CAPÍTULO UNO

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Ryan estaba totalmente abstraído en su dibujo mientras a su alrededor se celebraba la mayor fiesta del año. El lugar elegido era la gran casa familiar de sus mejores amigos, los gemelos Amy y John Curtis. El motivo de la celebración; agasajar a los campeones estatales de fútbol de la secundaria Hopkins y especialmente a su estrella becada, el capitán Jack Vega.

Los invitados eran todos los alumnos de último año, seguidores del equipo y las estrellas más buscadas: los jugadores; muchachotes altos y fuertes que habían encumbrado a la escuela hasta conseguir poner el nombre del equipo entre todos los campeones de secundaria del estado de Nueva York.

Y Ryan estaba entre toda esa multitud.

Apartó la vista del dibujo que estaba haciendo. La música de Flo–Rida sonaba desde los altavoces; la casa de sus amigos era enorme, y el salón tenía buenas dimensiones para que una gran cantidad de gente lo aprovechara como pista de baile. El espacio se ampliaba gracias a que las puertas de cristal que daban  al jardín y a la piscina estaban abiertas, permitiendo que los que estaban disfrutando de los

 juegos acuáticos escucharan la música, además de que se extendiera la pista de baile alrededor de la piscina.

Mientras miraba a su alrededor Ryan buscó a su amiga Amy. La chica era rubia, al igual que su hermano, y tenía el pelo largo y liso. Si no recordaba mal, a primera hora de la tarde Amy llevaba un bikini negro y blanco a rayas y un pareo atado a la cintura de color oscuro.

Había mucha gente en el salón, pero no todos estaban bailando, varios grupos de chicos y chicas estaban hablando repartidos en los distintos rincones con asientos, otros jugaban a algún tipo de juego de prendas con dados, y en la piscina Ryan podía ver un par de competiciones de peleas y aguadillas, además de un grupo de jugadores de fútbol haciendo pases y recepciones. En ese grupo vio a John, el hermano de Amy, interceptando el balón. Se quedó por un momento observando y reconoció para sí mismo que su amigo tenía unos movimientos muy elegantes, era ágil y fuerte. Pero igual que Amy, su mejor rasgo era su sonrisa y su personalidad. John era leal y fiel a sus amigos, protector y generoso. Para Ryan, Amy y John eran lo más parecido a unos hermanos que se pudiera imaginar.

Entre tanta gente Amy siempre destacaba y Ryan no tardó en localizarla junto a un grupo de chicos y chicas que rodeaban a la estrella del equipo, Jack Vega, el mariscal de campo.

Otra persona que destacaba entre la multitud. Sobre todo para él. Jack era su sueño y su perdición, habían sido compañeros de equipo mientras Ryan participó en el juego durante los dos primeros años de secundaria. Cuando Ryan cumplió los dieciséis y en los vestuarios se empezó a correr el rumor de que era gay la situación le generó más problemas que satisfacciones, ya no se sentía cómodo con sus compañeros, especialmente cuando se dio cuenta que algunos de los que habían tenido más que amistad con él ahora preferían burlarse a sus espaldas, antes que permitir que alguien sospechara que le guastaban los chicos. Dejó a todos boquiabiertos al anunciar en público que, efectivamente, era gay y que además dejaba el equipo.

A él siempre le gustó el deporte y el compañerismo que se creaba en los deportes de equipo, pero llegados a ese punto prefirió salir de eso y centrarse en su carrera como dibujante. Toda la situación cambió y eso hizo que progresivamente se fuera alejando cada vez más de los jugadores de fútbol, acabando con las posibilidades de tener contacto con Jack. Desde entonces pasaron de ser compañeros de equipo a tener que ver como Jack agachaba la cabeza, apartando la vista, cuando se cruzaba con él por los pasillos del instituto.

Además, al principio, también tuvo que soportar que algunos chicos con los que había tenido algo más que amistad en los vestuarios del equipo quisieran echar balones fuera desquitándose con él. Los mantenía a raya, pero el apodo de “campanilla” sonaba inevitablemente cada vez que se cruzaba con algún jugador, aunque la mayor parte de las veces era susurrado y por la espalda; Ryan no era pequeño y sabía defenderse, con los puños y con las palabras.

EN EL ARMARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora