El principio de todo

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Tenía yo 17 años y se acercaba el cumpleaños número 46 de mi padre, como de costumbre en cada cumpleaños, tenía que ir a comprar el pastel, eran las 15:25 según mi reloj (si, recuerdo cada detalle) y tenía que esperar hasta las 16:30 para que abrieran By Mom, así que aproveché de ir a comprar un lindo regalo, nunca he sido buena regalándole cosas a los hombres, así que me fuí por el camino seguro y me dirigí a la perfumería del centro comercial. Hasta ahí todo normal... Entré y había solo una mujer de edad algo madura más la dependienta de la tienda, y como persona educada, me quedé a un lado esperando mi turno. La mujer que mencioné anteriormente terminó su compra y se dirigía a la salida, pero en lugar de salir se dió media vuelta y me miró
- Emma?! Emma White?! - dijo sorprendida, y antes de que yo pudiera reaccionar me abrazó y me dijo: - Pero mira que grande estás! Si hasta pareces una modelo!
Al parecer notó que mi reacción no era la mejor y me soltó.
- No me recuerdas verdad? Era de esperarse... Si no te veo desde pequeña... - Dijo algo apesadumbrada, - Yo soy Teresa Martinez, tu madre fue mi mejor amiga en los tiempos de antaño.
- Lo siento, algo en su voz me parece familiar, pero no logro recordar nada sobre usted.
- No importa querida, si no te molesta me gustaría hablar con tu padre un día, escuché que se volvió a casar, y me gustaría conocer a la afortunada.
- No hay problema, si quiere me da su teléfono y yo le digo a él que la llame un día. - Dicho esto se acerca a Teresa un joven, estatura media-alta, tez clara, cabello castaño, y le dice: - Mamá, te queda mucho por hacer en esta tienda?. - A lo que su madre responde: - ¿Que no ves que estoy conversando?, recuerdas a Emma? Ella solía ir a la Iglesia cuando era pequeña... Pero que digo, claro que la recuerdas! Es la chica de la foto de niño que tienes en tu habitación!.
Ante esta situación yo no sabía que decir... Ella me conocía, él tenía una foto mía de pequeña, además, mencionó algo de una iglesia.... Hasta ese momento yo estaba casi segura de que nunca había ido a una iglesia. Pero sabía que debía ser cortes y saludar a este chico.
- Hola, Emma, y tu?
- Javier, mucho gusto, así que tu eres esa chica... Cuando eras niña tu pelo era rubio, que le sucedió?- En ese momento me vi tentada a decir "Sabes que existe algo llamado tintura, verdad?" Pero no era el momento para ser desagradable, así que opté por ser sincera y dije: - Me gusta más el pelo oscuro, pero ese no es el punto, de que foto hablan tu y tu mamá?
- Es una foto de cuando cumplí 6... Al parecer tu y yo éramos muy amigos.
- No soportaban estar separados - interrumpió Teresa - Parecían dos tórtolas enamoradas.
- No le creas - Dice Javier - La edad le afecta en la memoria. Y, aún vas a la iglesia?
- Disculpa pero, de qué me hablas?
La situación empezó a incomodarme, preferí inventar una excusa... recuerdo que miré mi celular y les dije que había surgido un imprevisto... o eso recuerdo. Teresa me abrazó y me dio su número... prometí que mi padre la llamaría. Javier solo dijo "adiós" de manera poco cortés.
Terminé de perder el tiempo recorriendo tiendas, y aunque no compré nada sentí que el tiempo se pasó lo bastante rápido. Llegó la hora, compré el pastel, celebramos el cumpleaños y bla bla... Le comenté a mi padre sobre la señora que había visto durante la tarde, le entregué el número y él la llamó.
Aproximadamente una semana después me encontré preparando la cena para la reunión con ella y Javier.
Las horas avanzaban y la velada (la cual pensé, sería muy incomoda) resultó ser un momento muy emotivo, hace mucho tiempo que mi padre dejó de hablar de mi mamá, y Teresa compartió muchas de sus aventuras cuando jóvenes. No volvió a salir el tema de la iglesia, pero al final de la cena Javier se acercó a mi.
- ¿Podríamos hablar? - Me dijo. Iba a contestar cuando se apresuró a decir: - Pero no aquí, ni ahora, ¿Nos podemos ver el sábado?
- Claro... y de que sería? - Respondí algo atónita.
- Hay un lugar que creo que deberías ver, quizás sea mejor que te explique allá.
Y con eso se alejó, volvió al lado de su madre (la que ahora me miraba con una sonrisa de oreja a oreja)
- Gracias por todo, una cena realmente deliciosa - Dijo ella - Ahora nos retiramos.
- Un gusto Teresa - Dijo mi padre - No deberíamos dejar pasar tanto tiempo para la próxima reunión.
Dicho eso, todos nos despedimos y Carla (mi madrastra) los acompañó a la puerta.
Cuando me preparaba para dormir caí en la cuenta de que no habíamos quedado ni en hora ni en lugar para el sábado... solo me quedaba esperar a ver que pasaría.

Una Historia de amor verdadero, nunca termina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora