

" Buenas noches, soy Liam desde recepción. " Habló el rubio que parecía no tener nombre hasta ahora. " Olvidé mencionarle que si desea hacer uso de algunas de nuestras actividades, podrá hacerlo. "

La línea se quedó en silencio, Arlene pensando qué decir mientras sus piernas se cruzaban, intentando ponerse cómoda luego de una larga noche.

" ¿Actividades? " Cuestionó intrigada, ¿qué actividad podría brindarle el hotel a esas horas de la noche? Estaba interesada, es verdad. No tenía sueño, no planeaba llegas a su casa y dormirse, y aquel hotel parecía haberle hecho despertar sus sentidos más que nunca.

" ¿Por qué no lo descubre por sí misma? "

El pitido del otro lado de la línea hizo que respirara hondo y apoyara el tubo telefónico sobre su base nuevamente en cuqnto exhaló todo el aire en sus pulmones. El misterio en la voz de Liam la hizo suspirar, el frío ya había abandonado su piel ante el caluroso ambiente que la rodeaba. O quizá era la lines entre el miedo y la intriga que rozaba constantemente, desde que había plantado un pie allí.

Se colocó de pie, tomando por inercia su bolso en busca de su teléfono móvil sin batería, con la vista esperando encontrar un cargador pero no lo había; sería absurdo creer que encontraría uno olvidado por la habitación. Deslizó el aparato por el bolsillo trasero de sus jeans luego de apretar incontables veces seguidas la tecla de encendido aunque la respuesta siempre era la misma; la pantalla completamente en negro, sin responder.

Observó el minibar con una idea remota rebotándole en la mente, haciéndose presente y no le pareció sino una mejor idea hasta que abrió el pequeño mueble en busca de un vaso de cristal y ojeó las botellas en busca de algo fuerte, lo más fuerte que hubiese.

Se encontró destapando una botella de whisky escocés, según la etiqueta oscura del mismo. No era lo que acostumbraba a tomar, era más del clásico vino blanco pero había tenido mucho de ese en su cita fallida. Vació una parte del contenido en su vaso, llevando el mismo a sus labios y bebiendo todo el licor en dos tragos, unos seguido del otro. Aquel acto le brindó lo que le faltaba en ese instante; confianza.

Abrió la puerta de un tirón, el pasillo igual de vacío que antes, igual de escalofriante. Se sentía más armada de valor, quizá por la idea de aventurarse entre aquellos pisos que tenían mucho por ser descubierto o por el sorbo de whisky. No estaba en sus planes, nada de todo aquello lo estaba pero no había vuelta atrás.

𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐁𝐑𝐄𝐀𝐊 𝐇𝐎𝐓𝐄𝐋 | Alex TurnerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora