twelve-∞-oneshot ‹drive›

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Las lágrimas recorrían su rostro empapado por las mismas gotas saladas que desprendían sus ojos. Su corazón estrujado contra su pecho amenazando con detenerse o provocarle un ataque al corazón. Toda su vida se desprendió y cayó como escombros al suelo, todo lo que tenía se hallaba destruido y hecho cenizas. Lo único que le quedaba ya no estaba ni siquiera en este mundo. Su llanto no cesaba y con la imagen de su madre en aquel cajón cerrado la destruyó un poco más. Sin más, salió de la sala haciéndose paso entre las pocas personas de esa mañana, aquellos que realmente conocían a su madre. El silencio de aquel lugar, el sentimiento lúgubre era abrasador, se sentía abrumada y encerrada. Sentía una enorme necesidad de escapar de allí para jamás volver.

Salíó y finalmente se sentó en uno de los escalones de la calle, las que eran entrada al sanatorio donde estaba el cajón que resguardaba el cuerpo pálido de su madre. Abrazó sus piernas con una mano mientras fijaba su mirada en el charco de agua sucia a su frente, dentro de un pozo. Pares de gotas pequeñas caían dentro y ocasionaban pequeñas olas que perdían fuerza y desaparecían, y aquellas gotas de lluvia se fusionaban con lo sucio del charco.

Los espasmos de su llanto le impedían respirar con normalidad, su llanto había cesado ligeramente y tan solo observando el charco de agua sucia, como si tuviese algún efecto calmante. El agua marrón reflejaba irónicamente el blanco de las nubes sobre la ciudad, que estaban dispuestas a expulsar el agua retenida como ella hacía con sus lágrimas. Suspiró intentando buscar algún tipo de calma dentro suyo y buscando calmarse a sí misma.

-¿Kristal? -la voz de él se oyó desde el otro lado de la calle.

Levantó la vista hacia quien había llamado su nombre, notó a YoonGi con un par de cajas de pizza en manos. Su motocicleta estacionada enfrente. Estaba trabajando por la mañana, ¿quién pide pizzas por la mañana?

Tenía una gorra roja con un trozo de pizza al frente, una chaqueta negra para cuidarse del frío, unos jeans negros algo gastados del uso. Zapatillas blancas un poco sucias por el barro del día. YoonGi era un compañero de estudios, coincidían en varias clases, han hablado un par de veces en ellas pero no podía definir aquello como: amistad. Eran compañeros de estudio y banco.

Le sonrió elevando con fuerza de voluntad las esquinas de sus labios, mostrando la sonrisa más falsa y dolida que nadie conoció. Era fácil saber qué no estaba en su mejor momento, y obviamente no, estaba sentada afuera de un velorio que desprendía una energía tan pesada y oscura que incluso YoonGi percibió y se sintió atrapado en esa pesadez.

YoonGi miró lado a lado de la calle, comprobando que no viniera algún vehículo y luego dejó aquellas pizzas sobre su motocicleta para así cruzar la calle y acercarse a ella. Kristal lo miró expectante, luego pareció aburrirse de verlo caminar y bajó la vista al charco de agua. Ahora las gotas de lluvia caían más rápido y eran un poco más grandes que las demás.

El chico se sentó a su lado y la miró unos segundos, intentando decir algo con la boca semi-abierta, pero luego de una rápida meditación decidió cerrarla y mirar el mismo e interesante charco de agua que ella estaba mirando.

-Siento lo de tu... tu...-

-Mi madre. -le completó, rápidamente. Y tan solo nombrando aquello su llanto se avecinaba nuevamente. Sus ojos se aguaron y rápidamente secó sus ojos antes de que cayeran por su rostro. Llorar en solitario era algo, pero que alguien te mirase era incómodo.-El golpe que le dio mi padre fue...

Su voz de agudizó y finalmente se le terminó. Como si fuese un rollo de cámara, o un rollo de hilo con el que un gato jugaba y había acabado. Sintió la mano de YoonGi sobre su hombro, mostrando algún tipo de compasión y consuelo en ese momento.

-☾• MIN YOON GI 𝐑𝐄𝐀𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍 ¡! ツDonde viven las historias. Descúbrelo ahora