— ¿Te gusta el pescado? —Rose miraba a Jungkook, quién miraba entretenido la carta.
Habían decidido (no por voluntad de Jungkook) comer en un restaurante muy conocido en la ciudad. No era un lugar fino, ni tenía vinos caros con platillos ultra refinados. Pero la comida que realizaba la señora Kim, junto a su esposo, era algo que ninguna persona podría llegar a igualar.
Jungkook conocía los barrios, sabía de las casas de comida pequeñas que habían por la ciudad y se había negado a ir muchas veces a una de ellas, porque había sido criado en una cuna de oro como dirían varios, sus abuelos le prohibieron tocar un lugar como en el que se encontraba en dicho momento, sin embargo, su abuela; hasta el último suspiro de su vida, le recordó cual era la intención de vivir, no había que despreciar, ni hacer a un costado algo que quizás llegaría a gustarle. Le recalcó y enseñó valores, fue una mujer que tuvo una vida dura, llena de altibajos, más bajos que lo contrario, pero cuando se recibió de médica forense después de muchos años olvidándose de lo que era comer para pagar su matrícula de la universidad; exploró sabores, texturas, lugares y se compró una casa que hoy en día, Jungkook la reservaba y cuidaba para cuando decida crear una familia.
A pesar de que su abuela tuvo sus lujos después de la guerra, ella seguía eligiendo y preferíendo el sabor de la comida casera. El olor de un bar al que lo frecuentaba mucha gente; algunos con dinero, otros con lo justo, otros con nada. El bullicio porque no era un lugar refinado al que la gente no solía llevar niños porque no querían parecer escándalosos o que lo catalogasen como una familia bochinchera. Su abuela, le recordó hasta el último suspiro, que no hay etiquetas, no hay clase alta y clase baja, que todos eran iguales, solo que algunos, no tuvieron la dicha o la oportunidad de poder darse con los gustos como lo desease.
Y mientras Jungkook miraba la carta que estaba plastificada con un material económico. Recordaba a su abuela, el gusto del famoso tteokbokki que ella solía cocinarle solo para él, porque para los demás, ella no era cocinera.
Miró a Rose cuando la voz de la muchacha le llegó a los oídos. De lejos, se escuchaba el ruido de algo que quizás estaban fritando.
— No es mi favorito, pero puedo comerlo —respondió, tendiéndole la carta—. Elije tú, yo ya elegí lo mío.
La rubia asintió, mirando ahora ella.
— El kimchi de aquí es buenísimo —agregó, mientras hacía una mueca de gusto.
Jungkook sonrió.
— ¿En serio?
— Si, deberías de probarlo —aseguró, moviendo sus manos mientras conversaba. Jungkook la miraba atento—. La señora Kim, prepara comida exquisita, sus fuertes son el kimchi, tteokbokki y el pollo frito.
— Que suerte, entonces —el pelinegro miró a su alrededor—. Justo pensaba en pedir tteokbokki.
Rose sonrió gustosa, asintiendo con la cabeza. A los minutos, el hijo de la señora Kim apareció con su libreta en las manos. Miró a los muchachos con una sonrisa, llevándose la sorpresa al ver a Jungkook allí. No opinó ni dijo nada al respecto, solo preguntó que era lo que iban a consumir y Rose fue la que pidió por ambos.
Cuando el chico se fue, Rose dirigió su vista a la mirada de Jungkook, estaba perdido, lo había notado desde hacía rato, sin embargo, no consultó, solo habló de temas randoms y Jungkook cada tanto opinaba o se burlaba de ella. Cuando la comida llegó a su mesa, Jungkook fue el primero en comer. La rubia lo miraba esperando una respuesta favorable cuando el chico dio su segundo bocado.
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A ciegas | pkrs ;; jjkk
Fanfiction⚠️ Esta historia se encuentra en edición. Jeon Jungkook era un chico atractivo, bastante reservado pero con modales encantadores. Park Roseanne era una joven encantadora, algo extrovertida y sobre todo; revoltosa. Cuando la mejor amiga de Roseanne f...