Jack se sacudió hacia delante al levantar la cabeza cuando escuchó la voz de Ryan, y juró en voz alta.
—La ostia. ¡Amy, sácame de aquí, no tiene ni puta gracia! ¡Joder!
En ese momento se escuchó una explosión de risas al otro lado de la puerta y empezaron a aporrearla con fuerza. Amy les hizo callar a todos y habló a través de ella.
—¡Jack! No seas tonto, aún te quedan unos minutos, disfruta del momento y ¡cuida de Ryan! —nuevas risas y vítores se escucharon del otro lado hasta que la música fue todo lo que se pudo oír.
Ryan sonrió con bastante incredulidad. No podía creer los huevos que le estaba echando Amy a la situación. No creía que Jack se fuera a enfadar mucho con ella, pero si él estuviera en el pellejo de de su amiga no estaría por los alrededores cuando ellos salieran del armario. Confirmando sus sospechas Jack gruñó en voz alta.
—Me da igual que sea una tía, en cuanto salga le voy a calentar el culo de la peor manera.
—No creo que puedas con ella —contestó Ryan—. Aunque tampoco creo que seas capaz de ponerle un dedo encima.
—Me importa una mierda lo que creas. Ven aquí y quítame la venda. Esto es una jodida cagada.
Ryan se encogió de hombros y se apiadó de él. Si quería hablar con Jack era mejor hacerlo cara a cara. —Hazlo tú mismo. La barra en la que estás encadenado no está fijada a la pared… —antes de que pudiera terminar la frase, Jack ya tenía la barra del armario entre las manos y la estaba desencajando de su soporte. Al hacerlo todo lo que colgaba de ella se desplomó con un ruido sordo y se quedó apilado a un lado del armario. Jack dejó caer la barra al suelo y en seguida levantó las manos y se quitó la venda de los ojos. Sacudió la cabeza y se los frotó con el pulgar y el índice antes de abrirlos y fijar la vista en Ryan.
—Hola —le dijo burlón el chico.
—Vete a la mierda. No me puedo creer que te hayas ofrecido a esto —Jack dio un par de zancadas hacia la puerta, con toda la intención de aporrearla hasta que le dejaran salir. Ryan estiró la mano y le agarró por el brazo antes de que tocara la puerta.
—No jodas hombre. ¿De verdad vas a gritar y a golpear la puerta para que te abran como si fueras una damisela en apuros? Eso es muy maricón, tío —Ryan hizo todo lo posible para sonar despectivo.
Jack sacudió su brazo para soltarse del agarre de Ryan. Aun tenía las manos esposadas y con el movimiento se hizo daño en las muñecas.
—No me toques —le dijo, y le apartó empujándole en el pecho.
Ryan recuperó el equilibrio antes de golpearse contra la pared —dirás que no te toque otra vez. Antes gozaste cuando te acaricié.
Jack se giró y le clavó los ojos a Ryan, estaba totalmente sonrojado y tenía la mandíbula apretada. —¡No soy gay!
—Yo no he dicho que lo fueras, campeón. Aunque tampoco hubiera dicho que eras homófobo pero…
—¿Tú qué coño sabes? —le contestó con rabia— No sabes quién soy, cómo soy.
—Pensé que lo sabía. Éramos compañeros de equipo, y creía que amigos también.
—Eso es problema tuyo. Nadie te dijo que gritaras a los cuatro vientos que te gustan los tíos.
—¿Y qué problema hay en eso? Sigo teniendo amigos ¿sabes? Y les da igual con quién folle. Está claro que lo que no te gusta es que sea gay, para mí eso es ser homofóbico.
—Y para mí lo que tú hiciste es ser idiota —Jack se acercó a Ryan y subió las dos manos juntas para señalar en el pecho con su dedo índice al otro mientras hablaba— ¿No podías estar calladito? ¿Tenías que ser el centro de atención de todo el pueblo? solo te faltó salir a la calle con una bandera multicolor atada en el culo.
ESTÁS LEYENDO
EN EL ARMARIO
RomanceRyan Love se convirtió en el centro de atención de su escuela cuando un par de años atrás anunció que dejaba el equipo de fútbol americano, y que era gay. Estaba harto de las especulaciones y de esconderse para ser quien era. Para Ryan lo más import...